BOLERO,  CABARET,  CABARET CUBANO,  CANTANTES

Olga Guillot: nacer y ser bolero

No es posible imaginar la historia del bolero sin su voz, ni su imagen. Tampoco sin los disímiles matices con que era capaz de mostrar la sensualidad, la tristeza o la alegría, el reclamo o el desengaño. A su temperamento desbordado unió belleza, sensibilidad y elegancia, saber hacer y la capacidad para asumir el reto de ser ella misma y también otra sobre el escenario. Seductora y controversial donde las haya, desinhibida, segura, segurísima de sí misma y del lugar que había alcanzado en la música no solo cubana, sino continental, imagino que a Olga Guillot nunca se le ocurrió ser alguien diferente de quien era, con todas las consecuencias que ello implicara.

Si hay una reina, una emperatriz, o una faraona del bolero, esa es ella: una carrera artística de casi 7 décadas, una profusa y notable discografía; 10 Discos de Oro, 2 de Platino y 1 de Diamante, un Premio Grammy a la Obra de Toda la Vida y numerosos premios y reconocimientos lo avalan. No hay compositor importante en la historia del género al que ella no haya cantado o grabado algunas de sus canciones: La gloria eres tú, Si me comprendieras, Por nuestra cobardía, Tú mi adoración (José Antonio Méndez); Contigo en la distancia, Tú mi delirio, Noche cubana (César Portillo de la Luz); No te importe saber, La noche de anoche, Me contaron de ti (René Touzet, las dos últimas dedicadas a ella); Tú me acostumbraste (Frank Domínguez), Alma libre, Tú me niegas (Juan Bruno Tarraza), La mentira (Concha Valdés Miranda), Y pensar (Meme Solís); grabó y cantó también boleros de Mario Fernández Porta, Julio Gutiérrez, Tania Castellanos y otros. De México María Bonita, Aventurera, Noche de ronda (Agustín Lara); Soy lo prohibido (Roberto Cantoral), Me muero, me muero, Se me olvidó que te olvidé (Lolita de la Colina), Adoro, Te extraño (Armando Manzanero) del argentino Homero Expósito Vete de mí; de la puertorriqueña Myrta Silva, Qué sabes tú. Cantó miles de boleros y grabó cientos de ellos, como dijo alguna vez.

Precursora

Si no bastara todo esto, habría que hablar del aporte de Olga Guillot al bolero, como uno de los géneros cardinales de la música cubana, al revolucionar el estilo interpretativo: en su expresión pasional y a veces frenética, Olga Guillot soltó las amarras de la sensibilidad femenina desde lo íntimo hasta convertir su expresión escénica en un acto catártico que dejaba atrás inhibiciones y prejuicios. Si en México, Elvira Ríos, la bien llamada Voz de Humo, cantaba desde un dolor que anticipaba atisbos de reclamos, Olga Guillot, desde Cuba, hacía de su estilo un arma en duelo de iguales cuando de la relación amorosa se trataba. Fue, en verdad una pionera, haciendo una inmersión realmente riesgosa, pero triunfal en un género donde, hasta entonces en Cuba, dominaban las voces masculinas y en un momento en que los cantantes dejaban atrás el género lírico, donde el virtuosismo vocal lo podía todo, para asumir canciones donde lo más importante era sentir y hacer sentir. Olga además de ser la sensibilidad y el frenesí en persona, era también la excelencia vocal. Desde entonces, creó e impuso un estilo interpretativo que ha sido imitado y seguido hasta hoy.

