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Amando Peraza, otra manera de tocar los sueños

Muy pocos de los que vivimos en la Isla conocen esta historia.  Cuando el ciclón del 26 azotaba La Habana con sus enormes ráfagas y destrozos, Armando Peraza jugaba baseball descalzo y escasamente vestido en las calles encharcadas y casi desiertas de La Habana.  Es el recuerdo más parecido que encontró para poder imaginar el año más o menos exacto en que llegó a este mundo, que, inicialmente no pareció darle una bienvenida muy cordial. Y lo recordaba porque también tenía un sueño, el más recurrente de los niños peloteros:  ser jugador de las Grandes Ligas americanas y llegar al Yankee Stadium en Nueva York.

Se ha admitido oficialmente el 30 de mayo de 1924 como la fecha de nacimiento, en la barriada habanera de Lawton, de Armando Peraza, uno de los más relevantes percusionistas cubanos,  pero su viuda, Josefina Peraza ha comentado más de una vez que Armando pudo haber nacido cerca de 1919, teniendo en cuenta que debió modificar ciertos datos cuando llegó a Estados Unidos y la incapacidad de determinar la fecha, a falta de documentos y padres que lo confirmaran. La orfandad marcaría su infancia:  a la edad de tres años queda huérfano,  al morir su padre, José, víctima de una neumonía; y a los siete moriría su madre, Francisca, a causa de una insuficiencia hepática. 

El pequeño pasa a vivir, de casa en casa de diferentes familiares.  Con doce años, vivió literalmente en la calle,  tuvo que trabajar para sostenerse y vivir por su cuenta y riesgo. Desempeñó disímiles empleos:  practicante de boxeo, carretillero  vendedor de frutas y vegetales.  En sus remembranzas, Peraza reconocía que su infancia transcurrió en un clima de excesiva violencia.

Con el conjunto Kubavana

Un día se entera que Alberto Ruiz, el director del Conjunto Kubavana necesitaba un percusionista para su banda y ni corto ni perezoso, decide presentársele al líder de uno de los conjuntos más populares del momento y convencerle de sus habilitades como bongosero y tumbador. Sólo que nunca Armando había tocado ni una tumbadora ni un bongó, pero su terrible situación económica justificaba el embuste.  Convenció a Alberto Ruiz y esa misma noche se enfrentó sobre el escenario con el instrumento.  Con el Kubavana, Armando Peraza inició un camino musical que no se detendría más.  Continuó trabajando como obrero de la construcción al tiempo que se establecía como bongosero del Kubavana.[1] 

Creado  según algunas fuentes en 1937 y según otras, en 1940, el Kubavana tenía gran popularidad entonces.  En su formación figuraban nombres que aseguraban su éxito:  Patato Valdés, tumbadora; Carlos Querol, guitarra y canto; Orlando Vallejo, en la voz, canto; Antonio Palau en una de las trompetas y Yoyo Casteleiro, en el piano. Pero por el grupo pasaron también Roberto Faz, Laito, Mario Recio, El Negro Vivar, Ñico Cevedo y Alberto Armenteros. 

Peraza participa en  grabaciones que el Kubavana realizó entre 1944 y 1947, en las que se destacan temas como “Rumba en el patio” y “Sonaremo el tambó”.  En la segunda mitad de la década de los 40 colabora con Niño Rivera, y con las orquestas de Paulina Alvarez , Julio Cueva, Dámaso Pérez Prado, y el conjunto Bolero. [2]

A México y a Nueva York

Corría el año 1947 y a su amigo Mongo Santamaría se le presenta la oportunidad de viajar a México para trabajar con el Conjunto Clave de Oro.  Poco después de su llegada, Mongo se enferma.  Se le ocurre que su amigo Armando puede reemplazarlo temporalmente y lo manda a buscar.  Armando viaja a México en auxilio de su amigo y luego decide permanecer en tierras aztecas.  Trabaja allí también con Las Mulatas de Fuego y con Celia Cruz.   Junto a Mongo, se vincula a la pareja de bailes Lilón y Pablito, con quienes integran una formación llamada  Black Cuban Diamonds (Los Diamantes Negros), nombre recurrente de diversos espectáculos que desde 1943 centraban los bailarines y con los que se presentaban en ciudades norteamericanas y otros países. 

