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La mala suerte de Corona: Doble inconsciencia vs. la falsa Falsaria

La historia del bolero Doble inconsciencia, del compositor cubano Manuel Corona, y los títulos sucedáneos Falsaria y Oye Salomé, constituyen uno de los ejemplos más escandalosos de usurpación y ninguneo de la obra de autores cubanos por colegas e intérpretes foráneos. Esta historia no implica únicamente, en calidad de víctima a Manuel Corona, sino también a Ignacio Piñeiro. En este texto de investigación, intentamos esclarecer hechos y consecuencias de un caso notorio en la historia de la expansión de la música cubana y del derecho de autor.

El bolero de Manuel Corona

Leovigilda Ramírez era una muchacha sencilla y pobre, tanto como el bardo a quien inspirara. Es fácil saberlo, porque en los despalillos de tabaco no trabajaban mujeres que no fueran pobres. Ofrecían en muchas zonas de la isla de Cuba uno de los trabajos más precarios en la cadena industrial del tabaco, a mujeres que, por lo general, tenían muy pocas opciones laborales para la subsistencia. Fue ella la musa que inspiró a Manuel Corona (Caibarién, 17 de junio de 1880 – La Habana, 9 de enero de 1950) para que en 1900 (es el año que aporta el musicólogo cubano Odilio Urfé) compusiera el bolero Doble inconsciencia, testimonio de un hondo desengaño amoroso. Así lo contó el propio trovador al entonces joven periodista Ángel Quintero, y de este modo lo reflejó en versos:[1]

Cuán falso fue tu amor, me has engañado.

El sentimiento aquel era fingido.

Sólo siento, mujer, haber creído

Que eras tú el ángel que yo había soñado.

Cómo siento el haberte prodigado

mi amante corazón, triste y herido.

Lo has traicionado tú y hasta has vendido

Por vil metal tu corazón ajado.

¿Conque te vendes, eh?, noticia grata,

No creas que te odio y te desprecio

Y aunque tengo poco oro y poca plata

Y en materia de compras soy un necio

Espero que te pongas más barata,

Sé que algún día bajarás de precio.

Para el músico y musicólogo cubano Odilio Urfé, Doble inconsciencia es una de las obras que le proporcionó más notoriedad a su autor, a quien considera uno de los 5 grandes clásicos de la trova y la canción cubana, junto a Pepe Sánchez, Sindo Garay, Rosendo Ruiz Suárez y Alberto Villalón. El éxito de este bolero – según Urfé- propicia en buena medida “la gran consagración de Corona, como un autor relevante del cancionero cubano en todo el ámbito nacional, e incluso en varios países latinoamericanos y de la amplia colonia latina de Norteamérica, que ocurre en la década de 1910.”[2] Doble inconciencia se hizo popular.

En los primeros días de febrero de 1918 técnicos del sello norteamericano Victor llegan a La Habana y se hospedan en el hotel Inglaterra, donde el día 8 realizan las históricas primera grabaciones de sones primigenios del Sexteto Habanero de Godínez. Muy probable que 8 días después estos mismos técnicos hayan realizado otra histórica grabación: según las centenarias blue history cards de los archivos del sello Victor, María Teresa Vera (Guanajay, Cuba, 6 de febrero de 1895 – La Habana, 17 de diciembre de 1965) y Floro Zorrilla (Cuba, 1884 – ?) [3] grabaron a dúo Doble inconsciencia el 16 de febrero de 1918 en La Habana, y cuya autoría se adjudica en ellas a José Corona, a quien también se acreditan varias obras de esos años.

A propósito del autor, Odilio Urfé, que pudo entrevistar varias veces a Corona, afirma que José y Manuel eran la misma persona y arriesga una explicación: «Las compañías se disputaban la exclusividad de Manuel Corona, lo cual le trajo más de un problema judicial con las mismas. Corona, para quedar bien con una u otra, se identificaba como Manuel Corona o J. Corona, logrando así escapar de los leguleyos que disponían esas compañías para la protección de sus intereses.” [4] Cristóbal Díaz Ayala afirma a propósito: “Y parece ser cierto, porque en las grabaciones con la Columbia aparece como Manuel, y en las de la Victor, como José.” [5] Sumando las composiciones acreditadas a José y a Manuel, fue Corona el compositor que más obras logró grabar dentro del cancionero trovadoresco en las primeras décadas del siglo XX.

Los 4 grandes de la trova tradicional cubana: desde la izquierda, Rosendo Ruiz Suárez, Manuel Corona, Sindo Garay y Alberto Villalón. (Foto: copia tomada de OnCuba News)

En la grabación, siempre según la información de dichas tarjetas, María Teresa canta la voz prima y toca la guitarra. Con número de máster G-2666 y referencia Victor 73350, se indica el año 1922 como fecha del inicio de la distribución comercial de este disco de 78 rpm.

Estos datos fueron replicados por Cristóbal Díaz Ayala en su Discografía de la Música Cubana, en el volumen previo a las grabaciones eléctricas, y también incluídas en su base de datos por el proyecto DAHR (Discography of American Historical Recordings) de la Universidad de Santa Barbara, California. Son la prueba de que, presumiblemente, se trata de la primera fijación sonora de la canción de Manuel Corona. Sin embargo, a día de hoy la grabación de María Teresa y Floro parece engrosar la abultada lista de grabaciones y discos de la bien llamada “madre de la canción cubana” que se consideran perdidos. Los recursos al alcance de esta investigación no han logrado encontrar ni el vetusto disco de pizarra Victor con referencia 73350, ni registros sonoros digitales que reproduzcan la legendaria grabación.

La «Farsaria» de Matamoros

Por una coincidencia que hoy podría llamar a engaño, veintinueve años después de Corona componer Doble inconsciencia y once años después que María Teresa y Floro la grabaran, el Trío Matamoros viaja por segunda vez a Estados Unidos en medio de un éxito espectacular en su propio país y del interés creciente que sus sones y guarachas despiertan en los ejecutivos del sello Victor. Durante el mes de julio, en 3 días, grabaron 20 canciones y una de ellas fue el capricho Farsaria, de la autoría de Miguel Matamoros, registrado el 29 de julio de 1929, según los datos de la grabación. En la califgrafía del registro de archivo y en la etiqueta del disco, sustituyen la letra “l” por “r”, con lo cual cometen una falta ortográfica, pues la palabra «farsaria» no existe. Se publica en el disco de 78 rpm con referencia V 46534, teniendo por la otra cara el vals Si coge el tren, grabado al día siguiente.[6] El anuncio publicado en el Diario de la Marina el 10 de diciembre del mismo año, con el título rectificado a Falsaria, evidencia que el disco fue distribuido en Cuba.

