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Zoila Gálvez, la primera soprano negra de Cuba. Una vida increíble – Parte 2

Era consciente de lo que había conquistado en Europa y de lo que iba logrando en su país, pero también, de los obstáculos que enfrentaba y de su sentido de pertenencia. A la par que desarrolla su técnica vocal y escénica, Zoila se proyectará como una intelectual verdadera y comprometida y las décadas siguientes propiciaran el empoderamiento posible entonces.

Zoila, el Club Atenas y las contradicciones

Desde su adolescencia, Zoila Gálvez se vincula a la Unión Fraternal y al Club Atenas, dos de las más notorias y encumbradas sociedades de instrucción y recreo de negros y mulatos, que le abren sus salones, y conocerá o será cercana a muchos de los nombres que encarnan la intelectualidad afrocubana y el ámbito profesional y cívico en general en la época. Para ellos, Zoila será a la vez un factor de inspiración. Sus logros eran de los más altos alcanzados por alguien que en documentos de viaje era clasificada como “afrikan”, que se enorgullecía de sus orígenes y que había decidido que nada le detendría para alcanzar su sueño, por muy blanco que fuera el panorama del bel canto en el mundo de entonces.

La joven soprano cubana se implica directamente en los movimientos vanguardistas que transcurrían en la cultura y la sociedad de su país, exhibiendo a la vez un raro equilibro con ciertos sectores más conservadores de la intelectualidad afrocubana que tenían al Club Atenas como uno de sus baluartes más visibles y heterogéneos, la misma institución que apoyaba de manera irrestricta sus conciertos y su carrera desde sus inicios. Zoila fue apoyada por las figuras negras más prominentes de su época, vinculadas también al Club Atenas, verdaderas autoridades, muchos con méritos adquiridos durante la guerra de independencia y de los que se derivaba su ascendencia social, como Juan Gualberto Gómez, Lino D’ou y Generoso Campos Marquetti, entre otros

Zoila Gálvez, cerca de 1925.

El investigador cubano Tomás Fernández Robaina subraya el rol que se le adjudicaba entonces a una formación colectivista social como el Club Atenas, vista como una posible solución al problema de la integración del negro a la nación y a la sociedad en Cuba, de modo que: “…reuniendo en su seno a las personalidades más conspicuas, profesionales y pequeños propietarios, artistas, sin más requisitos que la decencia, lograra algo importante e imprescindible: que la personalidad negra fuera apreciada, que se le reconociera su solvencia moral e intelectual.”[1]

El Club Atenas reproducía el selectivismo y clasismo de la sociedad patriarcal y más que reivindicar la pertinencia de las culturas ancestrales africanas, privilegiaba la aceptación social del negro a través de la asimilación y representación de la cultura patriarcal blanca de origen europeo. En lo que a música se refiere, el Atenas, fundado en 1917 con 88 miembros, en medio del surgimiento y auge del son, como género musical, en sus salones fue prohibida la presencia de los sextetos, septetos y otras formaciones que lo interpretaban: en el Atenas, las orquestas sólo podían tocar, por decreto, fox-trots, danzones, valses o boleros. La rumba también estaba excluída. ¡Increíble!

Alejandro de la Fuente, en su obra Una nación para todos califica al Club Atenas como “la asociación negra más famosa en la república” y la describe así: “La exclusividad y selección definían a la nueva sociedad. El club fue creado para demostrar el grado de “preparación” logrado por un sector de la población negra, y obtener la “consideración” política y social para la cual estaban facultados. “Somos una institución -refrendaron sus fundadores- que refleja el grado de cultura, de elevación espiritual, de inteligencia de los elementos que representamos, así como sus aspiraciones, en constante y progresivo avance.” Así, solo lo “más exclusivo” de los círculos sociales afrocubanos podía asociarse.”

Antigua sede del Club Atenas en la esquina de Zulueta y Apodaca, en La Habana Vieja. Foto tomada del perfil de Facebook de VintageCuba.

No era extraño entonces que Zoila Gálvez se convirtiera para la directiva del Club Atenas y sus asociados, en el epítome de las aspiraciones para una mujer negra en Cuba, y en la música, su más alto exponente. Su trayectoria y ejemplo debían ser ampliamente conocidos. Ella, al parecer, asumía también el ideario y propósitos de la institución. Otras sociedades de instrucción y recreo de negros y mulatos, como la Unión Fraternal y Antilla Sport, también reconocerían públicamente esta condición en la soprano cubana, que a lo largo de su carrera colaboraría con ellas, ofreciendo recitales y conciertos, y años después ilustrando conferencias de su esposo Enrique Andreu. El 16 de abril de 1928 el Diario de la Marina comenzó a publicar la columna Los ideales de una raza, escrita por el ingeniero Gustavo Urrutia y que muy pronto se convierte en una página completa. Para Nicolás Guillén, “…se situaba en la mejor tradición periodística de Cuba… […], se planteó asimismo […] la formación afrohispana de nuestro pueblo y la necesidad de que ambos elementos se tomaran unidos si se quería expresar la naturaleza auténtica de nuestro país. […] Fue una página reformista que no planteó una solución violenta del problema cubano, pero que animó un debate muy importante en un medio amplio, el más amplio que había habido hasta entonces, y a cuyo calor surgieron varios nombres importantes del seno de la población negra cubana. [2] Entre estos nombres, de manera prominente, está el de Zoila Gálvez enfocado en sus logros y cualidades artísticas.

El Club Atenas organiza y patrocina un gran concierto de la joven soprano, el 4 de agosto de 1929 Zoila en el teatro Nacional. A propósito del concierto, Urrutia, en su citada columna en el Diario de la Marina, va más allá de una mera referencia musical: “…no podemos desvincular de nuestros individuos notables la representación de nuestra raza. Una cosa -claro está-, es “querer” representarnos; disputarse “motu proprio” representante de los negros, y otra muy distinta cosa es serlo en realidad. […] Zoila Gálvez es hoy una artista nuestra por ser negra; y de nuestros paisanos blancos por ser cubana. Si gana fama mundial, será también de la América, y los europeos la verán como suya en la gloria universal del Arte. El domingo 4 de agosto, cada negro se verá representado en el prestigio artístico de Zoila. Ella será nuestra embajadora, porque así la estimarán nuestros paisanos blancos.”

