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Zoila Gálvez, la primera soprano negra de Cuba. Una vida increíble – Parte I

Nunca cantó en La Scala de Milán, pero no le faltaron momentos ni escenarios importantes de nivel mundial para exhibir su gran voz y brillar como artista, intelectual y  pedagoga.

 

El coronel Gálvez agitaba emocionado su mano (¿o un pañuelo?) en el muelle del puerto habanero al pie del vapor León XIII. Su saludo era correspondido con vehemencia por tres personas, quizás las más importantes de su vida. Así imagino la despedida. Subirse a un barco en 1921 para ir al otro lado del mundo con el único fin de alcanzar estudios más completos y explorar el ámbito del bel canto, era no solo un suceso infrecuente: para muchos, ajenos a la fe del coronel en los dones y proyectos de su hija, era una especie de reto a la cordura.

¿Soprano de coloratura, una mulata en los inicios del siglo XX? ¿Una cantante de ópera con inocultable sangre africana, subiendo a los escenarios más selectos? ¿Y con talento, belleza y refinamiento suficientes para convertirla en una rara avis? A la altura de los años 20 del pasado siglo, la joven Josefa Zoila Gálvez y Pérez contaba con la confianza absoluta y el respaldo irrestricto de su padre, y de Justa Cuevas, su actual esposa, pero provocaba las interrogantes del más diverso tono, las veladas suspicacias, pero también los obligados elogios entre quienes la escuchaba cantar en fiestas escolares y veladas sociales.

Los profesores Tina Farelli y Arturo Bovi me enseñaron cuanto era posible aprender en La Habana, y me aconsejaron que hiciera un viaje a Italia para que mi voz lograse el dominio perfecto”-contó Zoila décadas más tarde.[1]  Muy temprano aquella chica refinada y gentil, mostraba una seguridad y una determinación poco usuales para su edad.

Si fuésemos a juzgar por la ingenua dulzura con que sonríe, no llegaríamos nunca a acertar respeto a su carácter.  Zoila Gálvez, bajo esa apariencia tímida, apocada con que se presenta, oculta un recto y enérgico discurrir” -así la caracterizaba un periodista de la época, a quien ella misma afirmó con contundencia.  “…he nacido para luchar y en la lucha estoy, animosa, decidida, valerosa. Así estaré hasta que muera. Nada me desalienta. Soy hija de un bravo guerrero de la Independencia. De él he heredado este valor que no me falta ni en las pruebas más difíciles.”[2] Esto lo decía en 1931, pero ya antes había demostrado que para alguien así, no hay imposibles. ¡Con 22 años de edad, y toda la decisión posible, escuchó el consejo de sus maestros, y se fue a Italia!

Una de sus primeras fotos.  Archivo de la autora.

La familia Gálvez-Cuevas vivía entonces en el número 61 de la calle Campanario, en La Habana. En los momentos en que Zoila parte a Italia, su padre tenía un cargo en el Ayuntamiento Municipal de La Habana y según el Diario de la Marina esta instancia gubernamental otorgó una subvención para que Zoila realizara viaje y estudios.[3] Sin embargo, en la citada entrevista para la revista cubana Bohemia, Zoila parece desmentir esta afirmación: “Me fui a Italia gracias a los sacrificios hechos por mi padre, sin auxilio ni beca de nadie.”[4] Zoila, su madrastra Justa y su hermano Osvaldo parten a Europa, el 6 de agosto de 1921 vía Nueva York, a donde arriban 4 días después; permanecen allí 3 días, saliendo hacia Cádiz, España el 9 de agosto. De Cádiz se dirigen a Barcelona, desde donde embarcan a Génova, Italia, y allí de inmediato, por carretera a la ansiada capital lombarda.[5]

Fragmento de la lista de pasajeros del barco León XIII, saliendo del puerto de La Habana el 6 de agosto de 1921. Consultado en www.ancestry.com

Milán

Estudié en Milán bajo la dirección del profesor Cavalieri Giacomo Marino, quien al presentarme como profesional una vez terminados mis estudios, me incluyó en el Registro de Artistas Profesionales de la Agencia Canella de Contrataciones Artísticas.  En Milán di una serie de conciertos que fueron acogidos favorablemente por el público y la crítica” – narró Zoila, para quien ese concierto en Milán fue su “prueba de fuego”, pues el público le hizo repetir el programa y al final tuvo que hacer dos encore.[6]

Giacomo Merino propició el primer encuentro de Zoila con el público milanés en la sala de conciertos del Conservatorio: “…tuve el honor de ser presentada en un concierto ante un público selecto, de gran conocimiento, y por lo tanto exigente”, contó la propia cantante, suceso que fue reflejado en varios medios italianos:[7] la Revista Melo-Dramática comentó: “La magnífica ‘prima donna’ se hizo admirar por su voz dúctil y extensa, admirable expresión y nítidos picados. Fue vivamente aclamada en su recital del Conservatorio.”  En total, tuvo que cantar 34 números esa noche.  En el recorte del periódico L’Unione, que guardaba la diva se leía: “De la soprano Zoila Gálvez, se esperaba sólo un éxito de curiosidad, pero en lugar de esto se encontró el público frente a una verdadera artista que lo arrastró al más cálido entusiasmo.  Canta, y su voz es una onda maravillosa de notas cálidas y apasionadas además de poseer una admirable dicción, todo un bello conjunto, que legitimó la acogida del público que, emocionado, tuvo el delicado pensamiento de añadir a los aplausos un ¡Viva a Cuba, país natal de la artista”.

La Gazette de Milán también fue pródiga en elogios: “Cantó y fue escuchada con gran atención. Es sin duda una gentil artista que posee grandes medios de expresión, que la hacen una de las mejores cantantes de concierto, con una voz armoniosa, rica en resonancias, que ella modula exquisitamente…” [8] Tal éxito posibilitó otros conciertos en Milán y otras ciudades vecinas, hasta que llega el momento que su gran ambición profesional perseguía: debutar en una ópera.  Lo hace con solo 22 años en el Teatro del Verme, de la capital lombarda, asumiendo el rol protagónico femenino -Amina- en La sonámbula (Vincenzo Bellini). Hace también la Gilda en Rigoletto (Giuseppe Verdi).  Es, con toda probabilidad, la primera artista negra en el mundo en cantar una ópera en el escenario de un teatro dedicado al bel canto.

El investigador cubano Jorge Antonio González, quien décadas después pudo entrevistar a la Gálvez, escribió: “Un empresario deseó contratarla para efectuar una gira por distintas ciudades de Europa y luego viajar hasta América del Sur, pero su padre [de Zoila], inexplicablemente se negó a aceptar la oferta.  Todavía en esa época existían prejuicios sobre las carreras artísticas tanto líricas como dramáticas.”[9] Zoila puntualizaba al respecto: “Por supuesto, con los conceptos prevalecientes en la época, mis padres evitaban que me dedicara profesionalmente al arte.  Eso estaba mal visto. Una cosa era poseer una hermosa formación musical, para adornarse una como mujer, o ejercer el magisterio, y otra andar por ahí cantando de ciudad en ciudad.”[10] Tras 9 meses en Milán, Zoila viaja a la capital italiana.