Suele mencionarse poco, pero vale subrayar algunos hitos importantes, olvidados en la historiografía cubana: Olga Guillot fue precursora en la historia de la industria discográfica en Cuba. Junto a Delia Bravo, Dinorah Nápoles y Olga Chorens, la bella santiaguera fue una de las primeras voces femeninas en grabar para el recién creado sello Panart y también es de las primeras cubanas en grabar temas de jazz. Con estas canciones es que hace su debut discográfico en 1945, al registrar los clásicos Lluvia gris (Stormy Weather) que se convierte en su primer éxito y Al fin (At Last) respaldada, según la etiqueta del disco, por la orquesta Swing Makers (Panart 1028 en 78 rpm); y también Polvo de Estrellas (Star Dust) y Noche y Día (Night and Day) (Panart-1045) con acompañamiento de la orquesta Cosmopolita.

Olga Guillot en foto de estudio de Narcy. Archivo de Rubén Ríos.

El camino

Olga llega al mundo del disco a los 22 años y ya había logrado mucho desde que naciera en la oriental ciudad de Santiago de Cuba el 9 de octubre de 1923: muy temprano se muda a La Habana con su familia. Estudia canto en el Conservatorio Municipal de La Habana donde tiene maestros privilegiados en los famosos cantantes líricos Hortensia Coalla y Mariano Meléndez, y sus primeras actuaciones las realiza en 1938 en el programa radial La Corte Suprema del Arte al formar un dúo con su hermana Ana Luisa: Las Hermanas Guillot.

Ana Luisa se casa pronto y abandona la música en 1940, pero la vocación de Olga es más fuerte y la lleva a continuar buscando su oportunidad de cantar, hasta que las radioemisoras RHC Cadena Azul primero, y Mil Diez después, le abren sus puertas y sus micrófonos. Es ahí donde se da a conocer ya como solista. Por entonces, Olga integra durante cierto tiempo el conjunto Vocal Siboney liderado por otra joven pianista y compositora Isolina Carrillo y el pianista Facundo Rivero, que contaba con un espacio en la emisora del magnate tabacalero Amado Trinidad.

De cómo debutó en solitario, le contó al musicógrafo y escritor Armando López: “Entre las pocas cancioneras que había (que así les decían a las boleristas), mi ídolo era Rita María Rivero. Yo era una pulguita que venía detrás y quería cantar como ella. Y quién me dice que es por Rita María que me doy a conocer. Una noche, Rita faltó al programa Siga la canción, de Radio Cadena Azul, y como Isolina era la pianista, me puso a sustituírla. Facundo Rivero, que era quien realmente cortaba el bacalao en el cuarteto, me dijo que los dueños del cabaré Eden Concert me habían escuchado y querían hacerme una audición para su show. Facundo me acompañó al piano. Los convencí. La suerte me perseguía. Si Rita María no falta esa noche al programa, no nace Olga Guillot.”[1]

Incansable y ávida de encontrar su espacio en el mundo artístico, hasta por el teatro vernáculo pasa, haciendo parte de las compañías de Enrique Arredondo y el Gallego Castany, recorriendo con ellas todo el país.

Sueña siempre con el triunfo personal, aprende, mejora su estilo, y no se detiene. Graba también ese año los temas Ironía y Triste Ilusión con el Conjunto Siboney, de Isolina Carrillo (Panart 1037). En 1946 realiza otras grabaciones con Panart y respaldada de nuevo por la orquesta Cosmopolita: Dos almas (D. Fabian) y Traicionera (Gonzalo Curiel) (P-1073); No sé que tienes y No me molestes más (Osvaldo Estivil) (P-1074); y Amado mío (A. Roberts) y Sinfonía (Alstone)(P-1076).

Nueva York. Las legendarias sesiones del Nola Penthouse Studio.

A instancias de su amigo Miguelito Valdés, siempre dispuesto a ayudar a los compatriotas que emergían al mundo de la música, viaja a Nueva York en 1947 con la idea de darse a conocer en el ámbito latino de esa ciudad. La presenta al empresario Federico Pagani, que regenta espacios importantes en el circuito latino, del que resultarán contrataciones que la llevan a presentarse en el Teatro Hispano y en el nite-club Havana-Madrid.