En un amplio programa que se inicia con la Overtura Mingon (Ambroise Thomas), Zoila, acompañada por el pianista Reynold González y la Orquesta Sinfónica dirigida por Gonzalo Roig, interpreta arias, canciones cubanas y negro-spirituals, recién incorporados a su repertorio tras sus presentaciones en Estados Unidos: Caro Nome (Verdi), The Little Damozel (Ivor Novello), El quitrín (Jorge Anckermann), Para ti (Roig, cerrando con el aria Ah! Forse Lui!, de La Traviata (Verdi) [3]

Si los años 20 fueron de una importante actividad internacional para Zoila, en las décadas de los 30 y 40 ella se centrará en su país, en el canto y el trabajo intelectual. Entra en la nueva década participando en un homenaje a Plácido en Unión de Reyes junto a Juan Gualberto Gómez en marzo de 1930; con Gonzalo Roig y su orquesta Cervantes, en la asamblea de los Rotarios;[4] en la inauguración y clausura de la exposición del escultor Teodoro Ramos Blanco.[5]Con Roig como director, y junto a Rita Montaner, Miguel de Grandy, María Cervantes, Elia Granados, Carmita Ortiz y Julio Richards, integra el elenco del concierto benéfico en favor de los damnificados del huracán que azotó Santo Domingo.[6]

En función memorable para la historia de la ópera cubana, el 15 de enero de 1931 en el teatro Payret, la Gálvez asume el rol de Gilda en Rigoletto, junto al tenor Hipólito Irigoyen, la mezzo-soprano Tomasita Núñez, el barítono asturiano Augusto Ordóñez y el bajo Ernesto Trápaga.

En abril vuelve a la escena del Teatro Nacional acompañada por la Orquesta Sinfónica de La Habana, bajo la dirección de Gonzalo Roig, y canta las arias Ah non credea mirarti de La Sonámbula (Bellini), Ou va la jeune indoue, de Lakmé (Delibes) y el capricho cubano Ya no te quiero (Roig).

Enrique Andreu Larrinaga, su esposo

Finaliza el año y el 4 de noviembre se casa con Enrique Andreu Larrinaga[7] intelectual, poeta, escritor y periodista. En 1916 Andreu Larrinaga era caracterizado por la revista de enfoque afrocubano Labor Nueva[8] como “un mestizo bien blanqueado […]que se empeña en no acogerse a los beneficios del color privilegiado.”[9] Los primeros artículos que hemos hallado bajo su firma fueron publicados en 1916 en esa revista. Se gradúa como Bachiller en Letras y Ciencias dos años después y de Perito Mercantil en 1920 trabajando como empleado en bancos entre 1919 y 1926. Sin embargo, las inquietudes culturales fueron, probablemente, elementos de coincidencia. Como Zoila, Enrique ha conocido mundo, haciendo viajes a España y México entre 1910 y 1928. Su nombre resulta interesante por ciertos hechos, como la polémica fraternal que sostuvo en 1929 con Gustavo Urrutia en la página Ideales de una raza, en el Diario de la Marina acerca de las vías y modos de inserción del negro en la sociedad cubana, sus vínculos con la intelectualidad negra y su activa participación en el Club Atenas donde en 1930 hace parte de 3 de sus secciones: Literatura, Prensa y publicaciones y Bellas Artes. Andreu fue secretario de de Fabio Grobart, uno de los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba, junto a Julio Antonio Mella.[10], y de Fernando Ortiz, de quien fue, además, amigo y colaborador en diversos proyectos.

Enrique Andreu y Zoila Gálvez, con el periodista Don Galaor (al centro). Foto publicada en la revista Bohemia, el 1 de marzo de 1942. Archivo de la autora.

Canto lírico, ópera

Zoila continúa involucrándose en acciones de impacto social y comunitario. En 1932 actúa en el Teatro Principal de la Comedia en evento benéfico patrocinado por el Sindicato de Autores Cubanos en favor de los niños del Asilo San José de la Casa de Beneficencia de Santiago de Cuba, y en el que participan la orquesta Yumurí, de Jorge Anckermann, en su primera presentación pública, el conjunto Rosendo Ruiz, Sindo Garay, el Trío Matamoros, Jorge Mauri y sus Trovadores Líricos de Cuba, el tenor Emilio Medrano, Regino López en un monólogo de Villoch, y otros.[11] Canta con el tenor Francisco Domincis en el teatro Nacional en homenaje que se le tributa a ambos el 10 de abril de 1932. Interpretan la romanza, canción y dúo del tercer acto de Il Pescatori di perli.

El 1 de mayo de 1932 inicia la temporada en el Payret donde repite la Gilda de Rigoletto junto a Augusto Ordóñez y Panchito Naya. Siete días después encabeza el elenco que inaugura la nueva radioemisora CMCY, donde figuran los tenores Francisco Fernández Dominici y Emilio Medrano, la Orquesta Siboney, el Cuarteto Machín y el Sexteto Anacaona, entre otros y el 23 del mismo mes figura junto al Trío Matamoros en el cartel artístico en la inauguración de la Cadena de Estaciones de Radio de Cuba, primera cadena radial establecida en el país.[12]

Tras 2 años sabáticos -según subraya el Diario de la Marina-, Zoila ofrece 3 recitales en el Teatro Principal de la Comedia los días 3, 6 y 10 de diciembre, donde estrena la escena final de la ópera La Estrella de Oriente de Meyerbeer, que, según el columnista anónimo, había sido cantada en Cuba una única vez el 11 de abril de 1887 por la soprano cubana Anita Aguado, cuando la estrenó en El Artesano de Cienfuegos. Afirmaba el periodista, que Zoila poseía el que se consideraba entonces el único original de este arreglo y lo canta en el último de sus 3 recitales en el Principal de la Comedia. En el segundo concierto, cantará el Aria de la Locura de Lucía de Lammermoor, de Donizetti. Fue esta aria la que le valió a Zoila “los más entusiastas elogios de los críticos de la “Revista Melodramática”, de “L’Unione” y de “La Gazzetta” de Milán, en cuya ciudad fue oída.”[13]

En la emisora CMW canta el 23 de junio de 1935 en el programa La hora múltiple, donde se anuncia a Ernesto Lecuona y a la Orquesta de La Habana.[14] Un mes después encabeza el elenco de La hija del sol, que sube a la escena del teatro Martí el 23 de julio, con una actuación especial cantando el intermezzo Aves y flores, compuesto especialmente para ella por Gonzalo Roig. Lo integra también Hortensia Coalla, Rita Montaner, Miguel de Grandy y Arturo Vila.[15]

