Zenaida Manfugás: piano virtuoso en pie de guerra
En la cercanía del final, su reducido departamento de Elizabeth, New Jersey era quizás el marco menos ideal para el recuento, pero daba igual: las preguntas que ella, en ejercicio de autoconfesión, podría hacerse a esas alturas, sin temor a confirmar ciertas respuestas, serían probablemente las mismas que tanto admiradores como detractores compartían: ¿había ganado la batalla que había sido su vida? ¿O no? ¿Qué era en definitiva el triunfo: los aplausos, las buenas críticas, la fama… o conquistar, poseer lo que podría hacerla perdurable, parte indiscutible de la cultura de su país? ¿Qué precio tuvo que pagar por ser ella misma y a la vez intentar sin descanso ser aceptada por aquéllos a quienes sentía hostiles en el reconocimiento de su innegable talento? ¿Fue en realidad esclava de las decisiones que, para bien o para mal, tuvo que tomar en momentos cruciales de su vida artística?
De algo estaba segura, y lo había dicho antes en público: Zenaida Manfugás, quisiéranlo o no, era ya parte de la cultura cubana. Ciertamente, y lo recordaba, tuvo que batirse al ataque y también a la defensiva en fuertes contiendas y en contextos inimaginados, siempre sin mirar atrás y mucho menos, sin pensar en una retirada. Sabía que, aunque siempre ese obstáculo estuvo presente en su discurso mucho más de lo aconsejable, logró romper a su modo y cuanto pudo (¡que siempre quedaron deudas con ella!) la barrera racial y social que tuvo que sufrir y que siempre la obsesionó de un modo opresivo. En definitiva, toda zancadilla fue para ella el estímulo justo para no detenerse, aunque no supiera muy bien a veces hacia dónde iba. Lo que siempre quiso fue no apartarse del piano. También sabía que la muerte le llegaría sin remedio muy lejos de Guantánamo, del Malecón habanero, de la Isla, lo que ocurrió treinta y ocho años después que saliera de ella para vivir en otra parte y sin fecha prevista de retorno.
Paradoja íntima, en alguien que tuvo en el piano su patria, porque a través de él fue ella misma la expresión de lo cubano de un modo inteligente, desenfadado, auténtico, virtuoso: será difícil olvidar sus magistrales interpretaciones del repertorio pianístico cubano más característico -Saumell, Cervantes, Lecuona-; ni tampoco su ser cubana del modo más llano y elemental, a veces derrochando sabiduría y otras, en lenguaje afilado, de mercado, de rompe y raja, sublimada a la más común y no convencional de las expresiones públicas, extremo supuestamente incompatible con el icónico refinamiento de la música que interpretaba y el entorno social que, muchas décadas atrás, formaba el público de sus conciertos y recitales, pero del que sólo consiguió el asombro ante su talento imposible, como rara pieza de exhibición, y la elevación a la categoría de lo inadmisible de muchos rasgos de su carácter que en otros y otras eran percibidos sólo como detalles picarescos y perdonables.
Estaba hecha de antagonismos: su complexión robusta, de pequeña estatura, sus manos de dedos cortos y nada finos contradecían su asombrosa digitación y elegancia interpretativa; la falta de una ostensible belleza exterior se compensaba con un carácter controversial, pero a la larga atrayente; su talento extraordinario, su fina sensibilidad interpretativa reñían con una rampante incapacidad para demostrar, en ciertas circunstancias, finura en su actuar y su decir. Su avasalladora cultura de lectora voraz, de melómana insaciable, su prodigiosa memoria, enorme sagacidad y rapidez de reacción, su insumisión e irreverencia dejaban sin argumentos a sus interlocutores y perplejos a sus detractores, quienes nunca estaban preparados para enfrentar una personalidad tan contradictoria y brillante.
Al final de su vida, Zenaida Manfugás debió estar segura del legado que dejaba, del mito que había construido y de las verdades que había demostrado sobre las teclas de un piano, aunque nunca los asumiera como argumentos incontestables a los que debió haber echado mano sin reservas para defender lo conquistado. Debió tener, sin embargo, la tranquilidad agradecida del deber cumplido para con Andrea Manfugás Crombet, su madre -de quien tomó el apellido en su honor-, su primera maestra de piano, de quien se dice descubrió el inusual talento de aquella niña y puso todo el empeño del mundo en hacerlo valer. “A los cinco años mi madre me puso a estudiar piano –narró Zenaida alguna vez -. Era una anticipada a la técnica moderna: nada de dos años de solfeo, aprendíamos las notas cuando estábamos tocando; era una de las mejores pianistas de Cuba y una de las más elegantes. No fue nunca a un concierto mío y nunca tocó públicamente. Decidí cuando me hice ciudadana americana, adoptar el apellido de mi mamá y honrarla.”[1]
Andrea estaba emparentada con el célebre Nené Manfugás, el primer tresero de quien, al parecer, se tuvo noticia y que, según la memoria oral, se dice que bajó el instrumento de las lomas de Baracoa y Guantánamo, y lo llevó a Santiago de Cuba; fue notable pedagoga, de reconocido magisterio en Guantánamo, lugar donde vivía la familia y donde nacieron todas las hijas de su matrimonio con Amado González Veranes. Se dice que Andrea enseñó el piano a sus otras hijas y que incluso, la mayor de todas, Aida Esther, llegó a ser también una reconocida pianista concertista, pero más conocida por su dilatada carrera como pianista popular.[2] Delia, Alicia y Aida Esther, junto a la pequeña Zenaida solían tocar danzones en el ámbito familiar, pero ésta destacaba por su inusual talento, una especie de niña prodigio criolla, que también podía interpretar al piano piezas de Mozart y Beethoven. Puede ser parte del mito, pero algunas fuentes aseguran que a los ocho años ya tocaba el Concierto en Re Mayor «La Coronación», de Mozart. Muy pronto la familia debe mudarse a Baracoa, al ser nombrado el padre como juez municipal, circunstancia ideal para que Andrea Manfugás demuestre su capacidad de adaptación y constituya allí una escuela de música que estaría afiliada al Conservatorio Orbón, de la capital.