Varios meses después de la llegada de Armando a México, en septiembre de 1948, viajan a Nueva York junto a Pablito y Lilón, como resultado de lo negociado entre Pablito y el empresario Federico Pagani.  Montan un  show, en el que Mongo y Armando,  con un set de tumbadoras  y bongós,  despliegan una extraordinaria capacidad interpretativa, al tiempo que acompañan en sus bailes a Lilón y Pablito.  Se presentan en el nite club Havana-Madrid; Mongo y Armando tocan con frecuencia en el Palladium en la banda de  Machito y sus Afrocubans, y también en el Teatro Apollo de Harlem, con Miguelito Valdés y su orquesta; también pasan por  un grupo dirigido por Marcelino Guerra “Rapindey”. 

Así, permanecen en Nueva York todo el año 1948.  Mientras tanto, ya Chano Pozo se había integrado a la orquesta de Dizzy Gillespie, incorporando al repertorio de la banda, varios temas de su autoría que se hacen populares de inmediato, como Manteca, Tin Tin Deo, Blen Blen Blen, Nagüe y otros.  En los éxitos de Chano se veían reflejados otros percusionistas cubanos que habían llegado después, pobres e indocumentados, intentando alcanzar una mejor situación personal en lo económico y lo artístico.  Era una especie de sueño posible.  Hasta que un balazo acaba con la vida de Chano, la víspera del día de Santa Bárbara, en ese mismo exitoso año de 1948.

Otro  suceso trágico vuelve a estremecer a los músicos cubanos que entonces vivían en Nueva York:  a mediados de 1949, Pablito mata a Lilón y luego se suicida.  Los dos cuerpos  calcinados  son encontrados por la policía en el pequeño apartamento de la 65 St.  Esto hecho sangriento pone fin a los Black Cuban Diamonds. Pero Armando decide permanecer en Estados Unidos, pues los valores de los percusionistas cubanos están en alza, tras el éxito que supuso la inserción del  finado Chano Pozo en la banda de Dizzy Gillespie. Peraza consigue un contrato para trabajar con el grupo de jazz de Slim Gaillard, en lo que parece ser su primera incursión de manera directa en un formato de jazz norteamericano. 

Con Gaillard realiza varias grabaciones, entre ellas, Down by the station , el 7 de noviembre de 1949 en Nueva York .[3]  Viaja por todos los Estados Unidos:  Kansas City, Chicago, Baltimore, los estados sureños y San Francisco, ciudad que le enamora con su bahía y su mar inmediato.  

En 1952 expira su permiso de trabajo en Estados Unidos, por lo que se ve obligado a regresar a México para tramitar desde allí la condición de residente en el país del Norte.  A pesar de contar con un contrato, enfrentó dificultades y discriminaciones, inevitables por aquellos tiempos para alguien como él, con una doble condición  de negro y latino, sumando además su pobre desempeño con el idioma inglés.  Finalmente consigue formalizar su situación migratoria y se radica en San Francisco, California, junto al mar, en los primeros años de la década de los 50.

 Afincarse en la West Coast

El momento es propicio, pues se desarrolla en la Costa Oeste un fuerte movimiento jazzístico que, bajo el influjo del bebop, incorpora elementos de percusión cubana y  desarrolla un lenguaje propio identificado como el West Coast Jazz.   Cuenta el investigador cubano Raúl Fernández que Peraza vivía en Pine Street, muy cerca de Page, y podía encontrársele por aquellos años con el grupo The Afro-Cubans, que era la banda de planta del Cable Car Village, un night club donde iban a recalar muchos famosos de Hollywood, como José Ferrer, Ricardo Montalbán y Rita Hayworth. 