Sin embargo, la Farsaria de Miguel Matamoros es una obra completamente distinta a la que décadas después le sería usurpada a Manuel Corona, colocándole también ese título. La letra de Don Miguel dice:

Al partir de mi lado, promesas me hiciste

De no amar a otro hombre sin dejar de existir

Y mintieron tus labios después que partiste

Y también me enseñaste, falsaria, a mentir

Y mintieron tus labios después que partiste

Y también me enseñaste falsaria a mentir.

El anhelo tú fuiste de toda mi vida

De todos tus ensueños yo fui el protector

Tu alma fue buena y sin embargo perdida

y yo siempre he sufrido, y yo siempre he sufrido

sin mentir en tu amor.

Dentro de la obra grabada del Trío Matamoros, Farsaria clasifica entre las que han tenido escasa difusión y menor cantidad de reproducciones en compilaciones y discos de posterior realización. Como versiones, destaca la de la cantante puertorriqueña Julita Ross (1919-1981) que grabó para el sello Ansonia un disco de 78 rpm (5967-A), consignando correctamente la autoría de Miguel Matamoros.

«Doble inconsciencia»: primer revival, México y empiezan los cambios

En 1946 se publican varios discos con las que, presumiblemente, son las siguientes grabaciones del clásico de Manuel Corona: en Cuba, entre las primeras producciones del naciente sello Panart, Doble inconsciencia es fijado en un disco de 78 rpm por Felo Bergaza y un pequeño conjunto, cantando Miguel de Gonzalo y Alejandro Rodríguez, (Panart 1067) apareciendo Corona como autor.

Foto tomada del sitio web oficial de la Colección Gladys Palmera

Lo que parece ser la primera grabación en México la realiza ese año el cantante mexicano Salvador García acompañado por la orquesta del mexicano Rafael de Paz para el sello Peerless y en el disco de 78 rpm la canción de Corona aparece ya con el título Falsaria. En la etiqueta no se indica el nombre del autor, sino la referencia: “Arreglo. Hermanos Martínez Gil”.[8]Así lo recoge el catálogo oficial del sello Peerless y resulta un dato de importancia cardinal para demostrar que los Hermanos Martínez Gil reconocían en ese momento, de modo implícito, que ellos no eran los autores de la obra. Salvador García Gallardo, conocido como El Tenor de la Voz Magnífica, actuaba en la radioemisora XEW en los años 30 y 40, en los tiempos en que muchos músicos y cantantes cubanos eran contratados también por esa emisora. Fue uno de los cantantes de Agustín Lara y amigo personal del compositor puertorriqueño Rafael Hernández, quien, como sabemos vivió en Cuba entre 1920 y 1924.

Disco de 78pm con la grabación de «Falsaria», por Salvador García en The Frontera Strachwitz Collection of Mexican and Mexican-American Recordings. UCLA. Pincha sobre la flecha para escuchar.

El conocimiento de la canción de Corona pudo llegarle al tenor Salvador García o a los ejecutivos de la disquera por cualquier de estas u otras vías frecuentes en el fuerte intercambio humano y musical que desde Cuba, fortalecido por la llegada de la radio a Cuba a inicios de los años 20, que favoreció lla difusión de las canciones trovadorescas, los sones y danzones se benefician de este avance tecnológico y la contratación de numerosos músicos y cantantes cubanos para presentarse en las principales emisoras mexicanas, como la legendaria XEW, fundada en 1930 por Emilio Azcárraga Vidaurreta, quien llegaría a ser el zar de la industria mediática en México.

María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo en Mérida, Yucatán

Durante la primera mitad de los años 30, la intérprete legendaria de Doble inconsciencia, María Teresa Vera, permanece alejada de los escenarios y de su labor artística, que retoma cuando cerca de1935 se incorpora por un tiempo al cuarteto de Justa García, cantando en programas radiales. Allí conoce a un trovador guarachero oriundo de El Caney, Santiago de Cuba: Lorenzo Hierrezuelo, será a partir de ese momento su más cercano colaborador y con quien formará su dúo definitivo para los siguientes 27 años.

La versión suprema: María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo cantan «Doble inconsciencia», acompañados por el conjunto de Nené Allué. (Importante: en la foto María Teresa aparece junto a Rafael Zequeira) Pincha sobre la flecha para escuchar.

María Teresa mantendría Doble inconsciencia en su repertorio ahora con Hierrezuelo, pero no hay evidencias de que la hayan grabado en los años 30 y 40 en su voz que hayan llegado a nuestros días. Desde la segunda mitad de los años 30 comenzaron a presentarse en Radio Cadena Suaritos, en programas regulares que su dueño, Laureano Suárez, Suaritos, grababa previamente. Las numerosas grabaciones del dúo, que se estiman cercanas a las 900 canciones- desaparecieron con el cierre de la emisora y los eventos que se sucedieron en el país en 1959. Sin embargo, la gran trovadora contó al periodista e investigador cubano Lino Betancourt una importante anécdota que éste reproduce en libro Lo que dice mi cantar:

Me contó María Teresa Vera que, encontrándose en Mérida, Yucatán, en una presentación en el teatro Peón Contreras, coincidió allí con el famoso torero español Manolete, el cual tenía un palco fino en aquella sala. Cuando el dúo de María Teresa y Lorenzo Hierrezuelo interpretó el bolero de Manuel Corona “Doble inconsciencia”, Manolete se puso de pie aplaudiéndolos, y el público imitó al célebre diestro. A la noche siguiente, María Teresa encontró en su camerino un ramo de rosas y una nota de Manolete con un billete de una generosa cifra. Esa noche el dúo volvió a cantar “Doble inconsciencia” y cuando miró al palco donde la noche anterior estaba el mataor, allí lo vio y este la saludó con un gesto galante. Así, noche tras noche, y durante una semana, Manolete estuvo presente en las actuaciones de María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo.”[7] Ocurrió en el viaje que en 1947 hicieran María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo para actuar en varios sitios en Mérida, Yucatán.