A LA HABANA…
La joven Zenaida no cesa de estudiar y Andrea sabe que, para encaminarla, La Habana es el próximo destino, no importa cuán precarios fuera los ahorros ni inciertas las perspectivas de sobreviviencia en la capital, a donde llegan en las cercanías de 1949. Se gradúa en el Conservatorio Municipal ese mismo año y domina ya un repertorio impresionante para su edad. Consigue debutar, con apenas diecisiete años, en el Anfiteatro de la Avenida del Puerto, con la Banda Municipal que entonces dirigía el maestro Gonzalo Roig y tocando en esa ocasión el Concierto en La Menor de Edward Grieg, en un arreglo del propio Roig, en su esfuerzo por apoyarla. Su prodigioso desempeño motivó de modo especial el apoyo de figuras públicas como el periodista Agustín Tamargo, quien llamó la atención del padre José Rubinos Ramos –religioso jesuita que entonces impartía literatura en el Colegio de Belén– y del propio Maestro Roig, quien de nuevo la invita a dar un concierto en la Plaza de la Catedral de La Habana.[3] En el lugar se había colocado una centena de sillas para los asistentes que de manera libre podrían presenciarlo. La Manfugás recordaría años después su preocupación: “Un momento antes del concierto le dije a Roig: “Pero, maestro, ¿quién calla a esa chusma”. “Ay, mi’jita, no te preocupes, tú sales y tocas”, le respondió. “Cuando puse la mano en el piano –una negrita que pesaba 101 libras-, era como si hubiera hipnotizado a toda aquella gente con “Rhapsody in Blue”, de Gershwin.”[4]
En esos momentos la joven guantanamera carecía de un piano propio, y sólo podía ejercitase gracias a que algunas familias que poseían el instrumento le invitaban. En la de Margot del Monte y Ramón de la Cruz –donde casualmente también se abrieron las puertas al pintor Fidelio Ponce para crear cuando no tenía dónde hacerlo- fue donde la vio el intelectual y ensayista Jorge Mañach por primera vez. Y también quedó impactado.[5] Las campañas sociales, e incluso de marketing político, eran entonces un vehículo movilizador en favor de una causa justa y puntual, de modo que la peculiar notoriedad de la joven pianista la hizo centro de algunas; la primera fue auspiciada por el periodista, poeta y ensayista Gastón Baquero quien da muestras de sinceridad en su premonitoria crónica “Pidiendo un piano para una promesa: Zenaida González Manfugás”, publicada en su columna Panorama en el Diario de la Marina, el 11 de enero de 1950: “De esta joven artista (…), han escrito dos compañeros ilustres: Antonio Iraizoz y Juan J. Remos.[6] Ambos han coincidido en la apreciación. Se trata de una muchacha, una niña casi, que con unos seis años de estudios pianísticos, muy penosos, muy difíciles, interpreta ya a los grandes maestros con tanta alma, con tanta elegancia, que no se necesita ser un técnico de la apreciación musical para comprender que se tiene delante una promesa genuina.”[7] El recital que la joven Manfugás ofreciera el día antes, el 10 de enero, en la Casa Cultural de Católicas y propiciado por la organización de las Damas Isabelinas de Cuba motiva a Baquero a romper lanzas en favor de la chica prodigiosa, e inspira al prestigioso intelectual Jorge Mañach, quien tras asistir al recital, no dudó en escribir también en el Diario de la Marina su asombro por el talento demostrado por la joven pianista, que impacta en esa ocasión con un programa conformado por la Sonata en Re Mayor de Mozart, variaciones sobre una obra de Haydn, una selección de tres preludios, dos nocturnos, un rondó y un scherzo de Chopin, cerrando con Córdoba, de Isaac Albéniz; Sarabande, de Claude Debussy y la Danza de la Pastora de Ernesto Halffter. Mañach era consciente del tremendo reto que tenía la joven promesa, sobre todo por su condición de mujer y negra, y apuntaba a la acción de «ciertas formas difusas de resistencia social. Éstas existen, por sutiles que se nos muestren y por reprobables que a algunos nos parezcan, y para sobreponerse a un público en que tales complejos operan, el talento tiene que ser de una calidad muy genuina». Y enseguida enfatiza: «Antier, en la Casa Cultural de las Católicas, Zenaida Manfugás tocó ‘como los ángeles’ en más de un sentido. Quiero decir que se hizo ella misma incorpórea, mera presencia musical. Ni siquiera se deslizaron en sus modos de interpretación aquellos acentos que una crítica sobreaguda suele asociar a su raza – la exuberancia, la voluptuosidad en el regodeo melódico, cierto íntimo patetismo superpuesto. Fue (hasta donde se le alcanza a quien sabe poco de estas cosas) música de una gran sobriedad, castidad, pureza interpretativa; esa música que no cae en los engreimientos a medias y que, por consiguiente, sólo se escucha en la etapa reveladora o en la etapa ya muy gloriosa de los grandes talentos».[8]
Con sinceridad evidente, Gastón Baquero se une a la exaltación de las virtudes de la joven Manfugás: “(…) La admiración despertada en quienes escuchaban en la tarde de ayer a esta heroica muchacha, crecía al conocer ciertos detalles de su situación personal. Zenaida González, que posee un temperamento hecho de sobriedad –su interpretación de Córdoba de Albéniz fue una prueba de su buen gusto-, de precisión –la Danza de la Pastora dijo de su capacidad en este difícil terreno-, de respeto –los Preludios de Chopin fueron interpretados sin el menor coqueteo con el “virtuosismo”-, tiene casi todo lo que necesita una persona para llegar a ser una gran pianista: lo único que le falta, para servir mejor su deseo de riguroso estudio, es que se la coloque en condiciones de estudiar a conciencia. Ella posee grandes dotes, pero –casi da pena decirlo- no tiene ni un piano propio en el cual estudiar todo el tiempo necesario.”[9] Y remata el texto abogando por el apoyo social a la solución de esta carencia.
Los comentarios sobre la excelencia de la joven guantanamera -rareza en la percepción de quienes asumían la música sinfónica a partir de un rasero de exclusividad clasista- corrían con velocidad por la ciudad entre los entendidos. Dos días después, desde ese mismo espacio Baquero anuncia en triunfal titular: “Ya tiene su piano esa muchacha”. Y explica: “La Primera Dama de la República ha tenido la generosidad de responder a nuestro llamamiento en favor de la joven pianista Zenaida González Manfugás” y asombra después con una rápida reacción: decide rechazar el piano que ofrecía Mary Tarrero, la esposa del presidente Carlos Prío Socarrás: “…vamos a permitirnos el desplante de no aceptarle a la primera Dama el piano que ofrece. La razón es esta: otra persona perteneciente también a la familia presidencial, Antonio Prío Socarrás, se apresuró no sólo a escribirnos, sino a adquirir el piano que pedimos. Por eso, y recordando que Zenaida González [Manfugás] necesita, además de su piano, una beca, un medio de estudiar en los centros donde pueda alcanzar la práctica y las enseñanzas superiores que todavía necesita por varios años, pedimos a la Primera Dama nos perdone la negativa de su oferta de un piano y acceda en cambio a interponer sus inmejorables oficios a fin de que esta muchacha obtenga una beca.”[10]
¡Claro que el escenario era electoral y propicio para que Antonio Prío rentabilizara el gesto! Pero es Gastón Baquero quien emplaza a los poderes presidenciales para que concedan la beca que la joven Manfugás necesita. A pesar del destaque mediático, la gestión no fluye, la beca tarda en concretarse y sobreviene la caída del gobierno de Prío al producirse el golpe de estado perpetrado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952.
Mientras tanto, se habla de aquella joven y de su prodigio, y acaso fueran diversas las motivaciones de unos y otros para dirigir las miradas hacia ella, pero lo cierto es que junto con Roig, Mañach, Agustín Tamargo y Baquero, otros nombres de prestigio se proponen apoyarla, como es el caso de Ernesto Lecuona, quien la había conocido a través de Roig y la invita a participar en uno de sus conciertos, como muestra de la profunda impresión que le había causado aquel talento emergente; así la recomienda a empresarios y promotores, con la generosidad que le era propia, iniciando una amistad que viviría hasta la muerte del Maestro.[11] Ofrece recitales, como aquel organizado por el Departamento Municipal de Bellas Artes, el 29 de marzo de 1951 y en el que interpreta obras de Schumann, Mendelssohn, Ravel, y espera impaciente que lleguen tiempos mejores.[12]
SUBVENCIONADA, A ESPAÑA
Sin dudas, el amor de la joven Zenaida Manfugás por la música se evidencia en la tozudez y el estoicismo con que enfrenta cada humillación, cada rechazo, cada desplante. Parece ser que no le quedaron muchas puertas por tocar para conseguir lo que era su meta inamovible. En 1952 el periódico Alerta! se suma a las muestras de apoyo a la joven pianista y publica a toda página un reportaje sobre su crítica situación y la carencia de recursos para continuar los estudios que su talento merecía, denunciando la hipocresía y desdén con que estaba siendo tratada por las autoridades culturales y políticas del gobierno de turno: portazos en su cara en la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación; una asignación a cargo de la Primera Dama de sólo noventa pesos para mantenerse estudiando en La Habana con su madre y hermana, y que en muchas ocasiones llega con retraso; un piano de uso, manejado como señuelo mediático electoral; la renuencia de la Sociedad “Amigos de la Música”, que atendía el trabajo de la Filarmónica, a que la joven pianista negra se presentara en el escenario del Teatro Auditorium, cuando es rechazada la propuesta que en este sentido promoviera Fausto Martínez, director de la revista Germinal.
Se le promete centrar un concierto auspiciado por el Ministerio de Educación en el circuito CMQ, para el que ensaya y se prepara a conciencia junto al Maestro Gonzalo Roig, y luego se suspende sin explicación alguna, para frustración de la pianista, quien, a pesar de todo, no se amilana. En el artículo-denuncia firmado por Paquita Cao, se afirma que el gobierno español de Francisco Franco, a instancias del Padre Rubinos, le había concedido una beca de mil quinientas pesetas españolas mensuales, que podría comenzar a disfrutar desde los primeros días de septiembre de 1952.[13]
Zenaida Manfugás.Foto que acompañaba el artículo publicado en el diario Alerta, el 25 de agosto de 1952.