El grupo, heterogéneo en sí mismo, incluía a los hermanos Carlos y Manuel Durán, de origen chicano; al timbalero Benny Velarde y al trompeta Allan Smith.  Como vocalistas, la cantante Juanita Puente y el veterano de la Sonora Matancera Israel del Pino.  Se movían por todo el estado californiano con un repertorio que incluía temas mexicanos y cubanos.  Los valores de Peraza como percusionista iban in crescendo; era reclamado ya por jazzistas como Art Tatum, con quien se presentó en el teatro Filmore y también por Miguelito Valdés, que cumplía contrato en el Fairmont Hotel.

 

Armando Peraza aparece en la portada y contraportada del LP Shearing on Stage!

Con George Shearing

A inicios de los 50, cuando arreciaba la discriminación racial  en USA y se mantenían rígidos patrones de segregación,   gracias a la intervención del bajista Al McKibbon, Peraza comienza a trabajar con el quinteto de George Shearing, en reemplazo de Cándido Camero, que había decidido formar su propia agrupación.  Shearing fue uno de los directores de bandas que  aceptó la inclusión de músicos negros junto a blancos norteamericanos.  Su permanencia en el quinteto de Shearing, junto al propio McKibbon, Emil Richards y Toot Thielmans, se prolongó por once exitosos años   y sus congas y bongó pueden escucharse en una buena parte de la discografía del pianista ciego.  Con él, Armando viajó por el mundo, visitando Alemania, Francia, Australia, Inglaterra y los países escandinavos, entre otros. Algunos temas suyos fueron éxitos del quinteto de George Shearing, como “Jackie’s Mambo” y “My New Mambo”. [4] 

A inicios de los 60, toca con la banda de Stan Kenton en la inauguración del famoso Hollywood Bowl.  Por intermedio de su amigo Shelly Mane es presentado a Judy Garland, quien de inmediato lo contrata para su programa televisivo The Judy Garland Show, en el que se presenta de manera regular junto la orquesta de planta entre 1963 y mediados de 1965.

Los tiempos de Cal Tjader

Otra etapa se iniciaría para Peraza también por esos años iniciales de la década de los 60,  junto al famoso vibrafonista Cal Tjader, en cuya banda permanecería durante seis años.  Uno de los muchos discos en cuya grabación participa, se convertiría en un clásico del latin jazz:  “Soul Sauce”, uno de cuyos track Guachi Guaro (de Chano Pozo y Dizzy Gillespie), alcanzó una repercusión  excepcional.  Muchos músicos reconocerían la influencia del binomio Tjader-Peraza, que alcanzara una remarcable popularidad.  Peraza continúa con Tjader durante varios años y a inicios de los 70 conforma, junto a Mongo Santamaría, un grupo de jazz con clara raíz afro-cubana.  Se presentan en el Festival de Jazz de Montreux en 1971 donde quedó registrada su espectacular actuación.

Rock y afropercusión

Por esos años, el trabajo de Armando  es reclamado por músicos de muy diverso
estilo, y sale airoso de este trance.  Quizás como ningún otro percusionista en esos años, Peraza se distinguía no sólo por sus complicados toques, su rapidez e incuestionable histrionismo sobre el escenario, sino también  por su capacidad de adaptación  y su amplitud mental a la hora de enfrentarse a diversos formatos. Probablemente haya sido el único de ellos que transitó por tan disímiles y diversos géneros.  Todo parece indicar que fue el primer cubano ejecutante de percusión afro-cubana en tocar en la grabación de  una canción de rock:  en Cristo Redentor, de Harvey Mandel, grabado en 1968.  

Armando Peraza con Carlos Santana

Y algo aún más inusitado:  Peraza se une a Sly and The Family Stone, una banda  de  funk, rock y soul  de  San Francisco, muy popular en los setenta, y graba con ellos en 1976  en el disco «Heard ya Missed Me, Well I’m Back». Su nombre se acredita en ese disco junto a los integrantes del grupo y a Peter Frampton, quien estuvo como músico invitado, con su guitarra en el tema Let’s Be Together.