En los años 30 y 40 Radio Cadena Suaritos, como otras emisoras cubanas, contrataban con regularidad a músicos y cantantes mexicanos, en particular algunas que serían renombradas boleristas: Toña La Negra, Elvira Ríos, las hermanas María Luisa y Avelina Landín, una emergente y joven Chavela Vargas y otros cantantes masculinos como Pedro Vargas, Jorge Negrete, Chucho Martínez Gil, Fernando Fernández y otros. Esto suponía un ir y venir de personas, pero también de música y canciones, y podría ser importante para comprender el recorrido de Doble inconsciencia hasta surcar las aguas del Golfo de México y llegar a los oídos y repertorios de algunos cantantes mexicanos, lo que ocurrió poco antes de que María Teresa y Lorenzo Hierrezuelo encantaran los oídos del torero Manolete en México, pues, como veremos a continuación, en 1946 ya hay grabaciones en el país azteca del gran clásico de Corona.

Curiosamente, también en 1946 el sello Odeon publica en Argentina bajo el título Falsaria, la versión del emergente cantante porteño Leo Marini acompañado por la orquesta Don Américo y sus Caribes (Od. 70404),[9] quien la volvería a grabar en 1958 con La Sonora Matancera, en los tiempos en que cantó con el afamado conjunto cubano. El primer contacto de Marini con la música cubana ocurrió al inicio de su carrera profesional, cuando en 1941 conoce en Valparaíso, Chile, al músico cubano Isidro Benítez, con quien graba sus primeros discos. Entre 1944 y 1947 Leo Marini realiza ingentes grabaciones con la orquesta de Don Américo para el sello Odeon argentino y en ellas incluye, además de Falsaria, otros temas de compositores cubanos, como Julio Gutiérrez, Osvaldo Farrés, Luis Marquetti y Mario Fernández Porta, pero el crédito autoral se adjudica a los hermanos Martínez Gil.[10]

Leo Marini canta «Falsaria» con La Sonora Matancera. Pincha sobre la flecha para escuchar

Pareciera que 1946 marca el momento en que el título de Doble inconsciencia es amañado y cambiado a Falsaria y su verdadero autor, ignorado o suprimido del crédito oficial que debió corresponderle, aunque llama la atención cómo en el disco de Salvador García Gallardo la disquera omite el nombre del verdadero autor, pero no lo sustituye por otro, y el de los Hermanos Martínez Gil aparecerá en el rol que realmente tuvieron: el de arreglistas. Pero esto solo será de momento, porque pasar de arreglistas a compositores les será muy fácil.

Los hermanos Martínez Gil y la música cubana

Los hermanos Carlos (8 de octubre de 1907 – 9 de febrero de 1972) y Pablo (24 de enero de 1910 – 23 de enero de 1987) Martínez Gil fueron dos músicos y compositores mexicanos, que actuaron esencialmente como dueto de guitarras, además de ser compositores. Eran oriundos de Misantla, Veracruz, y quizás estuvieron expuestos muy temprano a la influencia del ir y venir de músicos cubanos a través del puerto de Veracruz, como mismo ocurrió con otros cantantes y músicos mexicanos. La presencia de danzones como Chacha linda en su catálogo autoral, y de canciones cubanas en su discografía como intérpretes, hablan de un evidente vínculo de los hermanos Martínez Gil con la música y las composiciones cubanas: en 1948, dos años después de acreditarse el arreglo de Doble inconsciencia como Falsaria en la voz de Salvador García, los Hermanos Martínez Gil graban para el sello Victor, al menos, tres obras de autores cubanos: Alma vanidosa, de Tony Fergó; La vida es sueño, de Arsenio Rodríguez (en una de sus primeras versiones tras su creación por El Ciego Maravilloso en 1947), y un clásico del cancionero trovadoresco cubano, de uno de los colegas de Manuel Corona: Mujer perjura, de Miguel Companioni.

Pero el golpe definitivo –por sus consecuencias- en este camino expoliador ocurre un año después que Manolete se fascinara con el bolero de Corona en las voces y guitarras del dúo María Teresa-Hierrezuelo, cuando el 20 de febrero de 1948 se estrena el filme La bien pagada, dirigida por el mexicano Alberto Gout y protagonizada por la cubana María Antonieta Pons, junto a Víctor Junco y Blanca Estela Pavón. Otro cubano participa en el filme: el cantante y bailarín Kiko Mendive, mientras que la banda sonora diseñada por otro mexicano, el compositor y músico Rosalío Ramírez, incluyó canciones de los cubanos Juan Bruno Tarraza, Bobby Collazo y Tony Fergó y José Carbó Menéndez, y el título Falsaria, como música diegética en varias escenas donde el sentido de la canción-queja de Manuel Corona engarza con el guión, e indicando como autores nada más y nada menos que a los hermanos Carlos y Pablo Martínez Gil. Esta investigación no pudo encontrar señales de protesta, ni petición de enmienda alguna por parte de los usurpadores mexicanos en lo que constituye una clara apropiación en términos de propiedad intelectual, cuyas consecuencias en perjuicio del verdadero autor –Manuel Corona- y sus herederos llegan a nuestros días

La periodista y escritora cubana María del Carmen Mestas, décadas después, citó las palabras de denuncia de Corona cuando la película fue estrenada en La Habana: “En una película que están exhibiendo en casi todos los cines de La Habana, utilizan música mía sin mencionar mi nombre para nada… Se trata de una película: «La bien pagada», realizada en México. Ahí cantan un bolero que hice en al año 1900 dedicado a Leovigilda Ramírez, una obrera despalilladora y que denominé «Doble inconsciencia». En la película, se le ha cambiado el título por el de «Falsaria», aunque se utilizó la letra y la música originales. ¡Ese bolero es mío! ¿Por qué han de robármelo, si lo único que tengo en la vida son mis canciones?”[11]

Desde la segunda mitad de los 40 y durante los años 50 en discos de 78 rpm, abundan en México otras grabaciones de la obra de Corona rebautizada Falsaria,: la cantante méxico-norteamericana Lydia Mendoza (1916-2007), conocida como La Alondra de la Frontera, grabó bajo Falsaria su versión de Doble inconsciencia de Corona, pero en el disco del sello Imperial (Ref.403) se indica que el autor es J. Rodríguez[12]; Tony de la Rosa (De la Rosa Record DLR-190-B); Rodolfo y Lalo (Ideal 2121-B) adjudicándole la autoría a los Hermanos Gil. ¡El colmo es que en Cuba el cantante cubano Jack Sagué con el respaldo de una orquesta dirigida por Julio Gutiérrez graba el bolero de Corona para el sello Ideal sumándose al cambio de título y con los Hermanos Martínez Gil como autores!