Con estas noticias, parece ser que la nueva Primera Dama de facto, Marta Fernández Miranda de Batista se decide a patrocinar finalmente la tan llevada y traída beca del gobierno cubano. No es posible valorar la implicación gubernamental en el caso Manfugás –como en otras acciones de idéntico corte- sin tomar en cuenta la necesidad del gobernante de turno –mulato por demás- de mejorar su imagen, ganar adeptos y congraciarse con negros y mestizos tras el cruento golpe que lo llevó al poder. Y así es como en 1953 Zenaida viaja a Madrid, con ambos auspicios, para iniciar estudios en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y en vísperas de su partida –la prensa obviamente presente- recibe un homenaje de despedida en el salón Ensueño de los Jardines de La Tropical, al que asiste Ernesto de la Fe, entonces Ministro de Información.[14] La Manfugás diría que para ese entonces ya se sabía y podía tocar más de treinta conciertos. Cinco meses después de haber llegado a España, debuta tocando Beethoven con la Orquesta Sinfónica de Madrid.
La Manfugás con su protector en España, el infante Luis Alfonso de Baviera y Borbón.(Foto: Cortesía de Mauricio Vallina)
En la capital española, la Manfugás estudia con el prestigioso profesor Tomás Andrade de Silva, cuyo magisterio, en palabras de la guantanamera, fue crucial en su formación como pianista. Ofrece conciertos y recitales y en los programas siempre estarán presentes, junto a los clásicos, las obras de los cubanos Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona, y –como remarcara el columnista de la revista Bohemia- “… ha añadido los nombres de Edgardo Martín, Luis Morlote Ruiz y Harold Gramatges, de quien en 1953 estrenaría en España Dos Danzas ”[15]. Llegaría después a París, donde recibiría clases con el importante pianista y pedagogo Walter Gieseking. En Madrid el Teatro del Instituto de Segunda Enseñanza “Ramiro de Maeztu” acoge en marzo de 1955 un recital de la pianista, y dos meses después, el 18 de mayo, se presenta en el Instituto de Cultura Hispánica junto a la soprano española Carmen González Falcón.[16] Participa en el Festival Beethoven de la Orquesta Sinfónica de Madrid en marzo de 1956 interpretando el Concierto No. 1 para piano y orquesta del gran músico alemán, y bajo la batuta del finés Eric Fougstedt, entonces director de la Filarmónica de Helsinki. El diario ABC destacaba su desempeño, calificando su ejecución como “…versión de fina calidad y técnica pulcra dentro del estilo más correcto”.[17]
Zenaida y su madre, Andrea, se reencuentran en La Habana en 1957.(Fotos: Revista Bohemia)
En 1957 Gaspar Pumarejo, uno de los nombres más prominentes de la industria televisiva cubana, y famoso por su extraordinario instinto para el marketing, organiza a través de su canal-empresa Escuela de Televisión un homenaje a un grupo de treinta músicos cubanos que en distintos países llevan exitosas carreras. Los trae a La Habana en el mes de febrero con todos los gastos pagados y un amplio barraje publicitario del evento que denominó “Cincuenta años de música cubana”, un gran programa musical que transcurrió en el antiguo Stadium del Cerro (hoy Estadio Latinoamericano). Zenaida Manfugás es distinguida con esta elección junto al resto de los músicos invitados, verdaderamente notorios más allá de las fronteras de la Isla.[18]
Aún era una becada del gobierno y la revista Bohemia se encargaría de exponer la penosa situación que atravesaba por ese tiempo en España: “ Es una carrera heroica, porque Zenaida Manfugás se sostiene desde hace tiempo con ochenta y tantos pesos mensuales, que es a lo que ha quedado reducida la ayuda oficial de su patria. (…) Vive en una habitación de un octavo piso en Madrid, sin calefacción! ¿Qué más puede hacerse con los ochenta y tantos pesos mensuales con que cuenta como becaria? (…) A la invitación de Pumarejo dijo que sí, enseguida, y vino porque era la única manera de ver a su madre y su familia –gente pobre- tras cuatro largos años de separación. Pospuso por un mes la que sería su turné profesional “de prueba”: 40 conciertos por la Península, marcados por el empresario Ernesto Caballero, tras recitales en el Palacio de la Música de Barcelona y la Sociedad Filarmónica de Valencia, y presentación con la Sinfónica madrileña bajo la dirección del maestro Horstein [sic].”[19]
Sin embargo, la joven Manfugás no llega a cumplir este programa, pues tras el homenaje colectivo permanece en La Habana, por alguna razón imperiosa. Atrás en Madrid, además de una promisoria inmediatez en lo artístico, ha dejado a su pequeño hijo de apenas año y medio, Andrés Montes Manfugás, al cuidado de Lorenza, la nana española que, por razones lógicas y extrañas al mismo tiempo, se convertiría en su madre de crianza. Andrés había nacido el 27 de noviembre de 1955, fruto de la unión de Zenaida con el empresario gallego Antonio Montes Seoane, quien moriría tempranamente cuando el niño tenía apenas 11 años. Ambos padres no podían imaginar que el hijo llegaría a ser uno de los más carismáticos y famosos periodistas y narradores deportivos de toda España.[20]
En La Habana la Manfugás recibe propuestas y acepta compromisos: el 27 de abril de ese 1957 ofrece un recital en la Casa Continental de Cultura y en agosto se presenta en el canal televisivo del circuito CMQ interpretando un concierto de Schumann con el respaldo de la Orquesta de la emisora.[21] De esos años deben ser los recuerdos que atesora quien era entonces, un niño con pantalones cortos y un saxofón demasiado grande en las manos. Paquito D’Rivera no era aún el eminente músico que es hoy, pero integraba una banda escolar. En su novela autobiográfica Oh, La Habana, narra la ficción de lo que pudo haber sido su primer encuentro con la joven pianista: “Algunas veces acompañábamos solistas, y una ocasión muy especial fue cuando trajeron a Zenaida Manfugás, que entonces era una chica tímida y asustadiza acabadita de llegar de Baracoa. (…) Recuerdo su carita siempre seria y como desconfiada, pero cuando la pequeña Zenaida, concentrando sobre el instrumento una mirada casi feroz atacó con furia indescriptible el teclado con sus manitos negras e insospechadamente fuertes, la experiencia fue algo inolvidable. El torrente que saltó fuera del piano como fiera a la que abrieran su jaula, nos envolvió a todos haciéndonos desaparecer detrás de aquella sonoridad firme y poderosa. La música pasó devastadora como un temporal, y cuando terminó de tocar, tanto el público como nosotros tras los atriles estábamos tan intimidados, que nos costó unos segundos salir del estupor y aplaudir como merecía tan descomunal interpretación. Todos al unísono nos pusimos de pie para ovacionarla, y fue sólo entonces que la cara de niñita africana de la talentosa jovencita sonrió, y tallando en sus ojitos de ónix una mirada pícara, saludó al público con una profunda reverencia.”[22]
En marzo de 1957 su ciudad natal Baracoa también le rinde tributo, entendiendo que regresaba triunfal de su estancia en España. Una multitud la recibe en el aeropuerto guantanamero “Teniente Morlote” y desde allí se traslada al Hotel Washington donde se ha organizado una recepción oficial en su honor. El 6 de marzo con un gran concierto en el Parque Martí al que asisten cerca de 3000 personas es proclamada Hija Predilecta de Guantánamo, a propuesta del entonces Alcalde de la ciudad, Fermín Morales Ferreria, que es aceptada por la Cámara Municipal. Un segundo y exitoso concierto de la pianista en su ciudad natal tendría lugar en el cine Luque.[23]
REIVINDICADA
El Auditorium, inaugurado en 1928, era la más importante sala de conciertos del país, construido por iniciativa y gestión de la Sociedad Pro-Arte Musical, de gran contribución a la difusión de la cultura musical en La Habana, pero de sentido esencialmente clasista y excluyente, tanto en su acceso a sus conciertos, como en el diseño de su programación. A pesar de todo y de sus éxitos en Europa, sus puertas fueron esquivas para la Manfugás, nunca se abrieron para que en ella pudiera mostrar con brillantez su arte, nunca fue invitada a sentarse delante de su gran piano de cola. Eso sólo ocurrió después de 1959 y en honor a la verdad, sería uno de los primeros actos reivindicativos en el ámbito cultural tras el triunfo revolucionario. Según testimonio de la propia pianista, tras su triunfal regreso de España en 1957, se había propagado la idea de propiciar que -¡al fin!- fuera la figura central en el concierto del 21 de diciembre del siguiente año en el Auditorium. “Eso fue en momentos muy difíciles- contaría la Manfugás años después. Pospusieron el concierto para el 9 de enero del 59”, pero por razones históricas obvias, ese concierto no pudo realizarse, ante la conmoción resultante de la huída de Batista y la entrada de Fidel Castro y el Ejército Rebelde en La Habana el 8 de enero.