Muy ciertamente, Raúl Fernández señala:  “Armando había logrado ser un portento como percusionista de lo afro-cubano, tocando con dos o más tumbadoras, bongó y hasta tambores batá; se movió a su antojo en el formato de conjunto de música bailable, con el Kubavana;  arrasó en el latin jazz con George Shearing y Cal Tjader, y hasta en el llamado jazz afro-cubano con Mongo Santamaría y otros.  Pero aún quedaba mucho más por venir:  tras separarse de la formación de Mongo, Armando uniría sus fuerzas con las de Carlos Santana y la sonoridad de su rock latino,  en una asociación que duraría diecisiete años.  La noticia no causó mucha sorpresa entre los músicos del área de la Bahía [de San Francisco], pues algunos miembros de la sección rítmica inicial de Santana, como Chepito Areas, eran durante años, fanáticos de Peraza.[5]

Los tiempos con Santana

Armando se movía en ambientes jóvenes donde era admirado, lo que le permitió también trabajar con bandas y solistas de diversos géneros y estilos. Antes de conocer a Santana,  Peraza ya había conocido al padre del guitarrista chicano,  quien entonces formaba parte de un mariachi en  San Francisco. El virtuosismo del cubano, capaz de tocar con varias tumbadoras, brillar en el bongó e impactar en los timbales, lo focalizaba en una banda como de la Carlos Santana, a pesar de estar integrada por músicos mucho más jóvenes. Desde los setenta hasta finales de los ochenta,  Peraza mantuvo esa energía que movilizaba a los miles que frenéticos admiradores que asistían a los conciertos de Santana, quien propiciaba con generosidad los solos de Armando, que justificaban con creces el mito de su rapidez de manos y fuerza en el toque.

  

Con Santana, Armando estuvo un largo período, desde 1972 hasta 1990 y aparece en una buena parte de la discografía del célebre guitarrista, incluso en 16 temas su nombre se registra como co-autor. Memorable fue el momento en que sube al escenario del International Amphitheatre integrando  el line up de Santana en el mítico concierto protagonizado por el guitarrista chicano y su colega John McLaughlin en Chicago, el 1 de septiembre de 1973, y  que quedara registrado en el disco «Live in Chicago». En más de una ocasión valoró su trabajo con Santana como una experiencia diferente y enriquecedora; reconocía que fue hermoso para él poder llegar a un público más joven a partir de lo experimental que había en el trabajo de Santana, introduciendo elementos del blues, la música latina y el jazz  en un formato esencialmente  rockero.

Armando deja de girar con Santana a comienzos de los  noventa, pues la diabetes complicaba su situación en las giras, en condiciones de constante movilidad. Después, continuó participando en grabaciones, pero dos años más tarde viaja con la banda a Santiago de Chile para el mayor concierto realizado por Santana, frente a una multitud de 100,000 personas.

Aunque desaceleró un poco, no se detuvo. Entre los momentos relevantes de ese período, recordemos su participación en el concierto «Jazz Africa», de Herbie Hancock  junto a músicos africanos, en el Bill Graham’s Wiltern Theater de Los Angeles a finales de 1994.

Coda

En 2002, ya rebasados los 80 años, realizó una sorpresiva  aparición con la banda Santana en los tres shows que el guitarrista chicano ofreció  en el Festival de Jazz de Montreux, Suiza.  Esta reaparición fue el inicio de una serie de presentaciones en vivo que realizara el ya célebre percusionista  ese verano. Más tarde, en agosto de 2006, el percusionista se presentó en el Festival de Jazz de San José, en California, como invitado en el Julius Meléndez Latin Jazz Ensemble. Junto a Raúl Rekov y Karl Perazzo –quienes estaban ya con Santana- impartiría también  varias clínicas de batería en el estado de California. Ese mismo año, de bastante actividad para Armando, interviene en la grabación del álbum “Descarga en California” de la pianista Rebeca Mauleón, con quien comparte la autoría del tema«Cepeda Forever«, en honor a su ídolo, amigo y pelotero de los Gigantes de San Francisco, el boricua Orlando Cepeda, instalado ya en el Salón de la Fama del Baseball.