Roma

Llega a Roma a finales de 1921.  De esta etapa del viaje, contó Zoila a Don Galaor: “En el Conservatorio Santa Cecilia, de Roma, hice un curso de perfeccionamiento, terminado el cual, me presenté al público romano con tanto éxito como en Milán”[11].  Preguntada por los recuerdos más perdurables de la estancia en Italia, Zoila respondió al periodista: “Un concierto patrocinado por la Casa Real.  Cuando terminé de cantar fui llevada al escenario por el Mayor Constantino Salvi, Duque de Galesse, y canté acompañada al piano por el profesor Teófilo D’Angeli, maestro de música de la Casa Real. Y por último, como recuerdo imperecedero de mi permanencia en Roma, poseo un Diploma de Honor que me fue otorgado por la Asociación de Artistas Romanos.”

Con particular emoción, Zoila se refirió a un maestro excepcional:  Alessandro Moreschi, el último castrati [12], “…célebre cantor tiple de la Capilla Sixtina, cuya voz dulcísima le había producido el sobrenombre de “Angelo di Roma”, cuando estaba en el apogeo de su gloria. Ya anciano, cargado de honores y riquezas, considerado como una de las maravillas de la Ciudad Eterna, yo tuve la oportunidad de que me oyera.  Los consejos que me dio, yo los cumplo al pie de la letra en todos los momentos de mi vida”[13]-recordaría Zoila, quien lo describió “como un hombre alto, grueso, que al hablar recordaba a un adolescente”, que moriría al año siguiente de su encuentro con ella.

En Roma, debuta en 1922 en el teatro Quirino, cantando para la nobleza romana y acompañada de una orquesta dirigida por Teófilo D’Angeli.  “Fue un concierto a beneficio de los niños pobres tuberculosos del Sanatorio de Ariccia…” El 3 de julio recibe un Diploma de Honor de la Asociación de Artistas Romanos por su memorable actuación en el Quirino, calificándola de Artista Ilustre.

Increíblemente, G.L. Garnier, corresponsal en Italia de la revista francesa de música Le Ménestrel, reportaba desde Roma el suceso protagonizado por la desconocida cubanita, y lo publica, elogioso, en su edición del 14 de junio de 1922, no exento de cierto exotismo racista, ratificado en la frase final en latín:  “Un concierto bastante excepcional fue ofrecido en el Quirino por la signorina Zoila Gálvez, una joven y talentosa negrita de La Habana que fue aclamada como cantante y pianista en compañía del tenor [Egidio] Cunego y el barítono [Franco, Francisco] Izal. “Lakmé” fue un éxito particular para esta artista inesperada que encantó a su público. ‘Nigra sum, sed formosa’ (Soy negra, pero hermosa).”[14]

El concierto de Zoila Gálvez en el teatro Quirino, referenciado por la revista francesa Le Ménestrel.  1922. Tomado de Internet Archive.

En el teatro Adriano se presenta como primera figura haciendo la Gilda de la ópera Rigoletto y en el Intra Teatre Sociale, canta La Sonámbula Dirigiéndose al periodista que a su regreso la entrevista para el Diario de la Marina, Zoila concluyó: “Como usted verá en los periódicos que le entrego, triunfé en la Ciudad Eterna.”[15]

La noticia sobre los éxitos de Zoila en Roma atraviesa el Atlántico y llega a los Estados Unidos.  La revista especializada estadounidense Musical America inserta un despacho noticioso fechado en la capital italiana el 13 de julio de 1922 bajo el título: Artista negra hace reverencia inicial en Roma:   “El evento de la semana fue el concierto ofrecido por Zoila Gálvez, pianista y soprano; Cunego, tenor, e Izal, barítono.  Mlle. Gálvez es una artista negra de La Habana, el uso de su voz es juicioso y encantador. Reveló su excelente musicalidad en arias de ‘Lakmé’, así como en extractos de Verdi, Bellini y Bizet. Los artistas que le asistieron, conocidos por su trabajo operístico aquí, hicieron un excelente trabajo.”[16]

 

Zoila en 1929.  Archivo de la autora.

En Italia recorrió Venecia, Florencia, Nápoles y otras importantes ciudades. Viaja a Francia, donde permanece 10 días y asiste a un breve curso como oyente-visitante en el Conservatorio de París.  De ahí pasa a   Londres y luego a España, donde recibe clases del reconocido tenor ya retirado Francisco Viñas. Tras una breve estancia en Nueva York, donde toma clases del profesor Oscar Sangers, regresa triunfal a La Habana.

Los orígenes

Con escaso o ningún acceso a la información sonora, a ninguna mujer cubana negra se le había ocurrido desafiar la barrera del color en un arte eminentemente clasista y por lo mismo, considerado patrimonio y signo de status de las capas sociales más adineradas y por consiguiente, blancas, en una ciudad que, en cuanto a música, se había colocado a la cabeza de las urbes latinoamericanas por donde desde 1916 pasaba las mejores compañías de ópera, gracias al buen hacer del empresario Adolfo Bracale.

Nacer en 1899, en momentos de cambios trascendentales en uno los últimos países coloniales en abolir la esclavitud, y el año mismo en que se produce la intervención norteamericana en la última guerra de los cubanos por independizarse de la metrópolis española, y que frustra la victoria plena del Ejército Libertador, marcará la singularidad de los destinos de la joven, que recorrerán los mismos caminos que va construyendo la emergente nación, asumiendo la herencia paterna que la identifica con sus orígenes y con los sentimientos libertarios.

Al finalizar el siglo XIX y casi a punto de proclamarse la República, el coronel del Ejército Libertador José Gálvez era el Alcaide de la Cárcel de Guanajay, una pequeña ciudad a 45 Km. de la capital cubana, en la entonces provincia de Pinar del Río. Nacido en Santa Clara en 1863, había operado durante la guerra en aquella provincia a las órdenes de los hermanos generales Vidal, Juan Eligio Ducassi, Pedro Díaz y del Lugarteniente General Antonio Maceo[17].

La cárcel que dirigía disponía del único hospital de la zona de Guanajay, que, como era usual, debió extender sus servicios también a la población. Estos antecedentes podrían explicar que la hermosa niña hija del coronel Gálvez y su esposa, Luisa Pérez, naciera en el hospital de aquel reclusorio, el 19 de marzo de 1899.  Los padres la nombran Josefa Zoila, y era muy poco probable que pudieran imaginar lo grandioso que vendría después para la recién nacida, aunque el coronel se empeñaría para que algo sucediese:

Me contaba que de pequeño, frente a su casa vivía una española pianista y él se sentaba, en los escalones, a escucharla tocar, pensando que, cuando tuviera hijos, éstos serían músicos.[18]-contaría Zoila décadas después.