Antes de que dejara de ser una institución cultural privada, antes de que se le adjudicara el nombre de Teatro Amadeo Roldán, en 1960 la Manfugás toca por primera vez en el aún Teatro Auditorium. Otro acto reivindicativo de sus valores fue su nombramiento al frente de la Cátedra de Piano del Conservatorio Alejandro García Caturla en la capital cubana. Huberal Herrera recuerda que en 1961 la Manfugás es elegida junto a Iris Burguet, Leo Brouwer, Ivette Hernández, Luis González Rojas, Huberal Herrera, Luis Borbolla, Ñola Sahig, entre el grupo de intérpretes llamados a ofrecer los conciertos que pondrían la música clásica al alcance de los sectores populares, iniciativa promovida por José Ardévol, entonces Director de Música en el ámbito institucional de la cultura en Cuba.[24] Sus manos sobre el piano estarán en los primeros conciertos del recién creado Teatro Nacional de Cuba, cuando el 29 de diciembre de ese mismo año en la sala Covarrubias interpreta el Concierto en Re Menor para piano y orquesta de Bach con el respaldo orquestal bajo la batuta de Félix Guerrero.[25]
Al iniciar la década el afamado director orquestal británico Rudolf Dunbar hizo saber a la Embajada Cubana en Londres su interés en presentarse en Cuba, y el 5 de febrero de 1962 por primera vez en América Latina y en Cuba un director negro se ponía al frente de una orquesta sinfónica. El hecho memorable ocurría en el antiguo Auditorium, ya convertido desde marzo de 1961 en Teatro Amadeo Roldán. En un programa que incluyó la Obertura de la Opera Oberon, de Carl María von Weber y la Sinfonía Fantástica del francés Hector Berlioz, brilló como solista Zenaida Manfugás, interpretando Noches en los jardines de España, de Manuel de Falla.[26] Son años en que la pianista exhibe una febril actividad concertística, que combina con su labor docente, en la que nombres luego importantes en la pianística cubana, como Tania León, Elvira Santiago y otros, figurarían entre los discípulos. Amplía su repertorio y se presenta con frecuencia como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. Es parte activa de la creciente vida cultural que caracteriza La Habana de los sesenta y lo que sigue será sólo una muestra de ello: en 1963 ofrece recitales en Casa de las Américas e interpreta el Concierto en Re Menor de Brahms con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba.
A finales de mayo es acompañada por una orquesta de cámara dirigida por Manuel Duchesne Cuzán en una presentación donde interpretó el Concierto en La Mayor K-488 para piano y orquesta de W.A. Mozart. Ignacio Villa “Bola de Nieve” la invita a participar el 27 de febrero de 1964 en un recital que protagonizaría en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. Y hablando de Bola: la Manfugás aparece junto a Alejo Carpentier y otros intelectuales cubanos en el documental Nosotros, la música (1964), de Rogelio París, visitando la casa del genial músico guanabacoense. Entre 1964 y 1965 viaja y se presenta en Bélgica, Rusia, Japón, China, Corea y Vietnam, donde es recibida por las máximas autoridades gubernamentales en estos países, desde Ho Chi Minh hasta Mao Tse Tung, a quien, se cuenta, le exigió entre risas y bromas un ramo de flores el doble de grande del que había obsequiado el mandatario a Odilio Urfé, quien había antecedido en el escenario a la Manfugás el día anterior.
La Manfugás con altas autoridades de la República Popular China (Foto: Cortesía Mauricio Vallina)
La Manfugás en Moscú con los cosmonautas Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova
(Foto: Cortesía Mauricio Vallina)
En Bellas Artes ofrece en 1965 un concierto en honor de Ernesto Lecuona bajo el título: Danzas cubanas, Valses y Danzas Afrocubanas y en 1966 vuelve a ese coliseo y centra un importante recital, que, según la prensa, congregó –como solía ocurrir siempre que ella tocaba- a un público en el que figuraban varios compositores y casi todos los principales pianistas, entre ellos, y saludado especialmente por la artista, el Maestro Gonzalo Roig, su mentor y casi descubridor, a quien dedicó esa noche un capricho cubano de José Marín Varona. Obras de Beethoven, Domenico Scarlatti, Benedetto Marcello, Musorgski, Villa-Lobos, Chopin completaron el repertorio.[27] Un mes después, en octubre, protagoniza un memorable concierto en el Teatro Amadeo Roldán bajo la batuta del director ruso Daniil Tiulin asumiendo como solista el Concierto Op. 15 para piano y orquesta de Beethoven en una interpretación tan extraordinaria que motivó una importante crítica del Maestro Edgardo Martin, sagaz y certero en eso de no prodigarse en elogios:
“Si el primer tiempo, Allegro con brío, tuvo en la pianista un excelente nivel de limpieza y de interpretación comedida, obtuvo menos de lo posible en cuanto a sutileza interpretativa en la parte solística. Pero Zenaida Manfugás tocó su parte del Largo con una exquisitez, con una entrega tan total a su música, con tan elevada altura de concepto, que hizo pensar que su idea del primer tiempo era algo deliberado, para el mejor contraste entre ambos movimientos. En el rondó final mantuvo también un gran nivel de eficacia artística, de concepto de la obra. Y los tres tiempos con gran limpieza de ejecución. (…) El público, enardecido de entusiasmo, hizo salir a escena repetidamente a Zenaida Manfugás y a Daniil Tuilin, desbordando su expresión de admiración y cariño por la pianista.”[28]
Son sólo algunos hitos recorridos por la Manfugás durante sus años en Cuba, tiempos de privilegio para la pianística cubana, al poder contar en la primera línea con dos grandes nombres femeninos que significaban competitivo virtuosismo ante el instrumento: la propia Zenaida Manfugás e Ivette Hernández, cuya carrera era igualmente exitosa y prometedora. De raíces sociales diferentes, al parecer ambas compartían, además del origen guantanamero y la pertenencia a una misma generación, la pasión por el estudio riguroso, un talento inusual y una salvadora y colosal cultura. Pero la Manfugás sentía que la sombra larga del racismo y la discriminación social no la abandonaba, a pesar de que los cambios socio-políticos que se habían iniciado en la Isla podrían haber sido para ella esperanzadores: si bien había logrado lo que parecía ya una quimera -tocar sobre el escenario del antiguo Auditorium-; disfrutaba del reconocimiento a su talento y maestría también en el orden académico, imaginaba en cambio que el camino hacia otros sueños y propósitos se mostraba tortuoso y generoso en obstáculos. Otra vez.
Quienes están cerca de ella en esos años, se refieren a un angustioso período en el que, en paralelo a éxitos y reconocimientos, a apreciaciones propias y contradictorias de las nuevas realidades en Cuba, intenta siempre enfrentar lo que considera deméritos y provocaciones en su contra, pero sobre todo, encara la obsesión por recuperar la comunicación física con el hijo que había dejado en Madrid, lo que cada día se le hace más complicado tras largos años de mutua separación, y por al aislamiento práctico de Cuba respecto al mundo y a su propia situación económica, que nunca pudo transgredir los límites de la precariedad.[29] No será fácil elegir entre estas circunstancias para saber cuál pesó más en su elección: todas y cada una pudo haberlo sido.