Con Ignacio Villa como organizador y director artístico se inaugura el 6 de agosto de 1935 La Hora Sensemayá, un programa de la emisora CMCG. La audición inaugural resulta trascendente: pronuncian sendos discursos don Fernando Ortiz y el arquitecto Gustavo Urrutia, director y redactor de la página Ideales de una raza ahora ubicada en el suplemento dominical en el Diario de la Marina. Intelectuales como el propio Guillén, José Luciano Franco, Enrique Andreu y otros, y artistas como la declamadora Eusebia Cosme, Rita Montaner, interpretando algunas de las obras de Gilberto Valdés y Zoila, cantando varios negro-spirituals, dan realce indiscutible al importante programa radial.[16] Hay un empeño de Zoila en expandir su radio de acción en Cuba. En 1936 realiza una gira por los principales escenarios de la isla acompañada por el flautista Roberto Ondina y el pianista Pedro García Arango.

El Anfiteatro Nacional acoge el 22 de abril de 1937 un gran concierto de Zoila, auspiciado por el Departamento Municipal de Cultura, respaldada por la Orquesta Sinfónica de La Habana con Gonzalo Roig como director. Interpreta la escena y aria del primer acto de La Traviata (Verdi), En Cuba nací (Guerra), Aguinaldos blancos, de la opereta Lola Cruz (Lecuona) y el intermezzo Aves y flores, de La hija del sol (Roig), entre otras. El 4 de noviembre canta en el Anfiteatro Nacional en el homenaje que el Alcalde de La Habana, Antonio Beruff Mendieta, ofrece al destacado musicólogo español Adolfo Salazar, acompañada también por Roig y su orquesta. Canta Rondó alla Turca (W. A. Mozart-A. Aslanoff); Cantares, del Poema en forma de canciones (J. Turina) y la escena y aria Ombra leggiera, de la ópera Dinorah (Meyerbeer).

Zoila Gálvez, Fernando Ortiz y la Sociedad de Estudios Afrocubanos

El vínculo entre ambos intelectuales se remonta a la década de los 20. La admiración del sabio hacia la diva quedó resumida en el epíteto con que solía nombrarla: La Marian Anderson de Cuba. Se daban en Zoila elementos que la hacían, como artista e intelectual, coincidente y atractiva para Ortiz: los conocimientos de Zoila transitarán a lo largo de su vida por los cauces de lo operístico y la cultura afrocubana, dos vertientes que podrían parecer inconexas, pero que no lo son. En 1926, Fernando Ortiz funda la Institución Hispanocubana de Cultura, a la que Zoila se vincula con su arte participando en actividades musicales que auspicia. A partir de entonces, Zoila y Enrique Andreu acompañarán a Ortiz en varios de sus proyectos y compartirán estudios, eventos y pareceres.

Zoila Gálvez en concierto con el laureado pianista Alberto Bolet. Foto: Museo Nacional de la Música. Cuba

El reconocimiento de la importancia del negro en la formación de la nación y de sus aportes a la cultura, iniciado en la década de los 20, se configura a partir de los años treinta en la lucha contra los prejuicios raciales y en una renovación en los estudios afrocubanos. Algunos eventos fundacionales dan fe de cómo se profundiza la mirada científica sobre las prácticas culturales de la población afrocubana, esencialmente con el trabajo de Fernando Ortiz y otros intelectuales.

En 1936 en el cine-teatro Campoamor, Fernando Ortiz imparte su histórica conferencia a un público no especializado, presentando por primera vez cantos y toques rituales de religiones africanas con presencia en Cuba, ejecutados en vivo por portadores auténticos. Con ello, Ortiz pretendía derribar barreras raciales, visibilizando las huellas africanas en la música y las artes cubanas. Ese año Ortiz funda la Sociedad de Estudios Afrocubanos, de la que Zoila es nombrada Socia Titular.[17]Un año después la entidad crea la revista semestral Estudios Afrocubanos, una publicación de pensamiento que en sus dos períodos (1937-1940 y 1945-1946) publica importantes ensayos sobre cultura y población afrocubanas, discriminación, etc. Era dirigida por Emilio Roig de Leuchsenring y sus redactores eran inicialmente todos los miembros de la Sociedad. A cargo de la administración figuraba José Luciano Franco, que con el tiempo se convertiría en uno de los más importantes historiadores cubanos.[18]

Dedicada al estudio de las relaciones entre lo africano y lo español y a la simbiosis de ambas vertientes en lo afrocubano, la revista Estudios Afrocubanos tuvo un valor insuperable en su campo, no solo por la alta calidad de sus investigaciones y textos, que no se limitaban a lo estrictamente cubano, extendiendo su mirada hacia otras zonas geográficas con presencia africana, sino también por lo difícil de su realización en las condiciones cubanas de las décadas de los 30 y 40. La nómina de autores que publicaron en Estudios Afrocubanos permite ponderar no solo lo anterior, sino también el calibre de Zoila Gálvez y Enrique Andreu como intelectuales y ensayistas: Fernando Ortiz, Emilio Roig de Leuchsenring, Lydia Cabrera, José Luciano Franco, José Antonio Fernández de Castro, Herminio Portell Vilá, Rómulo Lachantañeré, Salvador García Agüero, Armando Guerra, Ramón Vasconcelos, Adolfo Salazar, María Muñoz de Quevedo y otros. Zoila Gálvez y Eusebia Cosme son las dos únicas mujeres negras vinculadas al ejecutivo de la sociedad y de la revista.

Una melodía negra

A inicios de 1938, Fernando Ortiz acude a Zoila Gálvez a propósito de una consulta que recibe de la musicóloga estadounidense Eleanor Hague, referida a la posible presencia de elementos africanos en la estructura de un himno que cantan montañeses blancos de Tennessee. Debió el sabio tener en muy alta estima los conocimientos y la capacidad de análisis de Zoila en estos temas para colocarla en ese rol de asesora o consultante. La soprano redacta un informe para Don Fernando, fechado el 30 de marzo de ese año, que sería publicado 2 años después, en el volumen IV de la revista Estudios Afrocubanos, bajo el título Una melodía negra. Contrario a lo que podría suponerse si nos atenemos a los textos que hasta ahora han abordado su vida y obra, este ensayo muestra de modo inequívoco cuánto interesaban a Zoila Gálvez los temas de la presencia africana en la música y en la cultura de su país, y cuán profundos eran ya sus estudios en torno a esto, más allá de arias, óperas y operetas europeas.