José Gálvez lleva con orgullo su ascendencia africana y su condición de mambí. Finalizada la guerra, se une al Comité de Acción de los Veteranos de Color[19] en Pinar del Río, y muy pronto se involucra en los vaivenes políticos en la naciente república del lado:  en 1908 es postulado a Representante a la Cámara por el Partido Conservador de la provincia de Pinar del Río[20], pero no obtuvo el escaño.  Era un hombre peculiar capaz de mostrar valentía y decisión para gobernar una cárcel, optar por la acción política y al mismo tiempo, no ocultar sensibilidad para la música, ni su proclividad a las artes y apoyar iniciativas para su fomento.

Según el Diario de la Marina, Gálvez fue uno de los promotores de la institución cultural Sociedad Bella Unión de Santa Clara, ciudad donde nació, de la que fue su primer secretario al fundarse en 1881. Cuando el domingo 12 de mayo de 1918 la sociedad declaraba a su padre como Hijo Ilustre de la ciudad, Zoila canta en el acto solemne en su honor. Estuvo presente Generoso Campos Marquetti, Representante a la Cámara, uno de los héroes mambises negros de la última contienda y varios antiguos guerreros.[21]

Siempre recuerdo a mi padre por la constante preocupación que volcó en mis estudios.  Él había nacido esclavo, de madre doméstica, y tuvo la extraña suerte de que sus amos lo bautizaran libre, criándolo y educándolo con esmero, como otro hijo de la casa.  Como por ese tiempo no admitían negros en la universidad, le dieron acceso a la biblioteca de la casa y, de esa manera autodidacta, alcanzó una amplia cultura, a pesar de que muy joven, ya a los 17 años, estaba incorporado a la lucha por la independencia, siendo el miembro de menor edad del Estado Mayor de [del Lugarteniente General] Antonio Maceo[22]-contaría Zoila.

Zoila queda huérfana de madre a los 2 años.  La madre que sus sentidos conocerán y a quien querrá con idéntica consideración será Justa Cuevas, la segunda esposa del coronel mambí que quería que su hija fuera una virtuosa pianista y apoyará decididamente no solo a su esposo, sino a la artista en ciernes, que los 6 años recibe del padre el regalo de un piano como premio a sus positivos resultados docentes. Ambos propician que las primeras clases de música las reciba, viviendo aún en Guanajay, del español José Menéndez Araizaga, cuyo conservatorio estaba incorporado al del Maestro Hubert de Blanck, en La Habana. Es este profesor el primero en descubrir las dotes vocales de la pequeña de 8 años, a quien aconsejó tomar en serio sus cualidades vocales e iniciar los estudios formales de canto.[23]

…Ahí comenzó mi carrera como cantante. Quizá resulte paradójico. Es que, en verdad, el instrumento no me agradaba y, para soportar los ejercicios, hacía lo que deseaba:  cantar al unísono arpegios, escalas, de todo. Hasta un día.  El profesor le dijo a mi padre: “Oiga, coronel, no permita que la niña pase el tiempo cantando, porque se va a estropear la voz”. Y entonces, me callaban cada vez que abría la boca.  ¡Cómo me molestaba!” Mas después, comprendí que por esa casualidad salvaron el futuro de mi carrera.”[24]

La familia se muda a la capital en 1910 y el coronel, con su prestigio de mambí y una destacada actividad política y ejecutiva tanto en la provincia, como en el ámbito municipal, continúa su actividad partidista, al tiempo que trabaja en el gobierno local, en puestos más bien de bajo nivel. Sin embargo, todo redundó en beneficio de su familia y sirvió de ayuda en los inicios de la carrera de Josefa Zoila.  El coronel Gálvez vuelve a postularse como Representante a la Cámara por el Partido Conservador por la provincia de La Habana. Esta vez, tampoco consigue el escaño.

Zoila con Gonzalo Roig y -presumiblemente- Virgilio Diago, y la orquesta dirigida por el primero. Años 20. Archivo de la autora.

Más tarde le entregan la jefatura del Dpto. de Limpieza de Calles de la Secretaría de Obras Públicas durante los gobiernos nacionales del General Mario García Menocal y del Dr. Alfredo Zayas.[25] Aunque la prensa de la época solía ser pródiga en elogios a veces inmerecidos, con desmesuradas florituras literarias, en el caso del coronel Gálvez parece que eran ciertos y compartidos por gran número de parroquianos, más allá de los estratos del poder político y mediático: según refieren, el coronel era caballeroso, popular en su elegancia, y asequible como jefe.[26]

Todo esto va a ayudar a Zoila y también a quienes más de un siglo después pretendemos recorrer su camino vital, pues la prensa, en particular el medio principal -el Diario de la Marina– hace guiños al coronel y va reflejando en profusas noticias el crecimiento de su hija desde sus años estudiantiles.

En La Habana, Zoila comienza a estudiar piano con los profesores Francisco Morales y señora Henreaux[27], y en esa prensa se encuentran las primeras referencias de su participación, con solo 15 años, en algunos eventos sociales. La primera aparece el 11 de marzo de 1914 animando el acto en la Escuela Pública No. 12 por el primer aniversario del Desayuno Escolar, una iniciativa promovida por Mariana Seva, esposa del Presidente de la República Mario García Menocal. Zoila, junto a otras alumnas, compone un diálogo recitado especial para la ocasión e interpreta en el piano la barcarola Sin ti.[28]

En 1916 surge la revista literaria ilustrada Labor Nueva, uno de los primeros medios de prensa creados y dirigidos por negros cubanos “…-en nuestro propósito de estimular a la raza de color para que eleve su nivel moral, intelectual y económico; y en el esfuerzo que haremos, con el mayor celo y constancia, para mostrarla como un exponente de la cultura de esa misma raza.”[29] Labor Nueva identifica a la Zoila aún adolescente como alguien que prestigia a la comunidad a la que va dirigida la revista.

En su número 10 de ese año, en una pretendida crónica social sobre la fiesta de cumpleaños de Gloria María de la Cuesta, hija del abogado Ramiro de la Cuesta, uno de los profesionales negros más destacados entonces, se menciona a Zoila entre las jóvenes asistentes: “nos deleitó con la delicadeza de su voz” -señala el anónimo cronista.[30] Reseña el brillante resultado de sus exámenes de graduación el 31 de mayo de 1916 en el Conservatorio Hubert de Blanck, como maestra de teoría y solfeo con la profesora Rafaela Serrano, y de piano, al año siguiente con el propio Maestro De Blanck.[31]

Zoila continúa participando y cantando en cuanta actividad puede y la invitan, en paralelo a las clases que recibe. Canta y toca el piano en los salones del Club Atenas y de la Unión Fraternal, las más importantes sociedades negras de instrucción y recreo. Las noticias hablan de un febril deseo de superación personal: adquirir la cultura más amplia era una de las metas soñadas. Alcanza el tercer año de bachillerato y estudia Psicología y Estética de la Música.[32]  En 1917 matricula en algunos de los cursos organizados por la Sección de Bellas Artes del Ateneo de La Habana: en los de armonía y pedagogía musical, que imparten los profesores Ramona Sicardó y Gaspar Agüero.[33]

Mientras entonaba lo que sus dedos ejecutaban sobre el teclado, Zoila supo que el canto le podía más. Era completamente improbable que su camino fuera solamente el piano, y estaba resuelta a defender lo que quería hacer: cantar óperas. Solo una determinación irreductible, y la tozudez de su visionario padre pudieron lograrlo. Así, pudo matricular en la Academia Filarmónica Italiana de La Habana que dirigían los esposos Tina Farelli y Arturo Bovi.  Eran los mejores pedagogos y lo más prestigioso en su género en la capital cubana y los mismos que la instan a estudiar en la cuna del bel canto: Italia.