La invitación de Miguelito Valdés comenzaba a dar resultados: había llevado a Olga a participar en las históricas grabaciones que, en la primera mitad de 1947, en el estudio Nola Penthouse Studio, unieron a Chano Pozo, Arsenio Rodríguez, Miguelito Valdés, Mario Bauzá, Carlos Vidal Bolado, René Hernández, Tito Rodríguez, Machito y músicos de su orquesta. Miguelito la presenta a Gabriel Oller, dueño de los sellos Coda y SMC y productor de esas sesiones y la Guillot agregará 12 registros a su discografía –en calidad de solista y participante- , acompañada por una orquesta dirigida por René Hernández: los boleros Sin motivo y Nochebuena (Coda 5051) ; Estamos en paz (A. Pereira) y Ritmo de bongó (Coda 5054); Tu felicidad (René Touzet) y el afro Sangre son colorá (P. Justiz) (Coda-5056); La gloria eres tú (José A. Méndez) y No sé qué tienes tú (Coda-5058); Rosa y Todo es mentira (Coda 5093); Recuérdame y la guajira Amorosa Guajira (Coda 5096).

Olga, entre Tito Rodríguez y Arsenio Rodríguez, en las legendarias sesiones de Nueva York en 1947, y junto a Mario Bauzá (de espaldas), Machito, Chano Pozo, Carlos Vidal Bolado, Miguelito Valdés, René Hernández, José «Buyú» Mangual, Ubaldo Nieto y otros músicos. Archivo de la autora.

Allí además de sones y guarachas, Chano Pozo, Carlos Vidal Bolado, Arsenio Rodríguez y sus amigos fijaron las primeras grabaciones de toques y cantos rituales abakuá de que se tienen noticias y algunas fuentes especulan que, probablemente, la voz de Olga Guillot se escucha en los coros de aquellas grabaciones soneras y de música ritual afrocubana.

Regresa a Cuba y reanuda sus actuaciones en la radio, aunque por breve tiempo, porque en 1948 ya está en México donde realiza giras y grabaciones y se produce su primera aparición en el cine: será en el filme La Venus de Fuego. Con Juan Bruno Tarraza y para el sello Columbia registraría Que va (Osvaldo Farrés) y Esto es felicidad (O. de la Rosa) (Co-2025) y No me mires y Qué suerte tiene el cubano (Co-2085), influído su quehacer por el furor del mambo en ese tiempo. Con Gonzalo Curiel grabaría para el sello Anfion los boleros Me acuerdo de ti y Noche Negra (Anfion 10-480); Regalo y No puede ser (Anfion 10-079).

El cabaret y la conquista de un continente

Ya es una figura de suma popularidad y altamente demandada en un país que ha ido forjando una tradición de excelentes boleristas. Regresa a Cuba y sigue una indetenible carrera en ascenso como estrella de la radio, el teatro, el cabaret y la naciente televisión. Alcanza la consagración. Es proclamada Reina de la Radio en 1951 y ese mismo año se lanza a una larga gira por Argentina, Chile, Perú, Brasil, Colombia, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.

A su paso por Chile conoce a un joven estudiante de estomatología nombrado Luis Gatica Silva, con el que hace amistad, pues se interesa con entusiasmo por el estilo interpretativo de la cubana. De su ya extenso repertorio Olga le entregó arreglos de los números que prefería el chileno. Aquel muchacho, que se inspiró en el personal estilo de la cantante cubana resultó ser después uno de los grandes y míticos cantantes de boleros: Lucho Gatica.

Olga Guillot. Años 50. Archivo de la autora.