Al responder la encomienda de Fernando Ortiz, la soprano identifica las similitudes de este himno con sonidos presentes en músicas de origen africano y establece su hipótesis sobre su expansión y asimilación en Estados Unidos y Suramérica. “Examinados atentamente los dos guiones melódicos remitidos por Miss Hague, puede advertirse un común origen en las dos melodías al ser tocadas en el piano. El fondo melódico de la canción de los negros del Brasil, llamada “Xangó”, es igual que el himno que cantan los montañeses blancos de Tennessee, salvo pequeños detalles insignificantes que en nada alteran el tema. Y en cuanto a la otra versión a que se refiere Miss Hague, que le llegó de las islas Caribes, también llamada Xangó o Shangó, muy bien podría ser con tal nombre una falsificación de música negroide del rito de los santos africanos, de las que tanto abundan, y que por aquí se hacen con fines exclusivamente comerciales.”[19]

Ensayo «Una melodía negra» de Zoila Gálvez, publicado en revista Estudios Afrocubanos en 1940 (fragmeneo)

Zoila demuestra conocer los estudios de autores brasileños acerca del tema, citando al etnógrafo y folklorista Edison de Souza Carneiro y su hipótesis sobre la expansión de las culturas africanas a zonas del actual continente europeo desde los tiempos de la antigua Grecia, y de Goncalvez Fernández y su obra Xangos do Nordeste y las similitudes de prácticas religiosas en Cuba y Brasil .[20]

El ensayo publicado en Estudios afrocubanos muestra también a una Zoila no solo preocupada, sino estudiosa de lo que está ocurriendo en la música popular cubana y en particular en aquella que asume sin reservas la herencia africana, mencionando como ejemplo la canción de cuna Ogguere del compositor Gilberto Valdés. En su texto, comparte la experiencia de haber asistido al primer concierto de música afrocubana concebido, producido y dirigido por Gilberto Valdés, junto a dos amigas norteamericanas de tránsito en Cuba: “Mis amigas se asombraron de que aquel espectáculo musical, que yo les había anunciado como algo típico nuestro, fuera para ellas familiar desde el punto de vista melódico y rítmico, a tal extremo que me lo identificaron enseguida con un ‘esto es lo mismo que nuestra música y que nuestro canto: para nosotras, no es nada nuevo’.” Y a Zoila no le tiembla el pulso para escribir algo que puede escandalizar a los puritanos: “Al ‘dilettanti’ que oiga el largo de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak, le ocurrirá lo mismo que a mis amigas norteamericanas: la melodía y el ritmo de los negros, le acusará, como prueba indubitada, el trasplante racial de esos hombres de África, y su pervivencia en América, donde realizaron un aporte considerable para la vida de nuestro Continente. […] Yo concibo únicamente así la evolución efectiva de la cultura: circulando entre todas las razas y entre todos los países, a través de todas las edades”- afirma Zoila entre sus conclusiones.

El ensayo Una melodía negra fue publicado también en 1957 por la Sociedad Económica de Amigos del País en el tercer volumen de Miscelánea de estudios dedicados a Fernando Ortiz, una selección de textos escritos por discípulos, colegas y amigos del sabio cubano, compilados en ocasión de cumplirse sesenta años de la publicación de su primer impreso en Menorca en 1895. En su obra La africanía de la música folklórica de Cuba, Ortiz destaca desde las páginas iniciales el agradecimiento a la contribución de Zoila a esta obra, encomiando en él sus vastos conocimientos sobre el tema. Al referirse a la síncopa en las músicas llamadas folklóricas en Cuba, Ortiz dice de la soprano: “Zoila Gálvez, que domina ‘il bel canto’ estudiado por ella en los conservatorios de Europa y practicado con éxito en los conciertos de la más refinada música, y que además conoce íntimamente los cantos que las musas africanas trasmitieron a las de Cuba […],”[21] para extenderse en comentar lo que la Gálvez sustenta acerca de la síncopa y el rubato y la influencia de África.

En la primera compañía cubana de ópera

Otros dos hechos involucran el nombre de Zoila a finales de los 30: la llegada a La Habana el célebre tenor mexicano Alfonso Ortiz Tirado, con quien protagoniza varios programas radiales transmitidos por CMQ y la creación de la compañía Ópera Nacional, a iniciativa del periodista Juan Bonich con la colaboración del tenor Francisco Fernández Dominicis y el maestro Gonzalo Roig. El Diario de la Marina da la noticia: el teatro Auditorium acoge el 10 de julio de 1938 el concierto inaugural de Ópera Nacional, donde Zoila canta Una voce poco fa, de El Barbero de Sevilla (Rossini) y el dúo del acto primero de Rigoletto (Verdi) junto al tenor Francisco Naya. La ausencia de respaldo institucional y gubernamental condenará a la naciente compañía que morirá casi en el intento, un año después: el 31 de mayo de 1939 en el Teatro Nacional, Zoila asume el rol de Amina en la ópera La Sonámbula (Bellini) con Roberto Nieto como Conde Rodolfo, Margot de Haya (Teresa) y Francisco Naya (Elvino), entre otros. Fue la última vez que la famosa ópera de Bellini se presentó en Cuba y sería la penúltima ópera presentada por la compañía, que desaparece el 3 de noviembre de ese año.