Era época de vacas gordas en la economía cubana, lo que encontró reflejo en la vida social y cultural.  La Habana se había convertido en la meca latinoamericana del canto lírico, donde se presentaban los más afamados cantantes internacionales, gracias a la efectiva gestión del empresario italiano Adolfo Bracale, que desde 1916 presentó allí a las mejores compañías y solistas de ópera.  La nueva década abre con lo que, sin dudas, es el acontecimiento del año:  el famoso tenor Enrico Caruso llega a La Habana a bordo del vapor Mascotte el 5 de mayo de 1920 que hacía viajes de Key West a la capital cubana, acompañado de la soprano María Barrientos, el barítono Ricardo Strachiari, el director musical Salvatore Bucito y otros varios artistas.

En la cultura popular se está produciendo una verdadera revolución: marcada por la fiebre del son y el creciente reconocimiento del componente y aporte negro a la cultura y a la nación. La llegada de la radio a Cuba representa un avance tecnológico sin precedentes. Las casas discográficas norteamericanas registran en modo creciente la vibrante vida musical cubana.

El regreso triunfal

El viaje de Zoila se había extendido casi un año. Las noticias habían llegado con rapidez y en profusión a la Isla, y a su regreso sus éxitos son festejados por instituciones, amigos y familiares, a través de múltiples homenajes: el 1 de septiembre de 1922 Zoila recibe el agasajo del Ayuntamiento de La Habana, que, mediante decreto, la nombra Hija Adoptiva de la ciudad. El 12 de diciembre en su natal Guanajay es proclamada Hija Predilecta.  También recibe el tributo del Club Atenas y la Unión Fraternal, las más prominentes sociedades de instrucción y recreo de negros y mulatos.

La entrevista a la cantante, que a su regreso publica el Diario de la Marina el 26 de septiembre de 1922, es, probablemente, la primera en ese medio a una artista afrocubana, y nos permite seguir la ruta de Zoila Gálvez en su primer periplo internacional.[34]

Sus logros, su imagen y sobre todo, su perseverancia en lograr lo que quería ser -cantante de ópera-, la convertirán no solo en una de las grandes voces del canto lírico en Cuba: también en un referente en la reivindicación de los derechos y el rol de los afrocubanos en la música, la cultura y la sociedad.

Debut en La Habana

Está lista para el siguiente escalón: su primer gran concierto en Cuba, en el teatro Nacional. La prensa ha generado una evidente expectativa, avalada por los éxitos en Europa:  el 30 de septiembre de 1922 Zoila Gálvez sube al escenario acompañada por el pianista Michael Borochowsky y una orquesta dirigida por Gonzalo Roig.  Zoila decide que el área del llamado “paraíso” en el lunetario del teatro sea con entrada gratuita para que las personas de menores recursos puedan disfrutar de su concierto.[35]  El programa que interpreta es ambicioso: con acompañamiento de piano interpreta las arias Qui la voce sua soave, de Il Puritani (Bellini) y Ou va la jeune hindoue, de Lakmé (Delibes); Rosas y violetas, y Esperanza (J. Mauri); Otoño (G. Marino), después, con el respaldo de la orquesta, arias de las óperas La sonámbula (Bellini), Rigoletto (Verdi) y La Africana (Meyerbeer).[36]

Antes de que termine el año Zoila vuelve al escenario del Nacional para un concierto de despedida antes de partir a su próximo viaje.  Esta vez, la acompaña el pianista Isidro Corzo y una orquesta dirigida de nuevo por Gonzalo Roig.[37] Se había presentado ya en el teatro Sauto en la Fiesta de la Canción Cubana, donde compartió cartel con Hortensia Valerón, una de las estrellas del Teatro Alhambra, los trovadores Floro Zorrilla, Juan Cruz y Miguel Zaballa y el tenor Mariano Meléndez, entre otros.

Estados Unidos. La primera frustración

Imparable, Zoila continúa su plan. Es su segundo viaje a Estados Unidos, pero será la primera gran frustración. El 27 de diciembre de 1922, en el vapor Esperanza, Zoila y su madre ponen rumbo a Estados Unidos, llegando a Nueva York el 2 de enero de 1923.  El columnista del Diario de la Marina alude al motivo del viaje: presenciar la temporada de ópera en Nueva York donde actúan dos de las mejores sopranos de coloratura del momento: la española María Barrientos y la italiana Amelita Galli-Curci, pero Zoila tiene un propósito mayor: conquistar la plaza e intentar repetir los éxitos alcanzados en Italia.

Aeolian Hall en la década de los 20 del pasado siglo.  Foto: gothamcenter.com.

Conocía la cubana la situación de sus iguales en el país al que viajaba.  Sabía de la vigencia de las humillantes leyes segregacionistas conocidas como Jim Crow; que no había precedentes significativos, no parece que alguna soprano afroamericana se haya atrevido antes a conseguir un contrato en un teatro dedicado a la ópera (de hecho, habría que esperar a 1939, 17 años después, para que Camilla Williams pasara a la historia por ser la primera afroamericana en lograrlo), pero aun así, empecinada, decide enfrentar la singularidad y lanzarse a sí misma el reto. Lleva además, recomendaciones importantes desde París. Décadas después, la propia soprano contó lo ocurrido  en una audición a ciegas, narrada en un texto autobiográfico, que publicó la revista cubana Revolución y Cultura:

“Iba pletórica de ilusiones.  Me enviaba mi agente francés, recomendada a otro compatriota radicado en los Estados Unidos, para que me oyera y me propusiera a alguna compañía de renombre.  Luego de escucharme, solicitó representarme, lo cual acepté.  Entonces me preguntó: “Usted se atrevería a participar en unas pruebas ante los más significativos managers en las que cantarán unas doscientas intérpretes?” Naturalmente, respondí con un rotundo sí. Confiaba en mi voz y en el nivel adquirido tras rigurosos estudios. En el Aeolian Hall, uno de los principales teatros de ópera, se realizaron las presentaciones, respaldadas por una orquesta de cine profesores, sin ensayo previo.  Era una prueba durísima. Escogí el ‘Vals de las sombras’, de la ópera ‘Dinorah’, de Meyerbeer. En esa obra, la protagonista, además de cantar, debe actuar, insuflando emoción y expresividad a la entrega. Y, como estaba tan esperanzada, traté de dar lo mejor de mí.