A inicios de 1954 Olga Guillot brilla en el escenario del habanero Teatro América, junto a Fernando Albuerne y Benny Moré, con los que forma empresa para la gestión del espectáculo. La producción es Alberto Alonso, que se ha inspirado después su exitoso espectáculo teatral y luego show de cabaret El Solar, presentado con éxito de público y crítica en la pista del Montmartre, donde la Guillot hace un dúo inolvidable con Benny Moré en Oye una canción para ti. A partir de sus apariciones en el Montmarte, la diva ficha para el emergente sello Puchito y hace una serie de grabaciones en el estudio de Radio Progreso con el respaldo de la orquesta de los Hermanos Castro. Ya Olga era Olga, había desarrollado un estilo inconfundible y arrasó con el que sería uno de sus grandes clásicos: el bolero Miénteme (Chamaco Domínguez), que consolidó su éxito continental y pervivió en su repertorio, trascendiéndole más allá de su muerte, como el preferido de las mayorías, su éxito cimero.

El año 1954 es de febril actividad para la Guillot que llega a tener, durante muchos meses, tres actuaciones diarias: en radio, en teatro y en cabaret. Figura entre los artistas exclusivos más populares que la famosa Radio Progreso tiene en su elenco, apareciendo junto a Benny Moré en el programa Noches de Cristal, patrocinado por la cerveza Cristal.[2] En Tropicana estelariza junto a Miguelito Valdés la producción Mr. Babalú, donde también se presenta en los shows o revistas Ritmo de Fantasía, Polynesia y Cosas del Ayer, ya anunciada como “la primera y más cotizada de nuestras cantantes”.

Olga entre Felo Bergaza (a su derecha) y Juan Bruno Tarraza a su izquierda. Archivo de la autora.

Latinoamérica entera se inclina a sus pies: durante 1955 se presenta en los cabarets Astoria y Afro, y también en el teatro Margo, de México. El 11 de marzo debuta en La Voz de Antioquia, en Colombia, y triunfa durante las tres semanas que permanece en el programa, junto a Leo Marini. Caracas la recibirá en el cabaret Pasapoga. En Panamá, Puerto Rico y Santo Domingo la reclaman y aplauden sin cesar, pero seguirá siendo profeta en su tierra: en julio de ese año es la estrella indiscutida de Flamingo Rhapsody y Bahiondo, las nuevas revistas de Tropicana, junto a Juan Bruno Tarraza, Felo Bergaza, Nelson Pinedo y la presentación especial de la brasilera Carmen Miranda.

En 1957 es la estrella principal, junto a Fernando Albuerne, en la inauguración del cabaret Venecia, en la ciudad de Santa Clara. Volvió tiempo después a la ciudad del centro de la Isla y allí por pura casualidad, se vio acompañada por un jovencísimo pianista llamado José Manuel Solís. Fue la primera en percibir su gran talento y sus elogios, viniendo de la rotundidad de su nombre, allanaron el camino al éxito de quien pronto sería el gran Meme Solís. Entre ambos se tejió una amistad y una complicidad musical que serían eternos.

Olga Guillot en Tropicana. Años 50. Foto: Vicente Muñiz.

En 1958 se presenta en Puerto Rico y luego viaja en su primera gira europea, con su pianista preferido –Juan Bruno Tarraza- presentándose en España, Bélgica y Francia donde es muy aplaudida en el casino Palm Beach, en la Riviera francesa. De regreso a La Habana, se presenta en noviembre en el show Cubalypso del cabaret Copa Room del Hotel Havana Riviera. Durante varios años consecutivos es seleccionada la mejor cancionera del año y 1958 no fue la excepción.

A su amigo Orlando de la Rosa –fallecido prematuramente- le graba su peculiar tema La canción de mis canciones, compuesta con el título de todas sus canciones y que la Guillot convierte por mucho tiempo en opening de sus fabulosos conciertos y recitales.

Olga Guillot y Miguelito Valdés en Tropicana. Años 50. Foto: Vicente Muñiz.