En su carrera de más de 50 años, Armando Peraza sólo tiene en su haber un disco como artista principal: Wild Thing(SkyeSK D5), producido por Cal Tjader y Gary McFarland y grabado en Century Sound Studios, de Nueva York en 1968. Tuvo la suerte de contar con las colaboraciones de Chick Corea, en el piano; su amigo Cal Tjader, en percusión  y Johnny Pacheco, en la flauta, y el saxofonista japonés Sadao Watanabe, entre otros. Incluye dos temas de su autoría:  Red Onions y Viva Peraza.

Cuando recibo la noticia de que el lunes 14 de abril, moría Armando Peraza a causa de una neumonía, en el South San Francisco Hospital, sentí que algo muy importante me quedó por hacer, algo que me habría gustado muchísimo: conocerle personalmente y escuchar de su propia voz, aquellas historias sobre percusionistas cubanos, que compartió conmigo, vía email,  gracias a la ayuda de su inseparable Josefina Peraza. Pero después, supe que algo muy importante debía hacerse, y recordé:

Armando Peraza compuso más de  cuarenta  temas; grabó en más de 100 discos. (Será una tarea pendiente e necesaria documentar su copiosa discografía).

Lo más impresionante es repasar la lista de nombres con los que tocó, grabó, o ambas cosas. Por sólo citar algunos, mencionemos a:  los trompetistas Dizzy Gillespie y Buddy Rich, los pianistas Dave Brubeck, Art Tatum y Herbie Hankock, el saxofonista Charlie Parker;  las cantantes Peggy Lee, Eartha Kitt y  Aretha Franklin, , Linda Ronstadt; la banda de rock, funk y soul  Sly y and the Family Stone; los rockeros de Grateful Dead; los guitarristas Harvey Mandel y Eric Clapton;  los cubanos extraordinarios Dámaso Pérez Prado, Mongo Santamaría y Frank Grillo “Machito”;  Max Roach, Kenny Clark, Art Blakey, Tony Williams, Al McKibbon, Josephine Baker, Alice Coltrane, The Montgomery Brothers, Frank Zappa, Freddie Gambrell; el espectacular Jaco Pastorius, el no menos espectacular John McLaughlin; Slim Galliard, Ray Mosca, Scott LaFaro, Conte Candoli, Tom Coster, Gato Barbieri, John Lee Hooker, Doug Clifford, George Duke, Rick James, Randy Weston….

La marca productora de instrumentos de percusión Latin Percussion (LP) creó en 2003 la serie de tumbadoras y bongós  “Armando Peraza Signature Series LP” como tributo a quien considera un ícono de la percusión a escala mundial.

En 2007, Armando Peraza recibió en el famoso Bimbo Club, de manos de Carlos Santana, el Premio “Voices of Latin Rock” por la obra de toda la vida.  The Voices of Latin Rock entregan cada mes de enero el Premio “Armando Peraza” que honra los logros alcanzados por músicos del área de la Bahía de San Francisco.

Ha sido incluído en el exclusivo Jazz Hall of Fame.  El Instituto Smithsonian refrendó su nombre en el Pabellón de las Leyendas del Jazz.  

Los principales medios de todo el mundo anunciaron su deceso y reflejaron su contribución a la música, catalogándolo como uno de los nombres imprescindibles en la percusión a nivel mundial.  Un balance impresionante para una vida de alguien que, en sus inicios, no pudo imaginar que tocaría los sueños, pero no tras  una pelota de baseball, sino gracias a sus prodigiosas manos.