Vale aclarar que en esas décadas hubo canciones homónimas por Ray y Laurita con el Mariachi Tapatío y la del argentino Joaquín Mora y Los Siete Gauchos, son canciones diferentes sin que tengan algo que ver con la original de Manuel Corona.

Corona, gloria y miseria

La muerte salvó a Manuel Corona de asistir a todo el desmadre inmisericorde que vendría después en torno a Doble inconsciencia, su bolero insigne. Ya bastante tuvo con sufrir las consecuencias de la vida que eligió: aunque sus colegas y muchos cubanos sabían que era un poeta de la palabra y de la música, el lunes 9 de enero de 1950, el día que murió, era un pobre de solemnidad. Postrado en el camastro que a duras penas le habían instalado en la parte trasera del bar Jaruquito, en una zona de dudosa reputación en la Playa de Marianao, Corona ese día se fue a la eternidad. La penosa situación en que vivió por años marcó la primera impresión que recibió el entonces joven periodista Ángel Quintero, sin saber que lucharía por la memoria de quien pronto consideró su amigo: “…el hombre flaco, depauperado y casi harapiento, que me miró y parecía sonreír cuando lo vi por primera vez. Muchos años han pasado desde entonces, pero nunca he olvidado el impacto de la pena que me golpeó cuando me dijeron su nombre y se descubrió ante mí la paradoja –gloria y miseria- que cohabitaban en aquella criatura enferma.”[13]

En él se plasmó con toda la crueldad posible, la dicotomía trágica de alcanzar la gloria para descender a lo más profundo de la miseria. Vivió la popularidad y el elogio en los primeros decenios del siglo XX, cuando, llegado a la capital cubana, sus composiciones se cantaban por doquier y se grababan sin cesar por las casas disqueras norteamericanas. Era quizás el único de los grandes bardos que no había nacido en Santiago de Cuba, sino en la costera ciudad de Caibarién en el centro de la isla, pero, citando a Odilio Urfé, “…lo cual no quiere decir que […] estuviera ajeno al influjo de las pautas estilísticas y estéticas creadas por el atildado sastre Pepe Sánchez a través de una versátil producción surgida desde los inicios de la década de 1880.”[14] Se refería a la temprana singularidad del trovador santiaguero Pepe Sánchez, considerado el creador del primer bolero de la historia – Tristezas– en 1883. Contemporáneo con Sánchez, el bardo de Caibarién se inscribe también entre los primeros compositores de boleros y su Doble inconsciencia, una de las primeras obras que se destacaron en el género.

Corona había visitado Santiago de Cuba por primera vez en los años iniciales de la década de 1900 y se refirió al hondo impacto que le había causado Sánchez y el grupo de trovadores y discípulos nucleados en su entorno, entre ellos, Alberto Villalón, quien, radicado después en La Habana, introdujo allí el clásico rallado del bolero santiaguero en la guitarra, tal como aprecia Urfé.[15]

Corona también se trasladó a la capital cuando estalla la guerra de independencia, en 1895, junto a su madre Teodora y sus hermanas, mientras que su padre, Don Juan Corona, se incorpora a las fuerzas mambisas en Cienfuegos.[16] El trovador fue “limpiabotas primero, aprendiz de tabaquería más tarde. Su maestro en la fábrica de tabacos “La Eminencia” le inició en el ritual maravilloso de la guitarra […] El primer dinero que ganó en su vida lo dedicó a comprar el instrumento que le haría famoso.” [17]

Según contó al periodista Quintero, su primera composición importante fue Suena guitarra querida. Después, vino Doble inconsciencia, en una inspirada creación de cerca de mil obras. Como tabaquero, Corona recibió el influjo de importantes obras literarias a través de los legendarios lectores de tabaquería, tradición que acompañó el trabajo obrero cuando aún no había surgido la radio en Cuba. Sin duda, su contacto con la buena literatura quedó reflejada en la alta calidad poética de los textos de sus canciones.

Dicen que fue el compositor que más honró en sus canciones a las mujeres que le estremecieron desde el amor o la amistad admirada: Mercedes, Santa Cecilia, Longina, Aurora, Alfonsa, Carmela, Goya, Dora, Graciella, Gela, Josefa, Angelina, Carmita, y muchas más. Que amó profundamente a Eulogia Real, a quien dedicó los boleros Te quiero tanto, Mi amor, A Yoya, y otros que no fueron registrados y terminaron perdiéndose. Pero ninguna estuvo a su lado en sus horas finales.

La obra composicional del bardo, sin embargo, no se limitó a canciones y boleros: en las guarachas, cantadas en su mayoría por María Teresa Vera y Rafael Zequeira, Urfé reconoció un aporte renovador en la creación de Corona, al considerarlo “…el autor que reafirmó los perfiles modernos de la guaracha, cuando entre 1915 y 1920 escribió y grabó para el fonógrafo sus antológicas «El Servicio Militar», «La choricera» y «Acelera, Ñico, acelera», escritas en compás de 2/4 (hasta ese momento todavía se escribían mayoritariamente en 6/8), inspirando los correspondientes danzones”[18]

En la historia del son, Manuel Corona ocupa en lugar notorio: estuvo en contacto con el son oriental, no solo desde sus primeros encuentros musicales durante su visita a Santiago de Cuba, sino también cuando ya en la capital, y según testimonios de Ignacio Piñeiro, forma parte como guitarrista y autor de una de las tantas agrupaciones que se formaron en los barrios habaneros de mayor tradición afrocubana cuando los soldados del Ejército Permanente, llegados desde la zona oriental dan a conocer y expanden el son en La Habana. En particular, entre 1914 y 1916 se integró, por requerimiento de Hortensia Valerón, importante actriz y cantante del teatro Alhambra, a uno de los primeros sextetos de son donde figuraron Alfredo Boloña, Graciano Gómez (Corona entra a sustituírlo) y su líder, Manuel Valdés Menocal, Manguito, entre otros, y ensayaban en solar de la calle Gervasio entre Ánimas y Laguna.[19] .