 Cuando terminé mi interpretación -solo permitían una obra y no se podía aplaudir-, uno de los empresarios sorpresivamente me pregunta: “Señorita, ¿usted se atrevería a cantar “Las campanelas”?” Lo hice y noté que estaban impresionados. Había sido la única en efectuar una prueba doble.  Algo debía suceder, pensaba al salir del teatro. Aun cuando fuera también la única no blanca entre todas las concursantes. Iba comentando con mi madre, llena de ilusiones, mi posible éxito, cuando en las cercanías del Aeolian Hall, se acerca uno de los mejores empresarios y, sin delicadeza alguna, le dice en inglés a mi madre: “Señora, ¿quién le mandó a tener una hija tan negra, con una voz tan maravillosa?” Ese fue el colofón de mis aspiraciones. Había chocado contra el muro del racismo.  Me viré y le contesté: “Llegará un día en que el factor raza no sea un obstáculo para nadie.” No me doblegué, pero al llegar a la casa era un mar de llanto. Me había golpeado la injusticia contra la que tuve que luchar durante años de carrera operática en Norteamérica y aún en la misma Cuba. Más algo me satisface, y es comprobar que no estuve errada en mi respuesta al empresario norteamericano.”[38]

Durante ese viaje a Nueva York decide tomar clases de canto y repertorio con Madame Palmonave, una prestigiosa pedagoga de origen europeo. Zoila referirá después que, a pesar de las gestiones de la propia Madame Palmonave, que la acompañó a establecer contactos con agencias, compañías y teatros, las puertas se le cerraron sistemáticamente.  Todos reconocían su hermosa voz y su cuidada técnica, pero todos señalaban el impedimento racial.[39] Desalentada, pero no vencida, regresa a La Habana.

En los inicios de radio cubana

En mayo de ese año 1923, Zoila ya está de vuelta, hace menos de 1 año que se ha inaugurado la radio en Cuba y se presenta en una de las primeras emisoras, la 2MG de los hermanos Salas, donde interpreta las canciones Addio Terra Nativa de La Africana y Para ti, acompañada del pianista Carlos Fernández.[40] A partir de ahora, la radio será uno de los espacios donde Zoila exhibirá su talento y uno de sus mejores aliados. Preguntada en 1942 por la revista Bohemia años después, Zoila diría: “Para mi lucimiento personal, yo no tengo preferencia alguna de género. Pero dadas las actuales circunstancias, del concierto, el radio y la ópera, prefiero el radio por su mayor extensión, si no puedo actuar de otra manera más directamente respecto de las grandes masas del público” [sic][41]

Francia y España, sueños y más frustraciones

 Zoila comprende los límites que el ambiente criollo y su condición de afrocubana imponen al bel canto y a la magnitud de sus sueños de realización. Lo suyo no era la zarzuela, ni el teatro vernáculo: era la ópera. Sabe que tiene que validarse fuera de Cuba y seguir aprendiendo. De nuevo a expensas de su padre, Zoila y su madrastra Justa ponen rumbo a Europa, donde permanecen varios meses.  La primera parada es en Francia.  El 5 de enero de 1925 canta en la legendaria Salle Pleyel, de París. [42] Y vuelve a España.

Llevé una carta de presentación para el Conde de Casa Lombillo, cubano, relacionado con toda la aristocracia de la Corte.  A los tres días de estar en Madrid comí en su casa con los dos hijos del General Primo de Rivera, que son sobrinos suyos, y, gracias a su gentileza y su influencia se me abrieron todas las puertas -contó Zoila a la periodista Isabel Margarita Ordetx -. Aún sin haber hecho mi debut oficial ante aquel público, tuve un contrato para cuatro audiciones mensuales por radio, que si bien no eran espléndidamente remuneradas, pues me las pagaban a cincuenta pesos, era un contrato ventajoso para una artista desconocida allí.  Iba a hacer mi presentación en ‘Lakmé’, en un beneficio para los soldados de Melilla, habiéndome mandado a buscar la secretaria de la Reina que, desde luego, patrocinaba la fiesta, para pedirme que hiciera la protagonista. [43]

Zoila Gálvez a finales de los años 20 del siglo pasado. Archivo de la autora.

En España queda la huella de sus presentaciones en lo que, al parecer, fue su escenario posible: la radio, inaugurada en ese país apenas 6 meses antes, el 10 de noviembre de 1924 y dos años después que en Cuba.  El periódico madrileño El Liberal anuncia la presencia de Zoila en Radio Ibérica cantando en un programa variado el 24 de mayo de 1925.[44]  El Imparcial, también de Madrid, detallaba el programa de ópera y canciones criollas:  Lakmé (Delibes), Quiéreme mucho (Roig), Linda cubana (Sánchez de Fuentes) y Luccia.  Las presentaciones de Zoila en la radio española continúan anunciándose en periódicos como El siglo futuro, que menciona su breve recital radial el 18 de agosto en Unión Radio-Madrid, cantando Solitudini amiche (Mozart), El majo discreto (Granados) y La hija de Cuba (José Mauri), No lloréis, ojuelos (Granados), Berceuse; Dinorah: Ombre Légère (Meyerbeer).[45]

Actuaciones de Zoila Gálvez en la radio española, anunciadas por el periódico «El siglo futuro». Madrid, 17 de agosto de 1925.  Consultado en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital.

Días después, el 6 de setiembre se vuelve a presentar en Unión Radio en Madrid, interpretando dos canciones cubanas: Linda cubana (Sánchez de Fuentes), Mi alma es… (Gonzalo Roig). Además, Amar y sufrir (Jordá), C’era un re, un re di Thule, escena y aria de Fausto (Gounod); I pescatori di perle (Bizet); Leyenda valaca (Braga) y Ah! Fors’e lui, escena y aria de Traviata (Verdi).[46]  Desde muy temprano Zoila incorpora siempre otro rasgo más de identidad:  piezas de autores cubanos a sus repertorios internacionales, lo cual seguirá siendo una de sus más acusadas características.

Aprovecha su estancia para tomar clases de perfeccionamiento vocal y repertorio en Barcelona con el famoso tenor Francisco Viñas, ya retirado entonces y dedicado al magisterio, y con el maestro Simonetti, profesor de estilo y repertorista de la famosa soprano catalana María Barrientos.[47]

“Estaba loca de alegría viendo tan próxima la realización de todos mis sueños, pero la función [la fiesta patrocinada por la Reina] iba a ser para fines de octubre, y a fines de septiembre recibí un cable comunicándome la gravedad de mi padre”– contó Zoila a la periodista Ordetx.[48]

Zoila, con su madre, decide regresar a Cuba, y cuidar del coronel Gálvez mientras sobrevive enfermo cerca de un año. Pocas presentaciones hace la joven soprano en estas circunstancias, entre ellas, el concierto que ofrece el 28 de marzo de 1926 en el teatro Nacional, patrocinado por el Presidente de la República Gerardo Machado, en el que la acompañan los pianistas Oscar Calle y Salomón Dalkaman y la Orquesta Sinfónica que dirige Gonzalo Roig. Canta Charmant Oiseau – La perle du Brésil (F.David), con la participación del flautista Roberto Ondina; Cantares (J. Turina), Martí, de La novia lejana (J. Anckermann), Eres tú (G. Roig), entre otras.[49]