Sobre la pertinencia de la ópera como expresión artístico-musical y su lugar en la sociedad, Zoila sostenía una línea de pensamiento muy avanzada para su tiempo. Tan temprano como en 1942, al ser entrevistada para la revista Bohemia, así se expresaba: “No sólo creo firmemente que la ópera debe persistir como espectáculo teatral, sino que este espectáculo le debe ser devuelto al pueblo. Es una deuda que todos debemos poner empeño en saldar. La ópera, como espectáculo, en sus orígenes fue netamente popular. Cuando el gran músico italiano Alejandro Scarlatti, antes que nadie en el mundo, en 1637, fundó el teatro San Casiano en la cuidad de Venecia, lo hizo para popularizar el arte selecto de la ópera, llevándolo a las masas del pueblo, para que además de los potentados en sus palacios, tuvieran también los humildes a su alcance un nuevo motivo de progreso cultural. Y yo, que profeso la función social del arte, hago todo lo posible porque esa restitución sea un hecho, llevando este género al pueblo, rescatándolo de las manos de quienes a través del tiempo han tratado de desvirtuar su sentido. La ópera, al revés de lo que muchos creen y sostienen, no es un espectáculo de minorías, improcedente, ni debe morir.” Y asombrosamente, vislumbra lo que ocurriría décadas después con los cambios transgresores que sobrevinieron en el género desde finales del siglo XX: “Lo que hay es que infiltrarle nueva savia y vitalidad, dándole un sentido más actual. La ópera es como un trasunto de la vida misma, y la vida es permanente, porque la razón de ser es inmortal.”[22]

Intelectuales afroamericanos en Cuba

La década de los cuarenta destaca por la frecuencia de contactos entre organizaciones, intelectuales y activistas afroamericanos y las instituciones y organizaciones cubanas afines. En 1940 miembros del National Council of Negro Women (NCNW) llegan a La Habana en un viaje que consideran “una misión de contacto y estudio”. Las instituciones anfitrionas en Cuba son la Unión Fraternal y el Club Atenas y el programa incluye un ciclo de 9 conferencias acerca de la historia, vida y situación del negro y la mujer negra en Cuba, concluyendo con un breve recital de la cantante Ada Fischer, integrante de la comitiva visitante, que interpretó dos viejos negro-spirituals y Zoila Gálvez, que cerró el evento interpretando el Ave María.[23]

Otro importante momento se produce en junio de 1941 cuando llegan a Cuba dos destacados intelectuales afroamericanos: el sociólogo, historiador y panafricanista W.E.B. Du Bois, uno de los nombres destacados del Harlem Renaissance, y la antropóloga Irene Diggs, quien fungía como asistente del Dr. Du Bois, convirtiéndose luego en una destacada científica e intelectual.[24] La visita a Cuba marcará para Diggs un punto de giro en su carrera, que continuará de manera independiente al recibir una beca del gobierno de Franklyn D. Roosevelt para estudiar en la Universidad de La Habana, lo que propició fructíferos intercambios con Fernando Ortiz acerca de las conexiones de África con Cuba.[25] La visita forma parte de los intercambios entre intelectuales y profesionales afrocubanos y sus colegas afroamericanos. Son recibidos con calidez y sus programas de organizan con esmero, por las mismas personas que anteriormente han promovido y atendido estas visitas, como el Dr. Fernando Ortiz, el abogado Miguel Ángel Céspedes, desde la directiva del Club Atenas, que conocían del prestigio y valía de los visitantes. La sección femenina del Atenas organiza un concierto en su honor, dirigido por Zoila, quien también interactúa con ellos en diferentes momentos.[26]

Durante la década, con interpretaciones de negro-spirituals, ilustra diversas conferencias que su esposo Enrique Andreu ofrece sobre este tema y otros vinculados a la música de los afroamericanos. La visión un tanto dogmática de Andreu sobre la evolución de estas expresiones culturales, no demeritó la excelencia en el desempeño de Zoila al mostrar estos cantos.

Zoila y Justa Cuevas, su madrastra, quien en realidad, fue una madre para ella y de quien tuvo un sentimiento recíproco. 1942. Foto: Archivo Jaime Jaramillo.

La Marian Anderson cubana [27]

Zoila continúa en el radar de quienes en Estados Unidos se acercan al tema racial. El New Jersey Herald News, un periódico destinado a la población afroamericana de Newark, publicaba el 1943 una breve crónica del periodista Harold Preece, tras su visita a La Habana y su encuentro con algunos intelectuales y activistas negros. Tras mencionar a figuras ya reconocida como el poeta Nicolás Guillén, el líder sindical Lázaro Peña, afirma: “Y si ella no está fuera en una gira de conciertos, usted podría tener la suerte de escuchar a Zoila Gálvez, “la Marian Anderson cubana” cantando un aria de alguna de las grandes óperas.”[28] ¿Saldría de aquí el famoso epíteto o su autor fue Fernando Ortiz? Cualquiera que haya sido, acertó al apelar a los puntos de contacto entre ambas: como mismo la cubana en los años 20, la contralto afroamericana triunfó primero en la Europa de los años 30 antes de conseguir el reconocimiento en su país. Ambas, de diferentes formas, sufrieron y enfrentaron discriminación sin que nadie consiguiera que abandonaran el arte que amaban. Dos años mayor que Zoila, Marian Anderson pudo ser un referente para la cubana, quien probablemente, supo que en la afroamericana hizo su gran debut newyorkino en el Town Hall. Quizás por eso Zoila siempre deseó cantar en ese escenario, sueño que pudo ver cumplido años después.

Simpatías políticas

Desde finales de los años 30 se hacen evidentes las simpatías de Zoila por las ideas de izquierdas, progresistas y de justicia social, con gran sensibilidad hacia las personas que vivían en pobreza. Su vinculación a la izquierda cubana se acrecienta , sobre todo, en el período de la II Guerra Mundial, cuando junto a su esposo Enrique Andreu se incorporan al activismo antiracista y antisemita, integrando la directiva de la Asociación Nacional contra las Discriminaciones Racistas, también presidida por Fernando Ortiz.[29] El 12 de noviembre de 1939 el teatro Nacional abre sus puertas para homenajear el intelectual y político negro Salvador García Agüero, quien ha sido postulado a la Asamblea Constituyente como candidato de la coalición Unión Revolucionaria Comunista. Zoila brinda su apoyo cantando el espectáculo, en el que actúan también Gilberto Valdés y los cantantes Bola de Nieve, Alfredito Valdés, Jorgelina Junco, René Márquez, René Cabel, entre otros.