Cambios en Cuba y el éxito creciente

El triunfo de la Revolución Cubana la sorprende fuera de Cuba, según sus propias referencias, trabajando en una película junto a la vedette María Antonieta Pons, pero regresa a La Habana, alternando con viajes para cumplir contratos en el exterior. En enero se presenta en el Patio Andaluz de Caracas, Venezuela. De ahí va a México para presentarse de nuevo en el cabaret Afro, y en programas de televisión y también en el Teatro Lírico, en un espectáculo que encabezaba Agustín Lara junto a otros populares músicos mexicanos.[3]

El famoso Million Dollars de Los Angeles, California, la acoge con éxito. Regresa al Teatro Lírico en México, y se produce su famoso mano a mano con Toña La Negra, del que se cuenta, sale vencedora la Guillot, al proclamar Agustín Lara su veredicto: “Después del cielo, Cuba, y después de Cuba, Olga Guillot”[4].

Va después a Puerto Rico donde se presenta en el teatro La Perla. En 1959 graba un disco LP en México para el sello Musart, respaldada por la orquesta de José Sabre Marroquín, fonograma que saldrá en Cuba bajo la marca Puchito y el título Olga en México (LPP-538). Registra también su famoso bolero Anoche aprendí, otro de sus clásicos indiscutidos. A inicios de 1960 nace su hija Olga María Touzet y poco tiempo después, la Guillot reaparece esplendorosa en una revista en el habanero teatro Estrada Palma, compartiendo exitosa el escenario con el cantante argentino Luis Aguilé. Le agrada mucho el teatro y recuerda aquella fabulosa temporada en el cine-teatro Radiocentro con la super-revista Cuba canta y baila, junto a Benny Moré y Fernando Albuerne, una de las más taquilleras que se recuerdan.

Como siempre, la revista Show sigue la ruta de la diva: rápidamente prepara maletas e inicia una gira que le llevará en febrero de 1960 a Bogotá, Colombia con notable éxito; la aplauden también en Guatemala, Chicago y Nueva York, donde se presenta en el teatro San Juan. En mayo estelariza el show Caribeana del cabaret Caribe en el Hotel Habana Libre. Se impone con sus versiones de los boleros Total, del cubano Ricardo García Perdomo, y Me contaron de ti, de René Touzet, que graba en La Habana, haciendo un alto en su apretada agenda. Viaja de nuevo y en Caracas se presenta en el cabaret Trovador, en Coney Island y en programas de televisión.

Serenata Mulata en el Capri. La víspera del adiós

Y al regresar a La Habana, el gran suceso del momento: el 15 de diciembre de ese año 1960, se estrena en el Casino de Capri, el aún recordado show Serenata Mulata, y la figura central no podría ser otra que Olga Guillot. El Casino de Capri (hoy Salón Rojo) se había afianzado como el cabaret de moda y de excelencia, disputando el cetro al clásico y legendario Tropicana. Sería el último gran espectáculo de Olga Guillot en Cuba. La temperamental diva, que ya tenía contrato para viajar a México, debe posponer su viaje, ante el éxito de esta producción y la prórroga ventajosa del contrato con la empresa del famoso hotel habanero.

En febrero de 1961 se presenta por pocos días también en el teatro Martí en una revista musical y poco después se despide de su público en la pista del Casino de Capri anunciando que marcha, con permiso de la empresa del lujoso cabaret, a cumplir un ventajoso contrato con Venevisión, en Caracas, y luego en Maracaibo, también en televisión y en otros escenarios. Su triunfo en Venezuela es resonante, al tiempo que en La Habana su grabación de Vete de mí, con la orquesta de Humberto Suárez también para el sello Puchito, hace furor.[5] En mayo se presenta en el Terrassa Cassino, del Distrito Federal en México, junto al compositor y músico mexicano Vicente Garrido y cumple varios compromisos en el país azteca. Luego viaja a Puerto Rico para presentarse en el Caribe Hilton de San Juan.