El coronel José Gálvez muere el 20 de septiembre de 1926 a los 63 años de edad y en el funeral le son tributados todos los honores correspondientes a su rango mambí y al aprecio civil de que gozaba.  En entrevista con la periodista Isabel Margarita Ordetx casi 3 años después, Zoila narra lo que de inmediato representó para ella prescindir de la presencia tutelar de su padre, sumando al luto sentido la llegada de dificultades materiales inesperadas:  “El pobre papá se había postulado para Representante, y estas campañas, cuando son infructuosas, representan una verdadera ruina, y después, él, que era tan blando de corazón, se le ocurrió abrir un hotel con lo poco que le quedaba y en ese hotel todos vivían, pero pocos pagaban, hasta que el negocio absorbió los últimos restos de su capital, y además, ni mi madre ni yo hemos podido conseguir que se nos pague su pensión de Coronel del Ejército Libertador. No pude volver a Europa, pues no disponíamos de suficientes medios para ello.”[50]

 El prestigio legendario del coronel Gálvez no alcanzó a protegerla del todo después de su muerte: la condescendencia con el legendario veterano parecía haber terminado, a juzgar por la sucesión de acontecimientos de los que prensa daba escuetas, pero precisas noticias.  Zoila enfrentará arbitrariedades y humillaciones que comenzaron, al parecer, con la decisión de los tribunales de negarle a priori la pensión que por ser hija de mambí le correspondía, alegando que ya era dueña de un inmueble. No se quedaría de brazos cruzados y emprendería un litigio por lo que consideraba merecía. Vendrían después una cesantía de la plaza de profesora auxiliar de canto en la Escuela Municipal de Música, donde había comenzado solo 15 meses antes; y hasta una acusación por la tenencia de unas partituras.

Pero nada la detendría en la búsqueda del lugar que quería como profesional. Con el poco dinero que tenía, Zoila decide marchar de nuevo a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.  Próxima ya su partida ofrece un recital en el Teatro Principal de la Comedia, acompañada por Virgilio Diago, Roberto Ondina, Vicente Lanz y las hermanas Aminta y Zenaida de la Cuesta, en el violín, flauta y piano, respectivamente.

Grabaciones para Columbia Records

A los años 1925-1926 adjudica el discógrafo e investigador Cristóbal Díaz Ayala el único disco grabado por Zoila de que se tienen noticias. Esta presumible fecha la convierte en la primera cantante lírica afrocubana en grabar un disco, a quien seguirá Rita Montaner con sus primeras grabaciones de 1928. Acompañada por un pianista no identificado, el disco de 78 rpm del sello Columbia, con referencia Co2250x incluye dos canciones cubanas que fueron recurrentes en el repertorio de la soprano: el capricho Para ti, de Gonzalo Roig (matriz AC 93589) y la criolla Linda cubana, de Ernesto Sánchez de Fuentes (matriz AC 93600). Es la única posibilidad que tenemos, hasta ahora, de escuchar la voz de Zoila en años próximos a su gran éxito en Milán, Roma y París.

(Colaboración de la Colección Díaz Ayala en la Universidad Internacional de la Florida)

A Nueva York

El 18 de octubre 1927 Zoila y su madre llegan a Nueva York a bordo del vapor Orizaba.  Allí los espera Osvaldo, medio hermano de Zoila.  La soprano no encuentra otra posibilidad inmediata de trabajo que la que le ofrece Rang-Tang, el recordado musical afroamericano de Broadway con la famosa pareja de cómicos musicales Miller and Lyles como figuras principales, y donde Zoila pasaría todo un año. Flournoy Miller es una de las figuras seminales en el desarrollo del teatro musical afroamericano en Broadway y como su pareja en el escenario, Aubrey Lyles, fue actor de vaudeville, compositor y guionista.[51]

Rang-Tang es una de las memorables producciones musicales del llamado Broadway Negro en sus años dorados.  La música estuvo a cargo de Ford Dabney; Charlie Davis hizo las coreografías y Miller asumió la dirección Su estreno mundial ocurre el 12 de julio en el Royal Theater, donde llega a las 119 presentaciones, incluyendo la temporada extra realizada en el teatro Majestic.  Su éxito llevó el musical a numerosas ciudades de Estados Unidos.

Pero Rang-Tang no era ópera. No era donde Zoila veía su realización. Aun así, aceptó con actitud realista la posibilidad y recorrió el territorio de la Unión con la compañía de Miller & Lyles, eso sí, enmarcada en su estilo y apegada a lo operático. De su presencia en el elenco de Rang-Tang, dan fe sendas notas aparecidas en periódicos locales: al reseñar la actuación en el Tremont Theater el 21 de noviembre de 1927, el periódico The Boston Globe, en su edición del día siguiente, comentaba: “Una joven dama llamada Zoila Gálvez, cuyo nombre no estaba incluido en el programa, apareció en un breve número intercalado. Aclamada en la ópera en Europa tras una gira triunfal, la señorita Gálvez mostró una voz pequeña, pero exquisitamente dulce y de gran rango, que habría sido más apreciada si no hubiera estado acompañada por las travesuras de “King Samuel”. Sin duda, se considerará aconsejable en lo sucesivo presentar a una cantante tan necesaria como ella en algún momento más oportuno.”[52]

En los programas o playbill de «Rang-Tang» consultados Zoila no aparece en el elenco principal.  Playbill del teatro Magestic.  1927. Consultado en www.worthpoint.com

Al día siguiente, el teatro Hollies Street acoge una función especial dedicada a los veteranos de guerra discapacitados. El mismo periódico escribía acerca del programa:  “Una serie de negro-spirituals ofrecida por una docena de cantantes de color hizo que la sala se viniera abajo.  Su versión de “Theah Ain’t No Hidin’Place Down Theah” fue uno de los grandes éxitos de la tarde.  Las cantantes fueron asistidas por Zoila Gálvez, que hace su primera presentación en este país, y por Marian Harris. La filosofía de Miller and Lyles de la compañía Rang-Tang motivó a la audiencia y provocó otra ronda de aplausos![53]

De la actuación en el Court Theater de Jamaica, en Queens, Nueva York, en enero de 1928 quedó este comentario en The Brooklyn Daily Eagle: “Los cantantes también son excelentes, especialmente Josephine Hall, Gilbert Holland y Evelyn Kyes.  Y la canción francesa que en solitario interpreta Zoila Gálvez, es realmente maravilloso.  Por qué a esta cantante, que tiene realmente el aplomo de una artista, se le pidió hacer tan poco, es todo un misterio.” [54] De estas notas queda claro cuál fue la participación de la Gálvez en la compañía que presentaba Rang-Tang: era una suerte de artista invitada, que, por su ostensible calidad resultó escasamente aprovechada para el resultado final de la compañía. International Broadway Data Base, el repositorio oficial digital sobre la historia de los musicales de Broadway, no recoge la presencia de la Gálvez junto a la compañía de Miller y Lyles en 1927-1928, a pesar de que ella misma dio fe de que recorrió prácticamente todo el país integrando de esta manera su elenco.