Con su voz y guitarra es uno de los músicos que alinea en el legendario Sexteto Habanero de Godínez para las históricas grabaciones de los primeros sones, realizadas en la Habana en febrero de 1918.[20] Era tabaquero cuando en 1919 viaja a Nueva York junto a María Teresa Vera y Rafael Zequeira contratados por el sello Columbia para realizar grabaciones, apareciendo con su guitarra en muchas de ellas.[21]

De modo que Corona fue una figura cardinal en los intensos procesos evolutivos de la música cubana que tienen lugar a partir de la primera década del siglo XX, donde se enmarca su período más fructífero como compositor. Vivió al mismo tiempo el elogio y el respeto público como artista y compositor, y desde su peña en Egido y Merced, su presencia por largos años en el barrio de San Isidro, con su zona de tolerancia, entonces uno de los más controversiales y “calientes” de la capital cubana.

La vida bohemia pasó cuenta a la salud del trovador. La tuberculosis minó sus pulmones cuando ya rozaba las seis décadas de vida y, sin pensión ni ayuda gubernamental, carecía de recursos hasta para adquirir las medicinas imprescindibles. No es cierto que cuando muere la prensa no reflejara el deceso de Corona desde la posición de reconocer quién fue el gran trovador: Ángel Quintero se encargó de que el jefe editorial de la revista generalista de mayor circulación(semanal) en Cuba, no boicoteara el sencillo homenaje que quería rendirle a su amigo trovador desde sus páginas: en la edición siguiente al día de la muerte de Corona, el 15 de enero, Quintero despedía al bardo amigo en un sentido obituario para “…una vida intensa y bohemia, un alma noble y creadora, un artista inspiradísimo y romántico, cuya música, conjuntamente con la de Sindo Garay, Alberto Villalón y Rosendo Ruiz, constituye el aporte más valioso del cancionero popular cubano.[22]

Funerales de Manuel Corona. -Publicado en revista Bohemia en la edición del 29 de septiembre, acompañando el artículo «En tanto pasen hambre los autores será una burla el “Día del Compositor”» en respuesta a la iniciativa de instituir esta conmemoración en tributo a Manuel Corona.

Otros medios también se hicieron eco de la noticia, entre ellos, el diario Noticias de Hoy, que en su edición del martes 10 de enero de 1950, insertaba la triste noticia en un pequeño espacio de su primera página: “En las primeras horas de la noche de ayer, en una buhardilla de la Playa de Marianao, dejó de existir el gran compositor cubano Manuel Corona. Murió en la miseria, abandonado por muchos de los que fueron sus amigos en sus días de triunfos; fue una víctima propicia de la tuberculosis.” Y destaca el columnista anónimo: “Corona era una gloria de la canción cubana; su original estilo tenía tanto de música como de poesía. Ningún familiar estaba presente a la hora del deceso; solamente tres amigos suyos, de los más humildes: trabajadores de ómnibus de la Ruta 32, fueron Zaido Lajara, Orlando Hernández y Julio González, quienes trasladaron su cadáver a la funeraria san José, de Marianao. El sepelio será hoy a las 5 de la tarde.”[23] Sepelio que debió ser sufragado por la Alcaldía de Marianao, en tardía reacción a los pedidos de ocuparse del gran compositor y trasladarlo a un hospital, en momentos en que luchaba aún entre la vida y la muerte.[24] Como paradoja, la Federación Nacional de Autores acababa de concederle una pensión vitalicia de 25 pesos, que solo pudo disfrutar… un mes.

Cuatro días después del deceso, en el Diario de la Marina, principal periódico del país, el columnista e intelectual Juan José Remos dedicaba su espacio a Corona con el texto La muerte del trovador.[25] Un día antes, el gran poeta, ensayista y periodista Gastón Baquero, dedicó su columna habitual en el mismo diario al legendario bardo titulándola Corona, donde rinde tributo poético a los trovadores y sus vidas de luces y sombras en la persona del recién fallecido compositor.:

“..esos trovadores sintieron lo hondo, lo verdadero lo íntimo de Cuba. Y ahora se van: el último e unirse a los que moran en la región del canto interminable, ha sido Manuel Corona, criollo superlativo, bohemio de los de alma desgarrada. Murió Corona en lo suyo, que era la vida de ensueño, sin seguridad, inventada cada mañana por el nuevo espejismo. Comido por la fiebre, rodeado de sus fantasmas sempiternos, el autor de «Santa Cecilia», murió como había vivido, fiel a ese auténtico espíritu de libertad que solo anima a los artistas. Esta fidelidad a la nada, a lo inseguro, a la ilusión de que va a aparecer una melodía y de que nada, nada vale en el mundo tanto como un pedazo de música, cúmplenla tan solo seres de excepción: ellos saben que la miseria, la falta de hogar, la incomprensión, la burla a veces, la enfermedad, es lo que recibirán a cambio de su vivir fascinados por la vocación artística. Rotos, deshechos, soñando siempre, asidos a veces al alcohol como a un analgésico para el dolor invencible del alma, ellos van empujando la materia, llevando en peso al cuerpo y ardiendo, ardiendo sin cesar. De cuando en cuando el fuego se convierte en llama, la llama en luz, y nace una canción, un verso, una extraña criatura que fue amasada con los sufrimientos, con los renunciamientos, con la fidelidad al dolor y al ensueño.

«Para ellos la luna tiene todavía un rostro especial, una mirada humana, de mujer enigmática y susurrante, que envía sus fríos a los trovadores. Así van ellos, con sus ropas estrechas, con sus carnes enjutas, felices e infelices a un tiempo, devorados por el dolor y transportados por la dicha, arrastrando su guitarra: invisible, en torno suyo, el trascuerpo de un pierrot macilento hace visajes; tras la máscara, no se sabe si hay risa o llanto. Es el enigma del artista, es lo impenetrable de quienes tienen una vida interior que sólo se comunica, de tarde en tarde, mediante ese residuo insuficiente, balbuceo y aborto, que es la obra de arte. De los fieles, de los bohemios, de los pierrots embrujados por la luna, fue Corona, que desde la noche del martes –noche que fue de luna recortada como una copa amarilla, bordeando el cementerio- pegó sus huesos a la realidad quimérica de la tierra. Con su guitarra, Corona se habrá ido a decir sus últimas canciones, libre ya, perfectamente humano, envidiablemente libre.”[26]

Seis años después de la muerte de su autor, María Teresa y Lorenzo Hierrezuelo realizan la fijación sonora del bolero de Manuel Corona que conocemos; ocurrió, hasta donde se sabe, en 1956 cuando el sello Kubaney les graba el LP María Teresa Vera y sus canciones, acompañados por el conjunto de Nené Allué (LP-109). En él queda acreditada la autoría de Manuel Corona en Doble inconsciencia, indicando éste como su único título. En la década de los 50 la graba también en Cuba Evelio Rodríguez y su Conjunto Guajiro que se publica en un disco de 45 rpm para el sello Modiner (NG-1013), pero en México continúan apareciendo versiones siempre bajo el título de Falsaria y con el dúo usurpador como autores.