Expropiaciones, desencantos y ruptura

El 6 de marzo de 1959, el entonces Primer Ministro Fidel Castro firmó la ley que rebajaba el 50% de los alquileres en la vivienda, y poco más de año y medio después, el 14 de octubre de 1960, la Ley de la Reforma Urbana, que convirtió en dueños a quienes habitaban las casas y apartamentos, cancelando el derecho a la propiedad de sus antiguos dueños. Olga Guillot era entonces una de las pocas mujeres artistas que habían hecho discretas inversiones en el sector inmobiliario y resultó afectada de inmediato por estas leyes: “Desde niña oía decir que los artistas morían en la miseria –contó a Armando López-. Y cuando me tocó ser famosa tuve que cantar para glorias de mi país que terminaron pobres y enfermos. Cuidaba mis centavitos. Tenía un edificio de apartamentos en Conill y 45, en el Nuevo Vedado, inversiones en bienes y raíces en La Habana del Este y mi casa en Almendares, en 17 esquina a 50. Cuando escuché por televisión hablar de Reforma Urbana, me pregunté ¿qué será eso? Un día me citaron a unas oficinas en la rebautizada Plaza de la Revolución. Allí, mientras hacía una cola al sol, me enteré de que me iban a confiscar mis propiedades. Al miliciano que me hizo firmar aquella infamia, le dije: ¿por qué me hacen esto, si yo no se lo he robado a nadie? Con burla, me respondió: «Ustedes, los artistas, vivían con mucho lujo, ahora tienen que cantar sin cobrar, por respeto al pueblo.» ¿Y cómo me visto y alimento a mi familia?, protesté. Y seguí protestando desde la escena.”[6]

Olga Guillot no podía comprender las medidas revolucionarias de los primeros meses de 1959 y 1960 que la afectaban directamente: a las del sector inmobiliario se sumaban los cambios radicales que comenzaban a producirse en la industria del entretenimiento, incluídos los medios de comunicación. A diferencia de otros artistas, Olga dijo siempre que ella sabía que tenía que irse de Cuba y que no podría regresar. La confiscación de sus propiedades determinó para siempre su postura respecto al gobierno cubano.

Sin retorno

Olga decide no regresar a Cuba: allí había logrado ya lo que pocas cantantes en toda su carrera: la consagración. El record de artista mejor pagada de Cuba se lo disputaba, según la prensa, con la ya grande Celia Cruz; había sido figura principal en los tres grandes cabarets: Tropicana, Sans Soucí y Montmartre; en Tropicana, había figurado en seis shows o revistas musicales como estrella absoluta, y participado en idéntica categoría en producciones en los más afamados cabarets y teatros. Junto con Celia Cruz, aunque en otro género de la música popular, comparte el mérito de romper de modo alarmante el mito del signo fatídico femenino en el mundo discográfico, según el cual, las cantantes mujeres no vendían y lo hizo arrasando con su clásico Miénteme, del que se había vendido un millón de discos. Había grabado ya ocho discos LP. En o desde Cuba había participado en la mayoría de las películas que conforman su filmografía: Venus de fuego (1948), Cita con la muerte (1949), Yo soy el hombre (1952), No me olvides nunca (1956), Yambaó (1957), Música de ayer (1959), Una estrella y dos estrellados (1960), es decir, y de los 10 filmes que se le acreditan.

Fija su residencia en México donde se le ama con fervor y un amor que tiene su positivo reflejo en el mercado. El maestro José Sabre Marroquín la invita a trabajar allí y Emilio Azcárraga, su amigo, le ofrece reponer en Televisa El show de Olga Guillot, siendo ella la anfitriona. Graba para el sello Musart acompañada por orquestas dirigidas por Juan Bruno Tarraza, José Ortega y Cuco Valtierra. Graba un disco con canciones de la mexicana María Grever acompañada por la orquesta del propio Sabre Marroquín. Con un estilo aún más visceral y extrovertido, en total madurez y pleno control de su carrera, pero sin pretensión de controlar sus emociones, Olga entregará en esta etapa boleros como Seguiré mi viaje (Alvaro Carrillo), Remate y Escándalo (Rubén Fuentes), Cualquier pretexto (Vicente Garrido)

En 1963, la Academia de Artes John F. Kennedy, de Hollywood, le otorgó el premio Golden Palm como la Mejor Bolerista de América Latina. Ya Olga era definitivamente el ícono mundial del bolero.