DE VUELTA A ESPAÑA
Lo cierto es que en 1970 Zenaida decide regresar a Madrid. Llega con inmejorables credenciales profesionales y la expectación ante su regreso a los escenarios españoles. El salón de Tapices de los Reales Alcázares de Sevilla registra el concierto de la pianista cubana el 12 de mayo de 1971 con motivo del evento V Mayo Musical Hispalense, donde interpreta la Sonata en Re mayor, de M. Clementi, la sonata Siciliana de J.S. Bach,la Appasionata Op. 57 No. 23 de Beethoven, dos Impromptu de F. Schubert; Andante Spianatto y la Gran Polonesa Brillante, Op. 22, de F. Chopin; dos danzas afrocubanas (Y la negra bailaba y Danza Lucumí), de Lecuona; y de Villa-Lobos, Kankikis (danza indígena) y O Polichinelo. De ese concierto, el crítico Enrique Sánchez Pedrote escribiría:
“Zenaida Manfugás es una extraordinaria pianista. Asombra sus enormes posibilidades técnicas, su mecanismo sin igual que le lleva a no cometer ni el menor fallo en los más inverosímiles pasajes, la corrección y limpieza del estilo pianístico del cual hace gala. Toda la actuación de la gran artista estuvo bajo este signo feliz y extraordinario(…).Las ovaciones y los gritos de entusiasmo resonaron en el salón de Tapices, obligando a la pianista a ofrecer fuera de programa, una sonata de Scarlatti; La maja y el ruiseñor, de Granados; la Malagueña, de Lecuona y un Zapateo (danza popular cubana) en arreglo de la propia concertista.”[30]
La situación personal de la Manfugás en la Península en esos años no habría sido la que ella misma esperaba y puede intuirse si, teniendo en cuenta el nivel que ya había alcanzado, nos detenemos en una breve y minúscula nota aparecida en el diario La Vanguardia Española el 18 de septiembre de ese año, donde se reporta su participación en un concurso internacional de piano organizado por el Conservatorio Municipal de Ourense, en Galicia y en el que participaban, junto a la cubana, veintidós pianistas de Europa, Asia y América.[31] En abril 30 de 1972, en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, la Manfugás es presentada por la organización Juventudes Musicales dentro del ciclo de solistas internacionales que transcurre con un repertorio que incluye obras de Scarlatti, Beethoven, Brahms, Kabalewsky, Schostakovitch, Ginastera y Granados.[32] Repetiría en el mismo escenario el 1 de mayo, interpretando obras de Scarlatti (tres sonatas), Beethoven (Sonata No. 3 Op. 31), Brahms (Variaciones sobre un tema de Paganini, segundo volumen Op. 31), Paganini (Capricho No. 24) Kabalewsky (Sonata No. 3), Shostakovitch (diez de los veinticuatro Preludios Op. 34) Ginastera (Tres danzas argentinas); Granados (Requiebros y Goyescas) para terminar en encore con Cinco sonatas de Castilla, de Joaquín Rodrigo, y por supuesto, con Lecuona. El crítico Sánchez Pedrote repetiría elogios al desempeño de la Manfugás.[33]
Una breve nota en la sección Panorama Gráfico del diario ABC el 3 de junio de 1973 reseña el “resonante éxito” de Zenaida en el concierto extraordinario celebrado en el Teatro María Guerrero, de Madrid, a beneficio de los niños necesitados. De septiembre de 1972 a septiembre de 1973 la Manfugás hace del Café Concierto Beethoven, de la calle Núñez de Balboa, 37 en Madrid, su espacio concertante, donde se le podía escuchar con regularidad, según las notificaciones y anuncios que publica el diario ABC. En el repertorio alternaba obras de Lecuona, Villa-Lobos, Ginastera, Granados, Mussorgsky, Chopin, Clementi, Milhaud, Brahms, Cervantes, Liszt, pero en su edición del miércoles 24 de octubre de 1973 ese periódico anunciaba “última semana de existencia del Café Beethoven”: sobrevenía el cierre de este sitio.
La prensa española no permite saber si a partir de esa fecha Zenaida Manfugás pudo realizar otras presentaciones en España. En lo personal no consigue recuperar la relación con su hijo Andrés, ya quinceañero. Al parecer, no está satisfecha con su situación profesional, pues entiende que no logra su espacio en el ámbito pianístico ibérico. Así las cosas, en 1974 viaja a Estados Unidos, donde decide fijar su residencia.
DIASPORA Y PERMANENCIA
Con cuarenta y dos años comenzaría una etapa nueva y hasta definitiva para Zenaida Manfugás, pero no muy distinta a las que ya había vivido. Para ella los puentes serían inseguros sobre aguas siempre turbulentas, y propiciadoras de insatisfacciones que a veces le parecían insalvables, aunque no por ello indignas de sus sonadas batallas personales. Se instala en New Jersey e intenta continuar su vida musical. En octubre 1975 las puertas del Gramercy Arts Theatre, de New York se abren a sus recitales de piezas latinoamericanas y del repertorio español.[34] Casi de inmediato se iniciaría la temporada de la compañía Spanish Theatre Repertory con la puesta en escena de Doña Rosita La Soltera, de Federico García Lorca, dirigida por René Buch, que transcurrió del 13 de noviembre de 1975 al 31 de mayo de 1976 con 44 representaciones, y un elenco en el que la Manfugás, figuró como pianista de esa puesta en escena.[35]
Algunas fuentes afirman que ella regresa a Cuba por última vez, en viaje breve, en 1979, pero algunos músicos cercanos no pueden confirmar este hecho. Sólo dando por buena la información que aportan algunas fuentes puede entenderse que Zenaida Manfugás haya podido regresar a La Habana 8 años después de haberse marchado: sus excelentes relaciones personales con algunas autoridades cubanas le habrían propiciado una especie de salvoconducto que le permitía entrar y salir del país cuando lo deseara. En aquellos años quien abandonaba la Isla debía suponer que lo hacía para siempre, y un regreso en tales circunstancias era impensado, salvo excepciones, y aunque su caso lo era, vale decir que la Manfugás no hizo uso de tales prerrogativas, y la de 1979 fue su única y última visita a su país.
Ese mismo año, en lo que parece sería su primera presentación relevante en Estados Unidos ofrece un recital el 27 de octubre 1979 en el Alice Tully Hall, la sala de música de cámara del Lincoln Center en Nueva York. Le sucederían conciertos y recitales puntuales, entre ellos, su aparición en el primer concierto de la Miami Symphony Orchestra el 24 de septiembre de 1989 en el Rotunda Court del Colonnade Hotel de Coral Gables, compartiendo el rol de solista junto al bajo cubano José LeMatt, evento que debió ser repetido el fin de semana siguiente ante la demanda de quienes tuvieron que enfrentar el aviso de sold out. Se mantiene impartiendo clases en el Kean College, de Elizabeth, New Jersey. Viaja a España en 1998 y allí, el 14 de junio ofrece un concierto en el Ateneo de Madrid auspiciado por la Comunidad de Madrid, interpretando obras de Bach, Beethoven, Lizst y Lecuona.[36]
Vuelve al Lincoln Center el 3 de noviembre de 1999 para un recital con obras de Albeniz, Granados y Lecuona, mientras que el día 24, en el Wertheim Concert Hall Performing Arts, en Miami, interpreta obras del compositor de Malagueña, en tributo a su centenario. Con una excelente reacción de la crítica, el Arts Development Center de Miami acogió el 17 de diciembre de 2000 un recital de la Manfugás con un interesante repertorio: la Sonata Op. 31 # 3 de Beethoven; tres lieders de Schumann con arreglos de Lizt; Estudio P. 104 en Si bemol y el Rondó Caprichoso, ambos de Mendelssohn; el primer movimiento del Concierto en Do menor para dos pianos de Bach (junto al pianista cubano Jesús García Rúspoli); de L. Gottschal: Pasquinade y Souvenir de Andalucía; una jota aragonesa y como encore, el danzón La Mora.[37] Ese mismo año el Centro Cultural Cubano de New York (CCCNY) la distingue con la Medalla Ignacio Cervantes, cuyo palmarés inaugura la pianista. Viaja a Argentina y se presenta el 10 de noviembre de 2001 en el festival que respalda la famosa pianista Martha Argerich y lo hace como solista junto a la Orquesta Estable del Teatro Colón dirigida por Roberto Tibiricá e interpretando Rhapsody in Blue de G. Gershwin.[38] Vuelve a España en 2002 e imparte clases en el Conservatorio Reina Sofía.[39]
Manfugás en el Teatro Colón, de Buenos Aires, junto a Mauricio Vallina.