Es conocido el vínculo de la Gálvez con el luchador nacionalista y revolucionario Antonio Guiteras Holmes, a quien estando prófugo escondió en su casa. Accedió la soprano a la petición de cantar para él, entre otras, arias de La Traviata, la misma noche en que huiría a Matanzas para morir horas después en El Morrillo, Matanzas, el 8 de mayo de 1935

Un punto destacado es el apoyo público de Zoila a la campaña para dotar de talleres propios de impresión al periódico Noticias de Hoy, del Partido Socialista Popular (PSP), de tendencia comunista. Zoila ofrece conciertos y recitales en La Habana y Santiago de Cuba para recaudar fondos con este objetivo.[30] En la primera mitad de la década, Zoila se presenta en un espacio fijo los lunes y viernes a las 9.35 pm en la radioemisora Mil Diez, el otro brazo mediático del PSP y con un ingente trabajo en favor de los artistas emergentes, principalmente negros y mulatos. El programa “Caravana de Arte” es ecléctico, mezclando cantantes líricos y de música popular y propiciando la presencia de extranjeros contratados, como fue el caso del crooner mexicano Fernando Fernández.[31]

Zoila ofrece otros importantes conciertos durante la década: el 20 de abril de 1944 en el Instituto Hispanocubano de Cultura, acompañada por Agustín Irulegui, cantando obras de Pergolesi, Paradies, Gounod, Saint-Saëns, entre otros. En 1947 acompañada al piano por Jascha Fischermann se hace escuchar en la sala del Conservatorio Municipal de La Habana con Ah fors’a lui, escena y aria de La Traviata (Verdi) y obras de Mozart, Schumann, Edgardo Martin, Rachmaninoff y Stravinsky. Jascha Fischermann volverá a acompañarla en 1951 cuando en el Patio Colonial del Ayuntamiento de La Habana (antiguo Palacio de los Capitanes Generales y hoy Museo de la Ciudad), se despide con un concierto antes de partir a cumplir un gran sueño.

En el Town Hall

En abril de ese año 1951 el tenor afroamericano Charles Everett visita La Habana, invitado a cantar a través de Unión Radio TV con motivo del programa de celebraciones de Bacardí. Precedido de exitosas presentaciones en importantes salas de concierto norteamericanas y de la expectativa del público cubano vinculado al canto lírico, la presentación de Everett abarrotó el lunetario del estudio, según reportaba el periódico Alabama Citizen. El diario Alabama Citizen publicaba la noticia, citando una frase de la reseña crítica que, explicaba, Zoila Gálvez había escrito para el diario cubano El País sobre el importante evento, en la que destaca: “Las notas que alcanza la voz del tenor y su personalidad aumentaron la expectativa en el público cubano.”[32]

Antes de que termine ese año, Zoila, con 52 años, cumple uno de sus sueños más acariciados: ofrecer un recital en el Town Hall de Nueva York. Medios de prensa generalista y especializada, como la revista Musical Courier, se hacen eco del acontecimiento. Sube al escenario del legendario recinto el domingo 30 de diciembre; la presenta y acompaña en el programa el propio Charles Everett, acompañados ambos al piano por Hugh Ross. Según la cartelera que publica The New York Times, entre otras piezas, Zoila incluye obras de autores cubanos, como Entre las palmas (Martin), Anacaona (A. Oréfiche) y Amor guajiro (J. Anckermann). [33]

Logra éxito de público y crítica. “Miss Gálvez reunió un programa lleno de espiritualidad, cantó sus números, en su técnica y en su estilo, con la más depurada expresión”-escribió el Herald Tribune. “De su recital podemos decir que no hay equivocación en cuanto a la musicalidad y delicada gracia de la bien dotada soprano, lo que pudimos corroborar cuando ella hacía flotar su bella voz en las obras de Pergolesi, Mozart Monsigni y otros autores-, escribe la prestigiosa crítica musical Nora Holt en New York Amsterdam News, el más antiguo semanario destinado a la comunidad afroamericana newyorquina.– Su calidad vocal y su musicalidad están a nimadas como por un soplo divino que encontró una impresionante realización en las obras de autores cubanos y español (…) pero su temperamento latino fue más persuasivo y brilló con innato fuego en el aria de Verdi, de La Traviata, “Ah, fors e lui”, en el que ella reveló su gran calidad de coloratura que le ha hecho famosa”- concluyó Holt.[34]

El “Music Courier” calificaba el concierto de la Gálvez en el Town Hall como “su primer lazo de unión con el selecto público de New York, ofreciendo en él obras de Pergolesi, Monsigny, Martin, Granados, Verdi, Herrera, Osma Anckermann, Blasco, y otros autores. Y dicha artista evidenció en el desarrollo de su programa la seriedad del propósito que tuvo al confeccionarlo, revelando con la alta calidad de sus facultades la mayor sinceridad en sus proyecciones vocales. Una justa, grande y bien dispuesta audiencia, la escuchó.”[35]

Aprovecha la estancia en esa ciudad para asistir a un cursillo de ampliación en el Julliard Musical Institute en calidad de artista invitada. El profesor Georgius Cagen le obsequia la partitura de una de sus obras con una emotiva dedicatoria. [36]

Zoila se despide con un concierto antes de viajar para presentarse en el Carnegie Hall. Clip de prensa. Museo Nacional de la Música. Cuba.

A su regreso a La Habana la espera una invitación del Embajador de Cuba en México para participar en los actos conmemorativos del centenario del nacimiento de José Martí en ese país, ofreciendo el 27 de enero un recital en la sede de Embajada cubana en México y al día siguiente una presentación en el legendario Palacio de Bellas Artes, colmado de un público que la acogió muy favorablemente. El 9 de abril recibe el homenaje del Club Atenas por los éxitos alcanzados y con motivo de su próximo nuevo viaje a Estados Unidos. La próxima parada será otra vez en Nueva York.

En el Carnegie Hall

Hace 38 días, exactamente, que ha cumplido los 54 años y Zoila Gálvez está a punto de subir a uno de los escenarios más legendarios de Norteamérica. A la vista de varias décadas, hoy se sabe que aquel fue el último de los varios conciertos y recitales que ofreció en importantes salas fuera de su país, mas no en tantas como su impulso vital y sus dotes vocales le habrían permitido.