«Falsaria», Daniel Santos y El Gran Combo de Puerto Rico: clave para dos éxitos

El bolero de Manuel Corona, rebautizado como Falsaria encuentra arraigo en México y también en países y zonas del Caribe hispanoparlante. Hay un eco receptivo para estas temáticas. Su texto establece una línea discursiva que se hará presente en las letras de muchos sones y boleros de las décadas de 1910 y 1920 y continuará por mucho tiempo en la música popular cubana y caribeña. Rezuma molestia y desprecio, en un tratamiento en el que a la mujer no le es dada la capacidad de decisión en una relación amorosa, y su insubordinación provoca adjetivos que identifican su acto resolutivo individual como engaño o traición, de ahí, probablemente, el uso del calificativos, como traidora, infiel y falsaria (“que falsea o falsifica algo; que suele hacer falsedades o decir mentiras”, significado según la R.A.E.)[27]para cambiar el título al original Doble inconsciencia.

En Cuba, la producción bolerística en particular será tan profusa en la expresión del despecho acusatorio hacia la mujer que será necesario acuñar una clasificación popular: boleros de victrola o boleros victroleros, que se convertirán en los preferidos de bares y cantinas, donde los hombres despechados y dolidos diluían en alcohol la pena y la impotencia ante las decisiones femeninas. El artefacto sonoro de estos antros tendrá varios nombres: victrola o traganíqueles (en Cuba, asociado a la preeminencia del sello Victor en la producción de discos y fonógrafos desde inicios del siglo XX, en un caso, y en otro, a la moneda de 5 centavos o nickel con que se le hacía accionar), la vellonera (en República Dominicana y Puerto Rico), rockola, juke-box, y otras denominaciones.

En 1964, el puertorriqueño Daniel Santos en su LP Recordando a los Hermanos Martínez Gil (Orfeón 384), concebido en homenaje a los famosos compositores mexicanos, incluye, increíblemente, Falsaria, en un error inconcebible en alguien que estaba tan vinculado a la música cubana. Demostró también no solo el desconocimiento de su disquera, sino también que los Hermanos Martínez Gil continuaban sin reconocer el verdadero autor del bolero del que se habían apropiado.[28]

Daniel Santos canta «Falsaria» («Doble inconsciencia»). Pincha sobre la flecha para escuchar.

Cinco años después una agrupación de coterráneos del Inquieto Anacobero retoman la composición de Manuel Corona en versión de bolero rítmico: era El Gran Combo de Puerto Rico, cantando Pellín Rodríguez y Andy Montañez y con dirección y arreglos de Rafael Ithier. Lo fijan en el LP Smile. It’s El Gran Combo en 1969 y ¡otro nuevo asombro!: ¡el disco es producido por Gema Records, el sello de los hermanos cubanos Álvarez Guedes! Aquí, probablemente los Álvarez Guedes se negaron a continuar la farsa sobre Falsaria e intentaron hacer justicia a su verdadero autor, pero, ¡de nuevo otro error!, lo adjudicaron a María Teresa Vera, quien lo había interpretado por primera vez, lo había hecho popular, pero no era, obviamente, su autora.

El Gran Combo cantando Pellín Rodríguez y Andy Montañez, en su primera grabación de «Falsaria». Pincha sobre la flecha para escuchar.

Pero la historia de Doble inconsciencia se va a complicar aún más con El Gran Combo: Ithier le adiciona a su arreglo una frase, a modo de estribillo que nada tenía que ver con el original de Corona:

Oye, Salomé

Perdónala, perdónala.

Se trata de una frase en el montuno del bolero-son Mentira Salomé, escrito en 1932[29] por otro cubano insigne: Ignacio Piñeiro, y que aquí, es retomada por El Gran Combo asignándole un nuevo rol, al convertirla en estribillo, en un esquema que acercaba la Falsaria del Gran Combo a la estructura sonera. Piñeiro, con Mentira Salomé, tuvo mejor suerte que Corona, pues tuvo numerosas versiones y grabaciones (Toña La Negra con el Conjunto de Pablo Peregrino, La India de Oriente, entre otros) y siempre se le ha reconocido como autor. En la versión de Héctor Lavoe de Mentira Salomé, los ejecutivos del sello Fania no pudieron sustraerse a la tentación hecha costumbre de alterar el título (cuando no la autoría) de los legendarios temas de géneros, ritmos y autores cubanos en los que basaron su éxito, amañando orígenes y reinaugurando apropiaciones. En este caso, al son de Piñeiro lo rebautizaron como Mentira, suprimiendo el nombre de Salomé. Rafael Ithier y sus muchachos volverían a grabar Falsaria en 1987, con un nuevo arreglo.

«Falsaria» vuelve a México. Pepe Arévalo

Luego de pasar por varios grupos soneros mexicanos, de acompañar por varios años a Daniel Santos y por muchos más a Toña La Negra, tras formar su primera orquesta (Pepe Arévalo y su Tremenda Charanga) el pianista mexicano Pepe Arévalo consigue el gran éxito con su versión de Falsaria en su nueva formación Pepe Arévalo y sus Mulatos. Ya conocía la exitosa versión de El Gran Combo, pero con un arreglo encargado a Nicho Lobato donde refuerza la línea de trombones, decida montarla y presentarla en El Gran León, el sitio donde se presentaba cada día. Ni siquiera sabía cuál era el título correcto.

Pepe Arévalo lo grabó en 1977 bajo el título Falsaria “Salomé”, siendo publicado en un sencillo de 45 rpm (Disco Gas G-580) y luego en el vinilo LP Esta es la salsa de Pepe Arévalo y sus Mulatos (Discos Gas ING-1135), y donde los autores son los Hermanos Martínez Gil. “Le pusimos «Salomé» al principio, pero luego salió que no era «Salomé» sino que se llamaba «Falsaria» y que estaba registrada a nombre de los hermanos Martínez Gil –contó Arévalo al investigador mexicano Rafael Figueroa-. Después salió que ellos se la robaron, porque en Cuba los investigadores averiguaron que no era de los Martínez Gil, sino de María Teresa Vera, aunque después salió otro que tampoco es de María Teresa Vera que es de Miguel [sic] Corona y que se llama «Doble Inconsciencia». Lo bueno fue que llegó, sea como sea, y esa canción revolucionó muchas cosas y originó muchas otras.”[30]

«Falsaria – Oye Salomé», por Pepe Arévalo y sus Mulatos. Pincha sobre la flecha para escuchar.