En 2005 se produce un hito importante en su carrera cuando se presenta en el Weill Recital Hall del Carnegie Hall de New York. Son sólo algunos de los muchos conciertos y recitales que realizó Zenaida Manfugás en Estados Unidos, España y otros países Europeos, al tiempo que mantiene su actividad docente como catedrática de Historia de la Música del Kean College de New Jersey. En el año 2010, el 24 de noviembre Zenaida Manfugás recibe un homenaje organizado por la Fundación Apogeo en el Centro Cultural Cuba Ocho, en Miami, y en el que la actriz Ana Viñas leería las palabras de elogio, que la propia pianista aderezaría con incisivas interrupciones y comentarios en tono de humor y recuento de su vida.
Zenaida Manfugás. Cortesía de Elvira Santiago y Mauricio Vallina
Siempre ha sido unánime el criterio acerca de la excelencia estilística y la cuidada técnica de Zenaida Manfugás, de la amplitud y complejidad de su repertorio, de su habilidad para cambiar de estilos con naturalidad dentro de un concierto o recital, del sello personal que imprimía a la ejecución de los clásicos cubanos. Otra cualidad excepcional y asombrosa que la caracterizó era su prodigiosa memoria, de lo que dan fe varios testimonios. El pianista cubano Huberal Herrera, quien asegura fue su amigo, caracteriza a Zenaida como una intérprete muy segura, con una memoria extraordinaria, fuera de lo normal, que le permitía memorizar complejas obras no delante del piano, sino desde la lectura de la partitura. “Se aprendía las partituras de conciertos completos y cuando llegaba al piano ya se las sabía de memoria. Era una cualidad asombrosa en ella, y que resistió el paso del tiempo”.[40] Más que el resultado de un entrenamiento, la memoria de Zenaida Manfugás parecía ser una cualidad orgánica innata enmarcada junto a otras manifestaciones de singularidad que podrían explicar su indiscutible talento y hasta algunos rasgos de su controversial carácter.
Tras su salida definitiva de Cuba Zenaida Manfugás nunca logró insertarse en los circuitos comerciales de la pianística internacional, a los que llegaba tarde, sin aparente capacidad competitiva frente a colegas más jóvenes; no logró hacerse de un público entendido y entusiasta en New Jersey y New York –donde además no pudo ganar el apoyo del sector afroamericano, tan ensimismado en su propia y rica cultura-. Miami tampoco le ofreció la calidez a su pianismo y el apoyo que necesitaba: esta ciudad “…le ha resultado un poco difícil…” en cuanto al reconocimiento de su talento, habría dicho alguna vez, según señaló el crítico Daniel Fernández en El Nuevo Herald.[41]
LAS GRABACIONES
Tampoco consiguió Zenaida que alguna casa discográfica se interesara en hacerla entrar a un estudio de grabaciones y registrar el sonido de su excelente pianismo. Al parecer, la única vez que lo hizo fue en La Habana, cuando aún vivía en Cuba y sobre lo cual algunas fuentes consultadas aseguran que la Manfugás habría grabado una serie de piezas del repertorio clásico cubano para un disco en proyecto, que nunca vio la luz, pero lo cierto es que a día de hoy los archivos de EGREM (La Habana, Cuba), dan cuenta únicamente de la existencia de sólo dos contradanzas – Los ojos de Pepa y La Tedesco– grabadas en los estudios Areíto de la calle San Miguel a finales de los sesenta (no hay datos exactos sobre las fechas).
Otro dato interesante lo aporta José Pérez Lerroy, grabador y editor de larga experiencia en el medio radial y discográfico cubano, quien – sin poder mencionar títulos exactos- recuerda haber editado una serie de grabaciones que realizara la Manfugás, a instancias del Consejo Nacional de Cultura, durante la primera mitad de los sesenta, en el estudio de Radio Progreso bajo la dirección de José Ardévol, y que según conoció, tendría fines didácticos. Esas grabaciones no han sido encontradas ni identificadas a día de hoy.[42]
Zenaida vio en el desinterés de la industria discográfica, una señal de premeditación: “No haber podido grabar discos profesionalmente impide que quedara registrada así mi música para la posteridad, pues las pocas grabaciones que tengo fueron hechas con una grabadorita miki-maus (sic), no con un sello disquero en un estudio con todas las condiciones adecuadas”.[43] Por ello se empeñó en que, al menos, quedaran esos cassettes que manos amigas grababan y se vendían en sus conciertos, hoy disponibles en formatos de CD y en las plataformas más universales de música digital, entre ellas Itunes.
Cinco momentos de la Manfugás. Fotos: Reto Pedrini (cortesía de Mauricio Vallina)
Su vasto repertorio incluía obras de Beethoven, Musorgski, Mendelssohn, Bach, Scarlatti, Schubert, Gottschalk, Brahms…, como también Villa-Lobos, Albéniz, Rodrigo, Montsalvage, Falla, Granados, Debussy, Monsalvatge, Mozart, Shostakovich, Clement, …, pero su apego a los clásicos cubanos la hizo singular, más aún si fuese posible. Junto a las memorables interpretaciones de Marín Varona, Cervantes, Saumell, Anckerman, Roig, Gramatges, brilló como nadie el asumir de modo magistral y personalísimo el repertorio pianístico de Ernesto Lecuona, quien se dice encomió su desempeño. Asumió el danzón como una de las grandes conquistas para la pianística cubana, al devolvérnoslo con un lirismo, una rítmica, un sabor y un empaque tal, que al escucharla no se echa de menos al conjunto instrumental que caracteriza a este género musical. Su versión para piano de muchos de los clásicos de este género, así como de la Cecilia Valdés de Gonzalo Roig son ya referencias para los pianistas de la Isla.
Pinche aquí para ver a la Manfugás en Fantasia Húngara, de F.Lizt – 1
En el concierto Tres pianos, tres intérpretes, celebrado en el Wertheim Center de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) ocurrió su última aparición en público, en la que alternó con Jesús García Ruspoli y su esposa Eugenia Ruspoli-Armengol. Era el 22 de mayo de 2011. A poco menos de un año, el 2 de mayo de 2012, a las 4. 30 pm ET, en Elizabeth, New Jersey, donde había vivido desde 1974, fallecía a los 80 años de edad Zenaida Elvira González Manfugás. Según fuentes diversas, la causa de muerte habría sido un ataque cardíaco o el cáncer que sufría desde hacía tiempo, aunque sin dudas, la repentina muerte de su hijo Andrés en 2009 (a los 53 años), sin haber solucionado la distancia afectiva que les separó, debió resultar un golpe demoledor a la salud de la insigne pianista.
Manfugás había nacido el 22 de febrero de 1932, en la ciudad de Guantánamo.
Manfugás con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano. (Foto: Cortesía de Mauricio Vallina)
Manfugás recibe el homenaje de la Alcaldía de New Jersey, en compañía del pianista, compositor y productor cubano Meme Solís (Foto: Cortesía de Mauricio Vallina)
Zenaida Manfugás y Mauricio Vallina (Foto. Cortesía de Mauricio Vallina)
Pianistas jóvenes como Mauricio Vallina reconocen su influencia y magisterio en sus carreras, pero su obra y legado están muy lejos de ser difundidos y sobre todo, conocidos en nuestro país.