Anuncio del concierto de Zoila Gálvez en el Carnegie Hall, 1953. Foto: Museo Nacional de la Música. Cuba

De nuevo Charles Everett será quien presente a Zoila en este nuevo encuentro con el público neoyorkino el 26 de abril de 1953, en un concierto acompañada de Borislav Bazala, pianista de origen búlgaro radicado en Estados Unidos,[37] y el flautista cubano Alberto Socarrás, que la respalda en Aves y flores, de La hija del sol (G. Roig). El repertorio interpretado, según las grabaciones y programas conservados en los archivos del Carnegie Hall, incluye: Amarilli, mia bella (G.Caccini), Mein glaubiges Herz (J.S Bach), My beloved, de Acis y Galatea (G.F. Handel); Alleluia (W.A. Mozart), Songs of Gruzia (Ne poy, krasavitsa, pri mne) (S. Rachmaninov), Printemps nouveau y Ariette (P. Vidal); Charmant oiseau de La perle du Brésil (F. David) y Où va la jeune indoue, de Lakmé (L. Delibes), y Aves y flores, de La hija del sol (G.Roig) las tres con la participación del flautista cubano Alberto Socarrás; Montañesa, de 20 cantos populares españoles, y Malagueña (J.Nin); Mi tra la la (J.B. de Oñate), Una rosa blanca (E. Lecuona), Siempre soñar (A. Bonachea).[38]

The New York Times, en su edición del 27 de abril, inserta la nota Cuban Soprano give recital, con noticia del evento.[39] El Herald Tribune comenta: “(…) El estilo de cantar de Zoila Gálvez es muy intenso y vehemente. Su maestría interpretativa y su propósito parecen estar siempre adaptados para un fuerte y concentrado ‘crescendo’ que lleva hasta el clímax, una y otra vez, pero siempre dentro de las fronteras del buen gusto. La calidad de su voz, es uniforme, de buen timbre y de gran colorido (…)”.

El cronista Baby Quintero, del diario La Prensa, el más antiguo en español en Nueva York, escribió: “La crítica y las personas expertas en el bel canto tuvieron los más cálidos elogios para las cualidades artísticas de la Gálvez, y para sus acompañantes. El programa comprendió obras clásicas y modernas (…) siendo todos brillantemente cantados y muy aplaudidos.”[40] La revista especializada Music Courier publicaba también una breve y elogiosa reseña.[41]

Días después, el 14 de mayo en la Andre Rankin Memorial Church de la Universidad de Howard, en Washington D.C. su esposo Enrique Andreu da una conferencia titulada “El folklore musical de Cuba y su cancionero”, que es ilustrada por Zoila, de la que se hace eco el diario Evening Star el día antes como promoción del evento.

El éxito de la soprano motiva el interés de empresarios que le ofrecen un contrato para realizar una gira por varios estados de la Unión, pero una nueva frustración cancelará su ascenso internacional: recibe la noticia de la gravedad de su madrastra Justa Cuevas,  y regresa a Cuba el 16 de mayo de ese año 1953.

(CONTINUARÁ)

Agradecimientos muy especiales a Jaime Masó, Jaime Jaramillo, Enrique Río Prado, Ulises Hernández, Iván Giroud, Linda Mirabal, Verónica González (Colección Díaz Ayala en FIU), Jorge Fuentes, Pedro Simón, Miguel Barnet, Jorge Rodríguez, Miguel Ángel García, Jesús Gómez Cairo, Milagros Muñoz, Juan Piñera, Ron Hudson (Archivo Carnegie Hall).

NOTAS

[1] Fernández Robaina, Tomás: El negro en Cuba. 1902-1958. Apuntes para la historia de la lucha contra la discriminación racial. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. 1990. Pag. 120.

[2] Morejón, Nancy: Recopilación de textos sobre Nicolás Guillén. Casa de las Américas. La Habana, 1974. Citado por Fernández Robayna, Tomás: El negro en Cuba. 1902-1958. Apuntes para la historia de la lucha contra la discriminación racial. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. 1990.Pp. 125-127

[3] El concierto de ayer. En Diario de la Marina, 5 de agosto de 1929. Pag.8.

[4]Es peligroso ya hasta referirse a la Biblia sagrada”. En Diario de la Marina, 10 de octubre de 1930. Pag. 24

[5] Próxima clausura de la exposición de Ramos en el Círculo de Bellas Artes y Habaneras. En Diario de la Marina, 19 y 20 de octubre de 1930. Pp. 3 y 7, respectivamente.

[6] En el Nacional. Gran función de caridad. En Diario de la Marina, 11 de setiembre de 1930. Pag. 11

[7] Enrique Andreu Larrinaga (La Habana, 13 de julio de 1892 – 1963). La fecha de su nacimiento figura en su libro “Cosas que usted necesita conocer”. La de su fallecimiento aparece en la citada Cronología de Zoila Gálvez.

[8] Labor Nueva, es probablemente una de las primeras publicaciones periódicas dedicada a lectores afrocubanos con temas sobre la presencia del negro en la naciente república.

[9] Amadis de Gaula (seudónimo): Carta de Amadis. En revista Labor Nueva. La Habana, 20 de febrero de 1916.

[10] Entrevista de Miguel Angel García y Jaime Masó a Pedro Simón. La Habana 04.03.2023

[11] Habaneras. Función de caridad. En Diario de la Marina, 18 de febrero de 1932. Pag. 5.

[12] Diario de la Marina, 23 de mayo de 1932. Pag. 10

[13] Anónimo: Zoila Gálvez. En Diario de la Marina. 25 de noviembre de 1934. Pag. 5

[14] Transmisiones para hoy. En Diario de la Marina. 23 de junio de 1935. Pag.13.

[15] Diario de la Marina. 18 de julio de 1935. Pag. 6

[16] Crónica Social. Sensemayá. En Diario de la Marina. 4 de agosto de 1935. Pag. 25. Véase también Fajardo Estrada, Ramón: Bola de Nieve. Si me pudieras querer. Unos & Otros Ediciones. Miami, USA. Pp. 65 y 66.

[17] En 1939 la Sociedad de Estudios Afrocubanos tenía como Vicepresidentes a Miguel Ángel Céspedes y Nicolás Guillén. Emilio Roig de Leuschenring fungía como secretario y Salvador García Agüero como tesorero. Como Vocales: Elías Entralgo, Lino D’ou, Juan Marinello, Martín Castellanos, Emilio Ballagas y José Luciano Franco. Entre los asociados, además de Zoila, figuran otros músicos: Amadeo Roldán, Gilberto Valdés, Gonzalo Roig, Alejandro García Caturla, Eusebia Cosme e Ignacio Villa, Bola de Nieve.

[18] En el segundo volumen (1938) -del que solo salió un número- la frecuencia de la revista Estudios Afrocubanos pasó a ser trimestral. En el siguiente (1939) aparecían como redactores Fernando Ortiz y Enrique Andreu, esposo de Zoila. En 1940, con la edición del volumen 4, cesó su publicación por motivos esencialmente asociados a dificultades económicas acrecentadas en el período bélico. En el quinto y último volumen, correspondiente a los años 1945-1946, la revista estaba dirigida por Fernando Ortiz, y destacaba una comisión redactora integrada por Emilio Roig de Leuchsenring, Enrique Andreu y José Luciano Franco y como administrador, José Luis Vidaurreta.