Zoila Gálvez en la troupe de Rang-Tang, destacada en The Boston Globe, 22 de noviembre de 1927. Consultado en www.ancestry.com

La prensa newyorkina se detiene una vez más en la Gálvez en este viaje a USA, reseñando su actuación en el programa musical presentado en la Grace Church (Iglesia de Gracia), de denominación episcopal: “La audiencia fue numerosa, compuesta esencialmente por cubanos y el grupo hispanoparlante de Harlem. La señorita Gálvez es una artista con una personalidad y una voz encantadoras; su acompañamiento también fue de excelente calidad.”[55]

Esta temporada norteamericana vinculada a otros modos expresivos impacta en el repertorio de la Gálvez que incorpora varios negro-spirituals, que a partir de ese momento tendrán presencia en su trabajo vocal.

Fue todo lo que pudo lograr en Estados Unidos.  No encontró ni mecenas ni patrocinadores que se decidieran a financiar su carrera para lograr contratos en los escenarios y compañías adecuadas a sus aspiraciones. El 2 de agosto de 1928 llega de regreso a La Habana desde Nueva York a bordo del vapor Manchuria. El saldo de este viaje lo intenta resumir al año siguiente en la citada entrevista con Isabel Margarita Ordetx, al lamentar no disponer de los recursos suficientes para marcharse a Europa:

“…tuve que conformarme con ir a los Estados Unidos, donde he estado trabajando hasta ahora, que he venido a ofrecer este concierto[56], y ver si podía arreglar lo de la pensión de papá.  En los Estados Unidos tengo trabajo, pero usted sabe los prejuicios tan arraigados que allí existen, y aunque en Europa pagan peor, yo prefiero ganar menos, y que me traten como a “alguien”. Además, allí quieren asignar a cada cual el género que creen debe cantar, y yo no siento ni me gusta el género que quieren que yo haga.”

Poco después, el 5 de septiembre de 1928, las sociedades de color homenajean al Presidente de la República, Gerardo Machado, con una gala en el teatro Nacional, donde Zoila canta La perla del Brasil, acompañada de la pianista Aminta de la Cuesta y el flautista Roberto Ondina, en un cartel que completan el violinista Virgilio Diago y la Orquesta Sinfónica dirigida por Gonzalo Roig.[57] Eso no impidió que Zoila tomara conciencia de la rápida transición del gobierno machadista a una dictadura y actuara en consecuencia, apartándose de cualquier gesto que pudiera interpretarse como un tácito respaldo.

Aunque no clasifica como las conocidas como “sopranos de Lecuona”, el 26 de agosto de 1928 Zoila integra el elenco de La Tierra de Venus, que sube a la escena del teatro Martí por la compañía de espectáculos que dirige el gran compositor y pianista.  En los roles principales la prensa cubana señala a María Fantoli, Hortensia Coalla, Conchita Bañuls, Carmencita Alfonso y Margarita Cueto, no así a Zoila.

La de los años 20 fue sin dudas, la década dorada para Zoila Gálvez. Además de sus triunfos internacionales, Zoila Gálvez ya ha cantado en los más importantes teatros cubanos:  el Sauto en Matanzas, Milanés en Pinar del Río, Oriente en Santiago de Cuba, Principal en Camagüey; en el Principal de la Comedia y el Lyceum, además del Nacional en La Habana.  En Cárdenas, canta en el Conservatorio Falconi.  También en su Guanajay natal lo hace en el teatro Cinta y en la iglesia parroquial, participando de manera regular en las festividades Cristo Rey y San Hilarión, Santo Patrón de la villa, donde se le recuerda cantando Ave María (Millard), Plegaria (Álvarez) y otras, noticia que era difundida cada vez por el Diario de la Marina. En la segunda mitad de los 20 es presencia habitual en los conciertos patrocinados por el Diario de la Marina  y transmitidos a través de la CMW.

El Maestro Gonzalo Roig ha sido el director que con mayor frecuencia ha estado al frente de las orquestas que la han acompañado – Sinfónica, Siboney.  Zoila ha contado además con el respaldo de importantes instrumentistas, como el flautista Roberto Ondina, el violinista Virgilio Diago y los pianistas Vicente Lanz, Oscar Calle, Hilda Fortuny, Zoe Carbonell, Salomón Dalkaman, Aminta, Gloria y Zenaida de la Cuesta, Oscar Lorié, además de los ya mencionados.

Junto al canto, en la segunda década de los 20, Zoila va a jugar un rol importante en los afanes de un grupo de profesionales, músicos, escritores y artistas que reivindican el papel y lugar del negro en la formación de la nación y su cultura, en lo que hoy se conoce como Movimiento Afrocubano, que concretará su expansión en el siguiente decenio.

[CONTINUARÁ]

Agradecimientos muy especiales a Jaime Masó, Enrique Río Prado, Jaime Jaramillo, Verónica González, Ulises Hernández, Iván Giroud, Linda Mirabal, Jorge Rodríguez, Miguel Barnet, Luis Ernesto Doñas, Ahmed Piñeiro, Jorge Fuentes, Milagros Muñoz y Juan Piñera.

Notas

[1] Don Galaor: Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 de marzo de 1942. Pag. 36.

[2] Don Galaor: Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 13 de septiembre de 1931. Pag. 43.

[3] Hija adoptiva de La Habana. En Diario de la Marina. 7 de septiembre de 1922. Pag. 12

[4] Don Galaor:  Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 marzo 1942. Pag. 36

[5] Lista de pasajeros consultada en www.ancestry.com. También: Movimiento social. En Diario de la Marina, 26 de septiembre de 1922. Pag. 16.

[6] Don Galaor:  Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 marzo 1942. Pag. 36

[7] Movimiento social. En Diario de la Marina, 26 de septiembre de 1922. Pag. 16.

[8] La Gazzete de Milán, citado por Don Galaor en “Zoila Gálvez”. Bohemia. 1 de marzo de 1942.

[9] González, Jorge Antonio:  Ob. Cit. Pag. 46

[10] Gálvez, Zoila: La realidad y el recuerdo. Clip de prensa sin identificar conservado en los archivos del Museo Nacional de la Música de Cuba. Presumiblemente, de la revista cubana Revolución y Cultura.

[11] Don Galaor. Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 de marzo de 1941. Pp. 36 y 37

[12] Alessandro Moreschi (1858-1922) fue el único castrati que pudo hacer grabaciones fonográficas en solitario. Se retiró en 1913.

[13] Don Galaor. Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 de marzo de 1941. Pag. 37.

[14] G.-L.Garnier: Le Mouvement musical à l’Étranger. Italie.  En Le Ménestrel.  París, Francia. 14 de julio de 1922. Pag. 305. Consultado en Gallica.bnf.fr

[15] Don Galaor. Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 de marzo de 1941. Pag. 37.

[16] Negro Artist Make Initial Bow in Roma.  En revista Músical America. Vol. XXXVI. 29 de julio de 1922. Pag. 11.

[17] Crónica Social. El Coronel José Gálvez. En Diario de la Marina, 22 de septiembre de 1926. Pag. 22

[18] Gálvez, Zoila: La realidad y el recuerdo. Clip de prensa sin identificar conservado en los archivos del Museo Nacional de la Música de Cuba. Presumiblemente, de la revista cubana Revolución y Cultura.