Lo cubano y lo virtuoso en el pianismo de Zenaida Manfugás fueron precisamente su gran triunfo vital, escudo y arma salvadora, su puente, el único posible para transitar sobre las aguas turbulentas que en ambas orillas desde la realidad, y también desde su imaginación, se le hicieron siempre tangibles y amenzantes. En ello está su victoria.
Agradecimientos especiales al Maestro Ulises Hernández y a Iván Giroud. También a los Maestros Huberal Herrera, Mauricio Vallina y Elvira Santiago; al investigador y periodista Ramón Fajardo Estrada; al musicólogo José Reyes Fortún; a José Pérez Lerroy, Leonor Orozco Cutiño (Fonoteca de Radio Progreso), Doan Manfugás, Joan Cararach, Carlos Ferrera. Sin ellos no habría sido posible desentrañar los vericuetos de la vida y la obra de la Manfugás.
NOTAS
[1] Olga Connor: Homenaje a la pianista Zenaida Manfugás. En El Nuevo Herald. Noviembre 2010.
[2] Blog: xiomaraopina.blogspot.com
[3]Ibidem
[4] Blog: librospeligrosos.blogspot.com
[5] Jorge Mañach: “Otra voz por Zenaida”. En “Diario de la Marina”. Sección Glosas: Enero 12 de 1950. Pag. 4.
[6] Antonio Iraizoz y del Villar (La Habana, 1890-1976) Maestro, periodista, político, historiador, diplomático y escrito. Juan José Remos y Rubio (Santiago de Cuba, 1896 – ¿, 1969) Periodista, intelectual y político. Ambos colaboraron con publicaciones nacionales y foráneas.
[7] Gastón Baquero: “Pidiendo un piano para una promesa: Zenaida González Manfugás”. En “Diario de la Marina”. Sección: Panorama. Enero 11 de 1950. Pag. 5
[8] Jorge Mañach: Obra citada
[9] Ibidem
[10] Gastón Baquero: “Ya tiene su piano esa muchacha…”. En: “Diario de la Marina”. Sección: Panorama. 13 de enero de 1950. Pag. 4
[11] Roberto Méndez Martínez: El recuerdo de Zenaida Manfugás. 26 de abril de 2013.
[12] Boletín de Música y Artes Visuales – Pan American Union. Dept. of Cultural Affaris, 1951
[13] Paquita Cao: “Las puertas no se abren para Zenaida Manfugás. La muchacha negra con manos de angel”. En: Diario “Alerta!” 25 de agosto de 1952. La Habana, Cuba. 3ª. Edición.
[14] Cuba ante el mundo.Boletín del Ministerio de Información,1953.Pag. 44.
[15] Revista Bohemia. Marzo 1957
[16] Boletín de Música y Artes Visuales Nos. 59-70, Dpto. Asuntos Culturales, Unión Panamericana, 1955.
[17] Diario ABC. Madrid. 14 de marzo de 1956.
[18] Los músicos invitados fueron: Desde España: Antonio Machín – única vez que regresó a Cuba, tras nueve años de residencia en Nueva York (1930-1939) y 17 en Madrid (desde 1939) –, Raúl del Castillo, Manuel Aznar, Marino Barreto López, Rafael Guillén, Hilda de Carlo, Zenaida Manfugás, Miguel Portillo y Antonio García Robleda. Desde París: Rudy Castell, Rogelio Barba, Emilio Boza, Humberto Cobo, Guillermo Fellove, Luis Godoy, Cirilo Alfonso Horta, Aldo Jova, Leopoldo Junco, José Quintín Banderas, Antonio Picallo, Filiberto Rico y Rafael Ruiz. Desde Londres: Marino Barreto. Desde Estados Unidos: Freddy Alonso, Eugenio Arango, Mario Bauzá, Graciela, Machito, Carmelina Delfín, Tony Escolles, Germán Lebatard, Lázaro Quintero, Arsenio Rodríguez, Anselmo Sacasas, José «Chombo» Silva, Gilberto Supervielle, René Touzet, Miguelito Valdés y Vicentico Valdés. Desde México: Nina Cassola, Silvestre Méndez, Everardo Ordaz, Miguel Ángel Pazos, María Antonieta Pons, Pedro Luis Santos Carbó, Ninón Sevilla, y Gilberto Urquiza. Desde Venezuela: Kiko Mendive y Manolo Monterrey. (Datos tomados de la revista Bohemia. 17 de febrero de 1957.Pag. 43)
[19] Revista Bohemia, 17 de febrero 1957. Pag. 43.
[20] Javier Caballero, Chema Conesa, Delio Regueral: “Su vida no pudo ser maravillosa” en El Mundo (España) 25.10.2009. Suplemento Crónica 732.
[21] Boletín Interamericano de Música de la O.E.A., 1957 (1-300).
[22] Paquito D’Rivera: Oh, La Habana. Morales i Torres Editores, S.L. 2004. Barcelona, España. Pag. 16
[23] Blog Conrado Monier. http://conradomonier.cubava.cu/un-dia-en-la-memoria-musical-guantanamera/. También en el programa televisivo Tentar el asombro, dedicado a Zenaida Manfugas. Dirección: Mariano Alejandro. Guión: Yaimara Diéguez. Producido por Solvisión. Guantánamo. Este programa puede verse en : https://www.youtube.com/watch?v=yg5vxgMskUI
[24] Entrevista de la autora al Maestro Huberal Herrera. La Habana,26 .05.2016.
[25] Miguel Sánchez Ledón: Esa huella olvidada: el Teatro Nacional de Cuba (1959-1961) Instituto Cubano del Libro. La Habana, Cuba. 2001. Pag. 324.
[26] Gregorio Hernández: Cuba socialista abre sus puertas a Rudolph Dunbar. En revista Bohemia. La Habana, Cuba. 2 de marzo de 1962.
[27] Edgardo Martin: Recital de Zenaida Manfugás. En diario Granma. La Habana, Cuba, 11 de septiembre de 1966.
[28] Edgardo Martin: Tuilin, Manfugás y la OSN. En diario Granma. La Habana, Cuba. 26 de octubre de 1966.
[29] Testimonio de la pianista Elvira Santiago y Huberal Herrera en conversación con la autora.
[30] Diario ABC de Sevilla. 14 de mayo de 1971. Edición de Andalucía. Pag. 81
[31] La Vanguardia Española. Spetiembre 18 de 1971. Pag. 49.
[32] Diario ABC de Sevilla. 29 de abril de 1972.Sección “Música”. Pag. 80
[33] Diario ABC de Sevilla. 2 de mayo de 1972. Edición de Andalucía. Sección “Música”. Pag. 71
[34] CUE: The Weekly Magazine of New York Life. Cue Publishing Company. 1975
[35] John A. Willis: “Theatre World. 1975-1976 Season”. Crown Publishers, 1977. Pag. 150
[36] ABC. Madrid, España. Junio 14 de 1998. Pag. 106
[37] Daniel Fernández: “Manfugás, del buen piano y más”. En El Nuevo Herald. Miami. USA. Diciembre 20 de 2000.
[38] Diario “Pagina 12”. Argentina. http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-19/pag32.htm
[39] Javier Caballero, Chema Conesa, Delio Regueral: Artículo citado.
[40] Entrevista de la autora con el Maestro Huberal Herrera. La Habana, 26 de mayo de 2016.
[41] Daniel Fernández: Artículo citado.
[42] Entrevista de la autora con José Pérez Lerroy. La Habana, 25 de mayo de 2016. Los estudios de Radio Progreso se encuentran aún en el edificio de igual nombre, en la calle Infanta esquina a 25, en El Vedado.
[43] Roberto Méndez Martínez: El recuerdo de Zenaida Manfugás. 26 de abril de 2013. Véase también las palabras de Zenaida Manfugás en este video:
OTRAS FUENTES
- Cristóbal Díaz Ayala: Cuba canta y baila. Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana. Fundación Musicalia. Puerto Rico
- Cristóbal Díaz Ayala: Cuando salí de Cuba. Editorial Fundación Musicalia.