Hacía 27 años que Manuel Corona había muerto, legando una obra extraordinaria, con sublimes exponentes como Longina, Santa Cecilia, Mercedes, y por supuesto Doble inconsciencia, pero probablemente con escasa organización a nivel documental y editorial. Por el contrario, las pruebas documentales evidencian que los hermanos Carlos y Pablo Martínez Gil y la casa editorial que los representa y sigue representando a sus herederos en el registro usurpador, no solo no enmendaron su falsedad, sino que se aseguraron de que ni uno solo de los derechos por las utilizaciones de la obra apropiada y arrebatada a Manuel Corona quedaran sin ser recaudados, sin tener su expresión monetaria a favor de los expoliadores: en la base de datos de carácter público de la Sociedad de Autores y Compositores de México constan los registros de todos los títulos utilizados y posibles para nombrar la obra original de Manuel Corona –Doble inconsciencia, Falsaria, Oye Salomé, Falsaria oye Salomé, Oye Salomé (Falsaria). Y en la lista de intérpretes de la “supuesta obra de los hermanos Martínez Gil” aparecen, juntos a otros cubanos, ¡nada menos que María Teresa Vera, la primera y original intérprete de Doble inconsciencia, cuando aún no era ni Falsaria, ni Oye Salomé!

El perjuicio patrimonial infligido a Manuel Corona y a su obra durante décadas ya no podrá ser reparado en el orden económico, por más que, moralmente, se haya tenido que reconocer. Por más que sus herederos legales se hayan empeñado en reconducir el tema, los registros en las entidades de gestión de derechos de autor continúan favoreciendo a los hermanos Martínez Gil y a sus herederos, además de la errónea huella histórico-documental que la flagrante apropiación ha dejado en catálogos, etiquetas de discos y publicaciones.

Desde los años 40, la ausencia de reconocimiento ostensible y la dejadez por parte de las instituciones gubernamentales y gremiales de su propio país, motivaron quizás que compositores, intérpretes y ejecutivos de las casas disqueras y editoriales foráneas irrespetaran la obra de Manuel Corona, dejándola a merced de la desprotección ante las alteraciones en el título, la autoría y la letra su gran bolero Doble inconsciencia, sin justicia legal ni mucho menos económica en cuanto a los derechos de autor que legalmente debieron corresponderle al cubano.

Los músicos en Cuba han continuado honrando a Corona: más recientemente, nuevas y renovadoras versiones a cargo de Eliades Ochoa y el Cuarteto Patria, La Familia Valera-Miranda, Coco Freeman, Eva Griñán, las Hermanas Faez y otros cantantes y agrupaciones cubanas, mantienen viva la composición del legendario trovador.

Si un epílogo fuese aquí pertinente, habría que decir que el título con el que rebautizaron el legendario bolero de Manuel Corona creado 123 años atrás y la historia que siguió después, han demostrado quienes fueron, en realidad, los verdaderos falsarios.

© Rosa Marquetti Torres

Aclaración: Las frases y nombres subrayados y destacados en color corresponden a hipervínculos. Pinche sobre ellos para acceder a las escuchas de otras canciones.

Agradecimientos a Jaime Jaramillo, Jaime Masó, Ramón Vázquez, Alejandro Escribano, Alfonso Camiñas, Colección Gladys Palmera, Rafael Valdivia y René Espí.

NOTAS

[1] Quintero, Ángel: Ahora solo queda el recuerdo de Corona. En revista Bohemia. 15 de enero dto de Floro Zorrilla ha sido tomado de diferentes documentos migratorios, como listas de pasajeros de barcos en viajes realizados por Floro en 1907, 1913 y 1915) consultados en www.ancestry.come 1950. Pp. 69 y 87.

[2] Urfé, Odilio: Cuerdas de Corona. En revista Bohemia. 23 de octubre de 1987. La Habana, Cuba. Pag. 15.

[3] El año de nacimiento de Floro Zorrilla ha sido tomado de diferentes documentos migratorios, como listas de pasajeros de barcos en viajes realizados por Floro en 1907, 1913 y 1915) consultados en www.ancestry.com

[4] Urfé Odilio: Op.cit. Pag. 16.

[5] Díaz Ayala, Cristóbal: Cuba canta y baila. Discografía de la música cubana. Parte I. Los trovadores. Los soneros. Consultado Online.

[6] Véase: DAHR. Grabaciones del Trío Matamoros. https://adp.library.ucsb.edu/index.php/matrix/detail/800025784/BVE-53963-Farsaria

[7] Betancourt, Lino: Lo que dice mi cantar. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. Colección A guitarra limpia. La Habana, Cuba. 2015. Pag. 199.

[8] Catálogo Peerless.

[9]Leo Marini volvió a grabar Falsaria en 1967 para el disco Grandes Éxitos de Leo Marini, con arreglos y dirección de Leroy Holmes.

[10] Véase: Díaz Ayala, Cristóbal: Cuba canta y baila. Discografía de la Música Cubana. Vol. II. Consultado online.

[11] Mestas, María del Carmen: Manuel Corona: laberintos de una vida. En https://cubasi.cu/es/noticia/manuel-corona-laberintos-de-una-vida

[12] Consultado en Frontera Strachwitz Collection of Mexican and Mexican-American Recordings. https://frontera.library.ucla.edu/recordings/falsaria-6

[13] Quintero, Ángel: Manuel Corona. En La Gaceta de Cuba. Año 1997. No. 4. Pag. 40.

[14] Urfé, Odilio: Cuerdas de Corona. En revista Bohemia. 23 de octubre de 1987. La Habana. Pag. 15

[15] Urfé, Odilio: Op. cit. Pag. 15.

[16] Aunque varias fuentes indican que Manuel Corona nació en 1880, según documentos migratorios de sus viajes a Estados Unidos consultados en www.ancestry.com, el trovador debió nacer en 1887.