El 31 de octubre de 1964 realiza su primer concierto en el Carnegie Hall, de Nueva York, escenario al que regresó un par de veces más. Actuó en el Teatro Paramount, de Broadway, y brindó también recitales en el Teatro Olympia de París. Y siguió recorriendo la ruta iberoamericana del bolero, de la que fue reina indiscutida. Con más de cincuenta discos de larga duración en su haber, sería difícil elegir entre todas las canciones que cantó, pues fue diva preferida de muchos compositores. Lugar especial entre ellos lo ocupa René Touzet, padre de su hija Olga María y autor de muchas de sus canciones más rotundas.

En 1976 grabó en España para CBS la canción Me muero… me muero (Lolita de la Colina) y Soy Lo Prohibido (Roberto Cantoral), y luego, el sello Odeón le rindió tributo con su álbum triple grabado en Buenos Aires. En marzo de 1988, con motivo del espectáculo Los 100 años del Bolero, celebrado a casa llena en el Teatro Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, acompañó a otros grandes como Lucho Gatica, Roberto Ledesma y el Trío Los Panchos, demostrando un total dominio de la escena, recompensado por los aplausos de sus devotos que reconocían lo inigualable de su voz. Era ese el año en que celebrara sus cincuenta años cantando boleros.

Desinhibida

Siempre habló de manera directa, sin subterfugios ni recato al abordar temas espinosos. Tampoco se privó del autoelogio que, estaba segura, merecían su vida y su obra. Lidiaba muy bien con la fama y el éxito, y se esforzaba en hacer lo mismo con los de sus colegas. Era una diva con todo lo que la palabra -tan maltratada hoy- implicaba en su tiempo. No vivió en activo la época del auge mediático del feminismo y en sus tiempos, no se hablaba de estos temas, ni del matrimonio ni la relación de pareja, con el desparpajo con que ella lo hizo: “Me casé cinco veces, tuve cinco esposos, muy preparados e inteligentes, intelectuales, pero los señores no aguantaron. Ningún hombre acepta que su mujer esté por encima de él. Cuando veían que no podían competir conmigo, porque ganaba tres veces más que ellos y era mil veces más famosa, empezaba el desastre. Por eso, mi carrera ha sido mi esposo y mi amante.[…] He antepuesto muchas cosas por el arte. «Total, si no tengo tus besos, no me muero por eso, ya yo estoy cansada de tanto besar»…Como ves, he vivido en carne propia mis boleros”[7]

Eternidad

Nada ni nadie pudo hacer que dejara de cantar: Olga Guillot fue bolero hasta el último minuto de su vida, y más allá, el mito vive como referente inspirador o evocación de la nostalgia, en un frenesí expresivo, en una dramaturgia que encarna, ni más ni menos, que la realidad del mito que se resiste a morir, y que habita en latitudes reservadas a las grandes, a una grande en el bolero, solo comparable con lo que son Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan para el jazz.

Hoy 3 generaciones de cubanos que, aun descubriendo y escuchando su música de manera individual, desconocen el enorme legado de Olga Guillot, que no es difundido de modo permanente a través de los medios de difusión, su legado no es estudiado en las escuelas de música y en su propio país un festival dedicado al género del que ella es carne y espíritu y al que aportó uno de sus elementos expresivos más importantes, se ha atrevido por décadas a ignorarla.