- Ramón Fajardo Estrada: Ernesto Lecuona. Cartas. Editorial Oriente. Santiago de Cuba. 2014.
- Radamés Giro: Diccionario Enciclopédico de la Música Cubana.
- Revista de Música. Biblioteca Nacional José Martí. Años 60.
- María Argelia Vizcaíno: Diccionario de Talentos Cubanos (consultado en internet – www.mariargeliavizcaino.com)
- Marcos Castillo: Los ñáñigos y los sucesos del 27 de noviembre de 1871: memoria histórica, dinámicas populares y proyecto socialista en Cuba. (Consultado en Caminos, no. 47, enero-marzo de 2008)
- Alicia Valdés Cantero: Con música, textos y presencia de mujer. Diccionario de mujeres notables en la música cubana.
- Roberto Méndez: Cuba dentro de un piano. En revista Palabra Nueva, La Habana, No. 189. 2009.
- www.habanaelegante.com
- www.cubanculturalcenter.org
- www.cubaencuento.com
- www.cafefuerte.com
© Rosa Marquetti Torres
17 Comentarios
Cristobal Diaz Ayala
Extraordinario trabajo investigativo, que no ha sido fácil reunir, como siempre la autora ha puesto en ello toda su capacidad como reportera incansable, su conocimiento profundo, pero además, el calor humano que Zenaida infundió en todo aquel que la conoció; bastaba verla, escuchar sus interpretaciones, para admirarla com pianista, quererla como ser humano, y no poder olvidarla…
Rosa Marquetti Torres
Muchísimas gracias por su valoración Dr. Cristóbal, que para mí es más que estimadísima, viniendo de usted. No conocí personalmente a la Manfugás, habría querido conocerla y verla sobre un escenario. Ahora nos toca perpetuar su memoria y tratar de encontrar sus grabaciones, acaso aquéllas que hizo en La Habana y que no han podido hallarse.
mayraamartinezcubanmusicbooks
Empecé a leer este artículo y no pude parar hasta terminarlo. Y no es halago porque sí. A título personal le he dicho a Rosa que una de sus virtudes al enfrentar un tema es la profundidad en la investigación, además de escoger personajes precisamente «perdidos» en el enorme caudal de la música cubana, tan fragmentada por la diáspora, por la negatividad a seguir las carreras de los emigrados o viceversa en el exterior, de quienes quedaron en la isla, por mil factores absurdos, sin contar lo dañino de la desidia de aquellos a quienes correspondía salvaguardar, grabar, preservar la obra de tantos talentos. Y sólo con tenacidad se va logrando rescatar estas memorias, igual que lo escrito sobre Maggie Prior,. Por eso defiendo la necesidad de entrevistar lo más posible a las figuras que aún podamos quienes estamos enfrascados en este periodismo musical, casi siempre por amor a nuestro trabajo, y eso se cumple con este blog y sorteando un montón de limitantes, porque después, «el tiempo, el implacable» hace todo más difícil. Y ya es hora que la colección de artículos de Marquetti pase a formato de libro, porque la internet es magnífica, pero sigo afirmando, que las páginas impresas siguen cumpliendo una función esencial. ¿Qué Editorial se anima?
Silvio Rodríguez Domínguez
Rosa, segunda vez que intento decirte que es muy buen artículo y que alcancé a ver y escuchar a Zenaida Manfugaz, quien era dueña de un pianismo tremendo. Puse el link en Segunda cita.
Rosa Marquetti Torres
Silvio querido: Muchas gracias por tu valoración, por tus recuerdos, y por compartirlo en Segunda Cita. Feliz por que lo hayas leído!!
Rosa Marquetti Torres
Mayra, muchas gracias por tu comentario y por tu sugerencia. Me encantaría que quienes no tienen acceso a internet pudieran leer, si no todo, al menos un poco de lo que voy publicando en Desmemoriados. Así que estoy a la escucha de la editorial que se anime.
Mauricio Vallina
Este monumental artículo…por su postulado,por su enfoque,por su seriedad y por una ‘tan detallada investigación’,además de un estilo exquisito…es el único artículo jamás escrito sobre Zenaida Manfugás que verdaderamente le hace justicia a esa «reina sin corona»,que en mi opinión: fue la pianista clásica cubana más extraordinaria de todos los tiempos. Bravissimo !!!
Antonina
Excelente artículo, una investigación a profundidad de la gran trayectoria y talento de una pianista cubana poco conocida en su país. Realmente esta información merece la más amplia difusión.
beba (@bebacuba)
Simplemente Su Majestad Manfugás….. Tuve conocimiento de su Blog por mi hermano que me envió el linck…Siendo jovén y estudiante de piano del Conservatorio Municipal entre el 68 y 75 JAMÁS se me habló de ella … eso si debo a su afinador el Sr Barroso ;quien por conocimiento de mi padre Rodolfo Reyna Violinista y abogado quien si me hablo muchísimo de ella ; quien me contó anécdotas y maravillosas reseñas de su talento y también roces con la Hernández… quién como en todas estas historias se dan recillas …y es que la Mafugás era cortante y tenía mucho argumento por la historia de su vida para serlo…. que comencé a interesarme en ella ,..He buscado y poco he encontrado. Es una pena que no se le recogieran sus grabaciones en la Habana que fueron múltiples .Bien amerita se cree un Festival en Cuba con su Nombre .Quedo orgullosa de esta Baracoense y eminente pianista del s xx de nuestra tierra . Muchas felicitaciones por su maravillosa investigación y con ello un notable aporte para todos .Un gran saludo
Rosa Marquetti Torres
Beba, me parece crucial la importancia de Zenaida Manfugás y de Ivette Hernández en la pianística cubana.
A Ivette quiero dedicarle un trabajo en mi blog. Ya estoy en ello. Por lo demás, trato ahora de que alguna publicación impresa acoja este trabajo sobre la Manfugás, enriquecido con la colaboración de quien fuera su alumno y se declara su heredero musical, el gran pianista cubano Mauricio Vallina. Pienso que así podría llegar a más personas, sobre todo a las que en Cuba no acceden a internet. Gracias por su valioso comentario.
Margarita
Estas paginas estan como para no levantarse a nada…Mis respetos para ud Maestra Rosa Marquetti Torres, hay que tratar de divulgar mas todo esto, al leer cada uno de sus escritos digo que muchos… somos analfabetos de la cultura cubana, gracias por sus estudios, sus conocimientos y su divulgación.
Rosa Marquetti Torres
Gracias, Margarita. Espero q pronto pueda salir un libro q recogerá algunos de estos trabajos. He puesto mucho empeño en ello para q lleguen a los desconectados de internet, q son la mayoria.
Magrid Barrio Batista
Me encanta el articulo, que pena no haberlo leido antes del programa Tentar el Asombro, soy la investigadora que entrevistaron en el mismo. Lamentablemente, nuestra Zenaida, como Ivette Hernandez y otros tantos, fueron victimas de un cruel intento de desaparicion, como si no hubiesen existido, de nuestra cultura local y nacional. Mis felicitaciones a su autora.
Magrid Barrio Batista.
Rosa Marquetti Torres
Muchas gracias, Magrid. Pero no podías haberlo leído antes del programa TENTAR EL ASOMBRO porque justo yo tomo como una de las fuentes tu intervención en ese maravilloso programa. Lo menciono y creo está en las notas. No te preocupes, que no vamos a dejar que sean silenciadas o ignoradas por más tiempo estas dos guantanameras tremendas. En octubre subiré al blog un trabajo sobre Ivette Hernández. Te escribiré a tu email sobre esto. Gracias de nuevo.
Luisa
Tuve e honor de conocer a la Sra. Manfugas, estuvo en mi casa varias veces. Era un amor de persona y muy sencilla. Que Dios la tenga a su alado. Era una gran señora!!!!!
Rosa Marquetti Torres
Muchas gracias, Luisa, por compartir sus recuerdos sobre la gran Zenaida Manfugás! Un abrazo y sea bienvenida!!
Angel Manuel
Como siempre genial