
«Más de cuatro acordes» de Roberto J. Carcassés*
Cuando investigaba sobre la huella de Chano Pozo en los Estados Unidos y en particular, en el jazz, me aproximé a varios libros autobiográficos de jazzistas, grandes y no tanto, escritos o dictados desde esa costumbre tan americana de narrar todo lo posible y preservarlo casi todo. Miles Davis, Louis Armstrong, Charles Mingus o Art Pepper me permitieron sumergirme en un mundo que fue, para ellos, íntimo hasta ese momento, pero que dejó para todos las alegrías y los desgarramientos que acompañaron sus procesos creativos, es decir, sus propias vidas. Quizás por la implicación de músicos cubanos como Mario Bauzá, Machito y Chano Pozo en la vida de Dizzy Gillespie, su peculiar libro autobiográfico To be or not to bop, percibí y me lamenté más del desapego de los músicos cubanos por escribir y compartir sus historias de vida, generando unos vacíos documentales y hasta sensoriales que solo podrían ser cubiertos con las vivencias personales.
Que recuerde yo, Desi Arnaz con Un libro, y Paquito D’Rivera con Mi vida saxual, publicados en 1976 y 2000 respectivamente, son las excepciones que confirman la regla. Uno de los pilares de la creación jazzística en Cuba, el reconocido Armando Romeu González, escribió sus memorias, que estaban inéditas cuando Leonardo Acosta las citó y agradeció en su libro Un siglo de jazz en Cuba. A día de hoy, esas memorias nunca se han publicado y permanecen en paradero desconocido, si es que aún existe su manuscrito.
En todo caso, Arnaz, Romeu y Paquito D´Rivera, con sus libros, legaron para la narrativa y la historiografía musical la mirada de sus respectivas épocas y el modo en que interactuaron con sus contemporáneos desde las complejidades y las bondades de sus respectivos tiempos.
Me atrevo a afirmar, mirando hacia esos antecedentes, que, en la música cubana, ningún tiempo pasado fue tan complejo, rico en el acceso al conocimiento y la experimentación, y a la vez restrictivo y angustiante como los tiempos en que transcurren las historias de Ricardo, Rayan, Guelmi, Domingo, músicos todos, en Más de cuatro acordes. Y un verdadero privilegio que sea Roberto Julio Carcassés Colón quien se haya decidido a contarlas, a escribirlas, a abrirnos las puertas de su tiempo, que es su vida y la de los suyos, alguien que ha sido y es protagonista orgánico y hacedor persistente y virtuoso de una historia de música y vida, que une, como nadie, universos tan disímiles y a la vez, interactuantes en determinados espacios y momentos, como son el jazz, el rock, y la canción de autor de una generación que decidió transgredir y trascender los códigos antecedentes, dejándose permear por todo lo que consideraban válido y pertinente en su constante búsqueda.
Más de cuatro acordes, novela de Roberto Julio Carcassés, publicada por Ediciones Furtivas.
Roberto Carcassés es uno de los músicos más prominentes, creativos y respetados de una generación que, en la música cubana, parió mucho talento en individualidades diversas, singulares. A su sólida formación musical y cultural suma el privilegio de ser y pertenecer a una familia con honda raíz en la música cubana, en el jazz y en la cultura toda, y cuya cohesión y particular enfoque vital marca también su vida y obra.
Roberto J. Carcassés
El liderazgo de Robertico y su pianismo desde los años 90 hasta hoy, transcurre en una escena musical ecléctica que difícilmente pueda ser encasillada en una clasificación, por lo mucho que se experimentó con el jazz, el rock, algunos géneros de la música cubana, influencias foráneas diversas y todo lo que despertara su increíble imaginación musical y la de sus colegas entonces, quienes, queriéndolo o no, caminaban hacia la hibridación en un sonido renovador y un empaque que les sería característicos. Son, en su mayoría, músicos de una academia a la que plantan un reto, nacidos en un sistema político-social al que también desafían, imponiendo sus propios códigos marcados por el rupturismo, cierta irreverencia, la competitividad creativa, pero fraterna, la promiscuidad, la búsqueda del mundo ideal en que se identifiquen con plenitud. Influyen en lo que les antecedió, pues son también los años en que el trovador, el cantautor, deja de serlo en soledad con su guitarra, para rodearse de instrumentos y armonías que hablan también de rock y de jazz, y donde los grupos de pequeño y mediano formato adquieren la notoriedad que antes se le concedía solo a los cantantes.
Estado de Ánimo, Santiago Feliú, Elmer Ferrer, Columna B, Descemer Bueno, Dafnis Prieto, Ruy López-Nussa, Gema y Pavel, Yusa, Néstor del Prado, Francis del Río, Telmary, Yosvany Terry, William Vivanco, Interactivo, y muchos otros nombres, han entrado, salido o permanecido en el ámbito creativo de Roberto Carcassés, y que, con su liderazgo, ha logrado aglutinar en los proyectos musicales colectivos más trascendentes de su generación.
Siendo una obra de ficción, en Más de cuatro acordes su autor no puede ocultar su intransigente vocación por la verdad. Lo hace con toda la carga de honestidad y desgarramiento que suponen el desnudo integral de todas las dicotomías a las que se vio enfrentado, tanto en la creación musical como en la vida misma: honestidad e hipocresía; la búsqueda constante del estado de felicidad frente al sacrificio y la abstinencia; valores y antivalores establecidos frente al cuestionamiento universal; impostura de la burocracia empoderada frente al talento o genialidad del artista; la búsqueda del éxito a cualquier precio o lo innegociable del acto creativo.
Roberto Carcassés al piano.
Su alter ego nos adentra en su mundo de música y creación, en su universo vital de goces y desgarramientos, de golpes y sueños, con recursos dramáticos donde se funden ficción y realidad, pero donde, lo sabemos muchos, la realidad es ella misma y no otra, con toda la crudeza de lo verídico y donde la acción castrante de la censura, la supresión de la libertad de expresión y las consecuencias que su desafío trae aparejadas para un músico, actúan como nudo gordiano de previsibles consecuencias, experiencia individual que se multiplica y expande como pesadilla real e interminable.
Las intolerancias, las corruptelas, el empoderamiento de la ineptitud, el silenciamiento al incómodo, han sido solo algunos de los signos de una utopía política que, entre otras cosas, ha ignorado la finitud de la vida, en cuyos límites debemos ser y hacer, sabiendo bien que no habrá otra posibilidad, condicionando hasta hoy –y marcando- a varias generaciones de músicos que intentan a toda costa, una interacción creativa y transformadora con su realidad, y ser felices.
Tras el asombro emocionado que ha sido para mí la lectura de Más de cuatro acordes, estoy segura de su relevancia como testimonio irrefutable de los años recientes que están aún por contar y preservar para la memoria.
Por todo esto, por el excelente trazado de una época, por el testimonio desgarrado, y la pericia narrativa y editorial, tendremos que agradecer a Roberto Carcassés y a Karime Bourzac y sus Ediciones Furtivas, la entrega de Más de cuatro acordes.
Rosa Marquetti Torres
* Texto leído por la autora en la presentación de «Más de cuatro acordes», novela de Roberto Carcassés, el 21 de mayo de 2005 en la librería El Argonauta, Madrid, España.

2 Comentarios
Osmel
Rosa Marquetti, que bueno escribe Usted!
Gracias al simpar Robertico Carcassés por abonar la memoria de la cultura cubana, no solo con su música, sino con su testimonio escrito desde su excepcional vivencia de protagonista.
Omar Mederos
Enhorabuenisima la salida de este libro. Gracias Rosa por el aviso.