No importan los desvaríos de la llamada “cultura oficial”: con sus originales e importantes aportes a la interpretación, creando un estilo que será imitado y seguido mientras se cante al amor y al desamor; el impacto de ese estilo en la concepción misma del bolero desde el trabajo autoral; su contribución a la difusión internacional del género nacido en Cuba, hacen que Olga Guillot y su legado sean parte inalienable de la cultura cubana y ella, una de las figuras de mayor trascendencia y aprecio a escala internacional en el género. ¡Felices 100 años para La Temperamental Olga Guillot! ¡Cuba y los cubanos dondequiera que estemos, festejamos tu vida!

(Olga Guillot nació en Santiago de Cuba, el 9 de octubre de 1923 y falleció en Miami, el 12 de julio de 2010.

NOTAS

[1] López, Armando: Olga Guillot en carne propia. En revista Encuentro de la Cultura Cubana. No. 53-54. Año 2009. Pag. 192.

[2] “Radio Progreso conserva su rating” y “Dos Soberbias Producciones”. En revista Show. La Habana. Año 1 No. 8. Octubre 1954. Pag. 46

[3] México al minuto, por Antonio Ortiz Izquierdo en revista SHOW. La Habana. Año 6 No. 61. Marzo 1959. Pag.52-

[4] Ibidem

[5] Caracas al cierre. Por Roberto Hernández. En revista SHOW. Año 7. Nos. 85-86 Abril y Mayo 1961. Pp.66 y 74

[6] López, Armando. Op.cit.Pp. 195-196.

[7] López, Armando. Op.cit. Pag. 197.

OTRAS FUENTES CONSULTADAS Ñ

  • Ariel, Sigfredo: https://cubanartnews.org/es/2010/08/02/olga-guillot-la-extrana-ausente/
  • Díaz Ayala, Cristóbal: Música cubana. Del areyto al rap cubano. Fundación Musicalia. 4ta. edición. 2003. San Juan, Puerto Rico.
  • _____ Cuba canta y baila. Discografía de la música cubana.Vol. II. (PDF)
  • Rico Salazar, Jaime: Cien años de boleros. Jaime Rico Salazar Ediciones. Bogotá. Colombia. 2000.
  • Revista SHOW. La Habana, Cuba 1954-1962.
  • Diario El Mundo. Caracas, Venezuela. 1959.
  • Entrevista de la autora con Meme Solís. Nueva York, 28 de abril de 2023.
  • www.imdb.com

Alquízar, Cuba. Soy una apasionada de la historia de la música y los músicos cubanos, de la memoria histórica y de asegurar su presencia historiográfica en las redes. Me gusta la investigación. Trabajo además en temas de propiedad intelectual y derechos de autor. Escucho toda la música... y adoro....la buena. Desmemoriados... es la interaccción. Todos los artículos son de mi autoría, pero de ustedes depende que sean enriquecidos.

3 Comentarios

  • Jorge Arango

    Olga Guillot es una artista que tiene tantos seguidores como detractores. Realmente, para muchos amantes del bolero hay dos Olgas diferentes: la de la primera etapa con una voz preciosa, sentimental pero sin excesos en la interpretación. Y la Olga ya entrada en años, sobreactuada, «temperamental» (por decir un eufemismo), la que ya solía recurrir a gritos en vez de cantar, con la voz un poco en declive.
    Fue un estilo muy personal, incluso con imitadores.

  • Lourdes Acay

    Tus investigaciones sobre : la musica. cubana de todos los tiempos, nuestras raices, musicos ,compositores, cantantes y en general artistas cubanos olvidados y desconocidos por todos los cubanos (resultado del siempre pesimo trabajo de las instituciones cubanas), me llenan de sabiduria, conocimientos y de tenerle mas amor a nuetra musica y sus raices. Gracias una vez mas Rosa.We need you.!!!

  • Rosa Marquetti Torres

    Lourdes querida: Muchas gracias por tus palabras. Es muy estimulante leer algo así, casi el combustible para poder seguir.

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