 Es lamentable, pero poco se le conoce en Cuba y mucho menos se le reverencia, como debería ser.   Armando era el último de los legendarios que nos quedaba.  Junto a Tata Güines, Mongo Santamaría, Francisco Aguabella, Cándido Camero, Carlos Vidal Bolado, otro Carlos:  “Patato” Valdés, forman la élite de la percusión cubana que continuó en Estados Unidos el legado de Chano Pozo, llevándolo más allá de todo pronóstico posible. Peraza, en particular, ha sido considerado como una figura de culto en el ámbito de la percusión latina, que es, a nivel de grupo de instrumentos, uno de los imprescindibles dentro del jazz y el rock latino,  en particular.

Después de esto, convendrán conmigo en que hay que inclinarse ante un hombre así.  

© Rosa Marquetti Torres

  • FUENTES
    Radamés Giro:  Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana. Editorial Letras Cubanas. La Habana.
  • Cristóbal Díaz Ayala:  Cuba Canta y Baila. Enciclopedia Discográfica de la Música Cubana.
  • Raúl Fernández: From Afro-Cuban Rhythms to Latin Jazz. University of California Press. 2006.
  • Luc Dellanoy:  Caliente! Una historia del jazz latino. Fondo de Cultura Económica. 2001
  • Nat Chediak:  Diccionario del Jazz Latino. Ediciones AUTOR.
  • Jessee “Chuy” Varela:  Calendar 2009.
  • Revista Latin Beat.
  • www.lpmusic.com
  • www.allmusic.com
  • www.discogs.com
  • www.wikipedia.com

Un agradecimiento especial a  Josefina Peraza, viuda del Maestro, y su asistente y «mano derecha» por más de veinte años; también mi gratitud  al amigo Raúl Fernández.

NOTAS

[1] Carlos Espinosa Domínguez:  Armando Peraza. El rey del bongó y la conga. Noviembre 2004.

[2] Radamés Giro: Diccionario Enciclopédico de la Música Cubana.  Tomo III. Pag.  217.

[3] http://www.copaceticcomics.com/cds/laughing-in-rhythm-by-slim-gaillard

[4] Raúl Fernández:  From Afro-Cuban Rhythms to Latin Jazz. University  of California Press. Pag. 96-107

[5] Raúl Fernández: Obra citada.  Pág. 106 (traducción de la autora)

Alquízar, Cuba. Soy una apasionada de la historia de la música y los músicos cubanos, de la memoria histórica y de asegurar su presencia historiográfica en las redes. Me gusta la investigación. Trabajo además en temas de propiedad intelectual y derechos de autor. Escucho toda la música... y adoro....la buena. Desmemoriados... es la interaccción. Todos los artículos son de mi autoría, pero de ustedes depende que sean enriquecidos.

5 Comentarios

  • humberto

    gracias por este recorrido por la vida de Armando Peraza. Cierto que se le desconoce bastante en Cuba (como se desconoce casi todo lo que hace los cubanos que salen del país). Ojalá estas y otras memorias sirvan para hacer justicia, y sobre todo que sirva para que los "estudiosos" institucionales miren un poco más allá de sus narices. Gracias Rosa, gracias maestro Peraza por tanta música.

  • angelo1967

    Excelente artículo Rosa, leyéndolo y disfrutando del mismo, me ha venido a la cabeza la figura de otro gran músico cubano que también acompañó a Hancock: Oslvado «Chihuaua» Martínez. Este gran artista participó en infinidad de obras maestras, además de tener un par de discos como líder: Hancock, Stitt, Cachao, Mongo, Fajardo se encuentran entre los músicos con los que colaboró en discos prestigiosos y que no resultan difíciles de conseguir. Sin embargo, siempre me llamó la atención los pocos datos biográficos concretos y específicos de la vida de un artista que trabajó en tan buenas e importantes obras musicales.
    Saludos.

    Anxo

  • Rosa Marquetti Torres

    Gracias, Anxo! Tomo tu sugerencia para ver si encontramos más datos de Osvaldo «Chihuahua» Martínez. Gracias.

  • yukayeke

    Dios lo tenga en su gloria para mi Peraza era lo maximo dandole a los cueros como lo demostro en este video con Mongo interpretando Saoco tema de su autooria.

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