[19] Gálvez, Zoila: Una melodía negra. En revista Estudios Afrocubanos. Vol. IV. PP. 23-26. Año 1940.

[20] Goncalves Fernandes: Xangos del Nordeste. Investigaciones sobre os cultos negro-fetichistas de Recife. Biblioteca de Divulgaçao Cientifica, Civilizaçao Brasileira Editora. 1937.

[21] Ortiz, Fernando: La africanía de la música folklórica de Cuba. Publicaciones del Ministerio de Educación. Dirección de Cultura. La Habana, 1950. Pp. 286 y 287

[22] Don Galaor: Artículo citado. Pag. 52.

[23] Guridy, Frank Andre: Forging Diaspora: Afro-Cubans and African Americans in a World of Empire and Jim Crow. University of North Carolina Press. 2010. Pp.- 185-186.

[24] W.E.B. Du Bois (Great Barrington, Massachusettes. 23 de febrero de 1868 – Acra, Ghana. 27 de agosto de 1963) Destacado intelectual afroamericano, fue el primer negro en graduarse de Filosofía en la Universidad de Harvard y uno de los fundadores de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) en 1909. Desarrollo un importante activismo por los derechos civiles de los afroamericanos. Irene Diggs (13 de abril de 1906, Monmouth, Illinois – 1998) fue una prominente antropóloga afroamericana, que dejó obras relevantes como Black Chronology.

[25] Boyd, Herd: Dr. Irene Diggs: an extraordinary anthropologist. En New York Amsterdam News. 4 de septiembre de 2014. https://amsterdamnews.com/news/2014/09/04/dr-irene-diggs-extraordinary-anthropologist/. Ella ha jugado un importante papel en la investigación, verificación y estructuración de grandes obras de Du Bois, como Black Reconstruction (1935) y Black Folk, Then and Now (1939).

[26] Guridy, Frank Andre: Forging Diaspora: Afro-Cubans and African Americans in a World of Empire and Jim Crow. University of North Carolina Press. 2010. Pag. 180.

[27] Marian Anderson. Afamada contralto, la primera afroamericana en triunfar internacionalmente en el canto lírico. (Filadelfia, Pensilvania; 27 de febrero de 1897- Portland, Oregón, 8 de abril de 1993)

[28] Preece, Harold: All About Cuba. En New Jersey Herald News. 18 de diciembre de 1943. Pag. 6.

[29] Defensa cubana contra racismo antisemita. En Noticias de Hoy. 9 de julio de 1939. Pag. 9

[30] Pita Rodríguez, Félix: Talleres para HOY. Ningún artista verdaderamente responsable puede mantenerse al margen de esta justa campaña. Entrevista con la gran artista Zoila Gálvez. En Noticias de Hoy. 16 de agosto de 1940. Pp. 1-2

[31] Notas de Mil Diez y Anuncio. Noticias de Hoy. 9 de septiembre de 1943. Pag. 6

[32] Charles Everett on TV in Havana. En Alabama Citizen. Tuscaloosa, Alabama, USA. 26 de mayo de 1951.

[33] Tomado de: Piñero Díaz, José: Cronología artística de Zoila Gálvez. Noventa aniversario de su nacimiento (1899-1989). Museo Nacional de la Música. La Habana, 1989.

[34] Holt, Nora: New York Amsterdam News. Traducción del original, sin indicar fecha, y conservado en el archivo de Zoila Gálvez, hoy en los fondos del Museo Nacional de la Música de Cuba.

[35] H.I.B. New York Concerts. En revista Music Courrier. Nueva York. 15 de enero de 1951. Pag. 22

[36] Piñero Díaz, José: Op. Cit.

[37] Borislav Bazala (Sofia, Bulgaria. 1910 – Bloomington, EE.UU. 2011)

[38] Tomado de: https://collections.carnegiehall.org/CS.aspx?VP3=SearchResult&VBID=2RRMLB9YMRS8G&SMLS=1&RW=1280&RH=601

[39] Cuban Soprano give recital. En The New York Times. 27 de abril de 1953. Pag. 19.

[40] Quintero, Baby: Diario La Prensa, Nueva York:

[41] New York Concerts. En Music Courier. 15 de mayo de 1953. Pag.

Alquízar, Cuba. Soy una apasionada de la historia de la música y los músicos cubanos, de la memoria histórica y de asegurar su presencia historiográfica en las redes. Me gusta la investigación. Trabajo además en temas de propiedad intelectual y derechos de autor. Escucho toda la música... y adoro....la buena. Desmemoriados... es la interaccción. Todos los artículos son de mi autoría, pero de ustedes depende que sean enriquecidos.

4 Comentarios

  • Jerzy

    Tuve la dicha de conocerla y ademas de ser mi profesora y trabajar juntos en la opera,no soporto eso de que para hablar de un artista o deportista siempre tengan que tocar el gran problema de la rasa,estan como los afroamericanos que no se quitan ese estigma de sus vidas.Jamas he leido ni escuchado esto:Maria Callas la insuperable soprano blanca y yo soy negro pero vivo sin ese atrazo sobre mi .

  • Rosa Marquetti Torres

    Gracias por su opinión, Jerzy, que respeto, pero de la que me permito discrepar. Sin embargo, no por eso dejaré de publicar su opinión. Es imposible negar los siglos que imperó ese azote que fue la esclavitud y la preeminencia de la cultura patriarcal reflejada en las infinitamente menores posibilidades y oportunidades para las personas negras en muchos aspectos de la vida y la cultura. Le invito a leer la primera parte de esta investigación que comparto con los lectores de mi blog, donde reproduzco la historia – CONTADA POR LA PROPIA ZOILA GÁLVEZ- de la audición a la que Zoila asistió en el Aeolian Hall de NY.Lo que para usted es «un atraSo», para mí y para muchos es un acto reivindicador.

  • Sandra

    Cual es el atraso: el racismo o hablar sobre el? Porque si, el racismo es no solo atraso, sino que viola la dignidad de las personas. Si hablar de racismo fuera atraso, la mismísima Viola Davis, estaría pues muy mal. No sé, digo yo… Y bueno, La gente blanca no tiene que decir que lo es porque son parte de la hegemonía

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