[19]Anónimo:  Veteranos de color. En Diario de la Marina, 17 de junio de 1902. Edición de la mañana. Pag. 2

[20] Véase: Diario de la Marina, 29 de septiembre de 1908. Pag. 8.

[21] En Santa Clara. En Diario de la Marina, 14 de mayo de 1918. Pag. 12

[22] Gálvez, Zoila: La realidad y el recuerdo. Clip de prensa sin identificar conservado en los archivos del Museo Nacional de la Música de Cuba. Presumiblemente, de la revista cubana Revolución y Cultura.

[23] González, Jorge Antonio:  Mis recuerdos de Zoila Gálvez, una voz, una lucha. En revista Clave. La Habana, Cuba. Abril-Junio 1989. Pag. 46.

[24] Gálvez, Zoila:  Gálvez, Zoila: La realidad y el recuerdo. Clip de prensa sin identificar conservado en los archivos del Museo Nacional de la Música de Cuba. Presumiblemente, de la revista cubana Revolución y Cultura.

[25] Crónica Social. Coronel José Gálvez. En Diario de la Marina, 21 de septiembre de 1926. Pag. 22. También Crónica Social. El Coronel José Gálvez. En Diario de la Marina, 22 de septiembre de 1926. Pag. 22.

[26] Crónica social. Coronel José Gálvez.  En Diario de la Marina. 21.09.1926. Pag.22.

[27] El fallecimiento de Francisco Morales. En Diario de la Marina. 22 de diciembre de 1929. Pag. 27.

[28] El desayuno escolar. En Diario de la Marina, 11 de marzo de 1914. Pag. 14

[29] Nuestro programa. En revista Labor Nueva.  Año 1. No. 1. Pag. 4.

[30] Crónica. En Labor Nueva.  Año 1. No. 10. 30 de abril de 1916. Pag. 12.

[31] Zoila Gálvez. En Labor Nueva. Año 1 No. 17. 11 de junio de 1916. Pag. 5 y González, Jorge Antonio. Op. cit. Pag. 46

[32] Don Galaor:  Zoila Gálvez. En Bohemia. 1 de marzo de 1941. Pag. 36

[33] Labor Ateneísta. En Diario de la Marina, 18 de octubre de 1017. Pag. 9. Y: En el Ateneo. En Diario de la Marina, 8 de febrero de 1918. Pag. 7.

[34] Movimiento social. En Diario de la Marina, 26 de septiembre de 1922. Pag. 16.

[35] Espectáculos. Concierto Zoila Gálvez. En Diario de la Marina, 28 de septiembre de 1922. Pag. 8.

[36] Piñero, José: Cronología artística de Zoila Gálvez (soprano y pedagoga). Folleto. Museo Nacional de la Música. La Habana, Cuba. Marzo 1989.

[37] Espectáculos. Concierto de despedida de Zoila Gálvez. En Diario de la Marina, 17 de diciembre de 1922. Pag. 8.

[38] Gálvez, Zoila:  La realidad y el recuerdo. En Revolución y Cultural. La Habana, Cuba. Febrero 1982.

[39] González, Jorge Antonio: Op. Cit. Pp. 46 y 47.

[40] Espectáculos. En Diario de la Marina. 14 de mayo de 1923. Pag. 5

[41] Don Galaor: Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 de marzo de 1941. Pag. 36.

[42] Ha sido imposible para esta investigación encontrar más datos (programa, músicos acompañantes, etc.) sobre esta actuación, a pesar de la diversidad de fuentes consultadas.

[43] Ordetx, Isabel Margarita:  Zoila Gálvez, nuestra máxima cantante. En Diario de la Marina, 3 de agosto de 1929. Pag. 16.

[44] De Radiotelefonía. Radio Ibérica. En El Liberal. Madrid.  25 de mayo de 1925. Pag. 4.

[45] El sonido de las ondas.

[46] Martes 8 de septiembre de 1925 (Cartelera) En Ondas. Madrid. 6 de septiembre de 1925. Pag. 14

[47] Don Galaor. Zoila Gálvez. En revista Bohemia. 1 de marzo de 1941. Pag. 37. Pag. 37

[48] Ordetx, Isabel Margarita:  Artículo citado.

[49] Coffigny Ortiz, Alberto: Crónica Social. Zoila Gálvez. En Diario de la Marina, 30 de marzo de 1926. Pag. 3

[50] Ordetx, Isabel Margarita:  Zoila Gálvez, nuestra máxima cantante. En Diario de la Marina, 3 de agosto de 1929. Pag. 16.

[51] Playbill (Programa de mano) del Majestic Theater. 1927 Miller & Lyles Rang-Tang.  Consultado en:  https://www.worthpoint.com/worthopedia/1927-miller-lyles-rang-tang-maude-1757306457

[52] Rang-Tang Speedy Show at Tremont. En The Boston Globe. 22 de noviembre de 1927. Pag. 13

[53] Performance for Disabled Veterans Packs Hollis.En The Boston Globe.23 de noviembre de 1927. Pag. 7.

[54] Jamaica Sees Rang-Tang. En The Broooklyn Daily Eagle. 10 de enero de 1928. Pag. 32.

[55] Church Activities in Greater New York. En The New York Age. New York. 26 de mayo de 1928. Pag.5.

[56] Se refiere al concierto en el teatro Nacional, auspiciado por el Club Atenas.

[57] Homenaje de La Habana en honor del Presidente. El Club Atenas. En Diario de la Marina. 3 de septiembre de 1928. Pag. 9.

© Rosa Marquetti Torres

Alquízar, Cuba. Soy una apasionada de la historia de la música y los músicos cubanos, de la memoria histórica y de asegurar su presencia historiográfica en las redes. Me gusta la investigación. Trabajo además en temas de propiedad intelectual y derechos de autor. Escucho toda la música... y adoro....la buena. Desmemoriados... es la interaccción. Todos los artículos son de mi autoría, pero de ustedes depende que sean enriquecidos.

3 Comentarios

  • madi cristina barrena

    Estimada senora Marquetti Torres: Muy impresionada por sus escritos sobre Zoila Galvez, quien conoci no solamente porque viviamos muy cerca; pero tambien por su amistad con mi abuela la pianista camagueyana Carmen de la Torre, profesora y compositora. Tengo informaciones importantes que me gustaria entregarselas por escrito en ralacion con mi experiencia de haber sido alumna de Zoila, quien admire y respete muchisimo. Por favor, quisiera entrar en contacto. Grasias, y bravo! Madi Cristina Barrena, pianista cuabana/americana.

  • Rosa Marquetti Torres

    Muchísimas gracias, Madi Cristina! Emocionante lo que me cuenta. La tercera parte de mi trabajo sobre Zoila estará dedicada a su historia como pedagoga, de manera que su testimonio e informaciones serán de un gran valor para mí. Me pongo de inmediato en contacto con usted a través de su email.

  • Jorge Iván Arango Lopera

    Hola, Rosa. Soy Jorge Arango, de Medellín.
    Interesante y fabulosa historia de esta cantante que triunfó hasta en donde el mismísimo Enrico Caruso había «fracasado», en su Nápoles natal.

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