[17] Quintero, Ángel: Ahora solo queda el recuerdo de Corona. En revista Bohemia. 15 de enero de 1950. Pp. 69 y 87.

[18] Urfé, Odilio: Op. cit. Pag. 15.

[19] Urfé, Odilio: Op.cit. Pag. 16. También: Blanco Aguilar, Jesús: 80 años de son y soneros en el Caribe. Fondo Editorial Tropykos. Caracas, Venezuela, 1992. Pp. 14-15

[20] Proyecto DAHR. Discography of American Historical Recordings. Universidad de Santa Barbara, California. https://adp.library.ucsb.edu/. También: Díaz Ayala, Cristóbal: Cuba canta y baila. Discografía de la música cubana. Volumen I. Consultado PDF online.

[21] List or Manifest of Alien Passengers for the United States Inmigration officer At Port of Arrival. Vapor Monterey 6-9 de junio de 1919. (Habana-Nueva York)

[22] Quintero, Ángel. Ahora solo queda el recuerdo de Corona. En revista Bohemia. 15 de enero de 1950. La Habana, Cuba. Pag. 69.

[23] Falleció anoche el compositor cubano Manuel Corona. En Noticias de Hoy. 10 de enero de 1950. La Habana, Cuba. Pp.1 y 6.

[24] Nicols, Sergio: Mirando en derredor. En sección Radiofilia. Noticias de Hoy. 11 de enero de 1950. La Habana, Cuba. Pag. 10.

[25] Remos, Juan José: La muerte del trovador. En Diario de la Marina. 13 de enero de 1950. Pag. 4

[26] Baquero, Gastón: Corona. En Diario de la Marina. 12 de enero de 1950. La Habana, Cuba. Pag. 4.

[27] R.A.E.: Real Academia Española de la Lengua.

[28] El que canta olvida su dolor. Centenario de Daniel Santos (Discografía de Daniel Santos) en https://acme-cali.jimdofree.com/puerto-rico/daniel-santos/discografia-daniel-no-3/

[29] Villa, Miriam: Ignacio Piñeiro, encuentro con su obra. En revista Clave. Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC) La Habana, Cuba. No. 9/ 1998.

[30] Figueroa Hernández, Rafael: Pepe Arévalo, el Gran León. Dirección General de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México, D.F. 1997, Pág. 45. También del mismo autor, en Salsa mexicana: transculturación e identidad. Conclave. Xalapa, México. Pag. 94.

OTRAS FUENTES CONSULTADAS

Rodríguez, Ezequiel: Iconografía de la trova. Creadores e intérpretes. Imprenta CTC Revolucionaria. La Habana, Cuba. 1966.

Calderón, Jorge: María Teresa Vera. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba. 1986.

Giro, Radamés: Diccionario Enciclopédico de la Música Cubana. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba. 2007.

Sublette, Ned: Cuba and It’s Music. From First Drums tho the Mambo. Chicago Review Press. 2007.

Oropesa, Ricardo Roberto: La Habana tiene su son. Ediciones Cubanas. La Habana. 2012.

Rondón, César Miguel: El libro de la salsa. Turner, 2017.

www.herencialatina.com

Alquízar, Cuba. Soy una apasionada de la historia de la música y los músicos cubanos, de la memoria histórica y de asegurar su presencia historiográfica en las redes. Me gusta la investigación. Trabajo además en temas de propiedad intelectual y derechos de autor. Escucho toda la música... y adoro....la buena. Desmemoriados... es la interaccción. Todos los artículos son de mi autoría, pero de ustedes depende que sean enriquecidos.

2 Comentarios

  • Marco A. Pérez

    Magnífico, exhaustivo y esclarecedor trabajo, Rosa; felicidades. Te recuerdo de cuando trabajé en 1ra y B hace muchos años.

  • Mario A Garcia Romero

    Querida amiga: Como siempre un enjundioso y explicativo trabajo sobre la obra de uno de Los Grandes, haciéndole justicia. Como se puede observar es muy común (y sigue siendo así) que mucha música y ritmos cubanos se usen por otros, y arriba de eso no se hable exactamente del origen, me imagino que sabes a lo que me refiero con respecto a nuestros ritmos y la llamada salsa, motivado por no tener quién nos defendiera en tiempo y forma, pero eso aparte, me voy a referir a algo que creo vale la pena aclarar, pues también estuve mucho tiempo ignorante al respecto de la canción “Aurora», que me llegó desde muy niño por vía oral, pues mi mamá, como cualquier otra ama de casa, cantaba para aliviar el trabajo que es una casa para una sola persona. Aparte, le gustaban esas canciones tan nuestras que María Teresa Vera inmortalizó, entre otros. Hace unos años descubrí por un amigo colombiano: el Dr. Luciano López Londoño EPD, gran investigador musical sobre todo tipo de música, principalmente un erudito en lo que respecta al Tango, que el conocido número “Aurora”, todo un éxito en la Voz del Danzón Barbarito Diez, no era de Manuel Corona, sino de dos poetas peruanos: “Ay Aurora me has echado al abandono, yo que tanto y que tanto te he querido, con tú negra traición me has engañado, en el fondo del alma me has herido, has tratado de engañar el alma mía, castígala gran Dios con mano fiera, que sufra mucho, pero que no muera, Ay Aurora yo te quiero todavía”. Sin embargo, la que se corresponde con la autoría de M. Corona, no recuerdo haberla escuchado nunca, cuya letra dice: “Una leyenda de ternura soñadora la describe tu mirada de profunda sensación, un templo santo de virtudes y de honores, es tu alma sensitiva que de gloria es un altar. Un mundo alegra de placeres y de dichas es tu virgen figurita, vergel de inspiración, que electrizada por ti, zagala hermosa, vibró dulce mi lira y en mi mente un cantar. Todo lo bello que dio naturaleza tomado es del modelo de tu divino ser, todos los astros que brillan en el cielo se eclipsan cuando lanzan tus ojos su fulgor. Y por eso hasta Dios rinde homenaje postrado ante tus plantas de imperiosa mujer, porque eres Aurora, cual la aurora que cantan los poetas en un sueño de amor”.* Si por casualidad la has escuchado y la tienes en tu discoteca, te pido me la envíes, pues nunca la he escuchado. Creo que valdría la pena tratar de conocer más de estas curiosidades que tiene nuestra música. Mario A. García Romero. muchomario1945@hotmail.com
    * Copiada la letra de los 300 Boleros de Oro de Helio Orovio Díaz

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